Antonio Vélez Sánchez

Ex-alcalde de Mérida


Era al comienzo de los setenta, esa década en la que pasaron tantas cosas. Por entonces yo estaba destinado en la Delegación de Trabajo de Málaga, Gerencia del P.P.O, y destacado en Nerja. A pesar de vivir en el paraíso, llegado el verano sentía la llamada de Proserpina y muchos amigos no entendían que pudiera cambiar el Mediterráneo por un cuenco de aguas amarillas y caldosas, calores esteparios y mosquitos. Pero las vacaciones de Agosto las pasábamos en “La Charca”, en el chalet que mi padre, un electricista enamorado del campo, se había construido, apenas diez años antes. La pequeña hondonada, entre cerros suaves, en la que los romanos habían atrapado un puñado de agua, representaba, la distinción, el hecho diferencial. Aquellos pioneros habían marcado el punto de inflexión de una sociedad ascendente, tal como se decía en tiempos de López Rodó.

Ademas, la tropa juvenil se había empeñado en formalizar un Club de Natación, atrapándome en el compromiso de ayudar a organizarlo. Aquella tribu renegra andaba todo el día febrilmente enganchada en entrenamientos, marcajes de tiempos y longitudes, en las estrechuras manejables, o en la distancias largas, entre “la muralla” y el “Merendero Madrid”. Así es que nos metimos en harina para organizar nuestro primer reto, algo que ya había tenido esporádicos antecedentes en generaciones anteriores : La travesía de las procelosas aguas de “La Charca”a la que nosotros añadimos un sinfín de pruebas, libres o estilos, en veinticinco, cincuenta y cien metros según grupos de edades.

Para dirigir la complicada y exigente “logistica” de boyas, balizas, corcheras, barcas, metas, mediciones, controles, carteles y equipos de auxilio estaban Tomás Molinero y Poli Vélez que, aparte de saber manejar herramientas variadas, hacian su trabajo como si se tratara de una competición de altura. El pergrinaje en busca de trofeos y relacciones publicas lo llevabamos Richi Sánchez y quien esto relata. A Paco Tarifa, el superveterano del Club, le endosamos el muerto de la Secretaría y Administración que para eso era Contable de Hilaturas.

La plantilla de nadadores/as era muy numerosa. Practicamente toda la “Colonia de Proserpina”, pomposo titulo de aquella comunidad veraniega, tenia su prole implicada en la aventura : Jorge Caballero, los Doncel, Paco Peña, Miguel Camara, “el Nene”, Pipe y Mariví Mariño, Carmen Garcia y su hermano Juan Felix, el “Madrileño”, Miguel A.Andugar, Felix Malfeito, Jose Luis Marin, Chon y MariCarmen Hidalgo, Alvaro Tarifa, Satur y Africa, que eran de Villanueva, J. Carlos Valverde, Alicia Lozano, Juanjo Casana y una larga lista. Las estrellas que apuntaban, en principio, con todas las expectativas eran Agustin Mariño, Luis Vélez y Juanin Castro. Entre los “viejos”, el propio Molinero, fondista poderoso, y Felix Bermejo que ponia la primera a braza y ya no paraba. De las chicas, las mas brillantes eran Mila Bellido, Laly Parodi y Alicia Navarro. Puede decirse que la novedad que suponia aquel proyecto movilizó los mas variopintos apoyos, desde los “industriales de la plaza”, hasta algunos concejales de los que ya se elegian por tercios – sindical, familiar y entidades – en aquella “democracia organica”.

Aquel Domingo, por la propaganda y el boca a boca, se convirtió en una fiesta multitudinaria, con las orillas repletas de un publico enfervorizado que vió como ganabamos aquella travesia en un sprint final, apretado y de de infarto, entre Luis Velez y “Murga”, la estrella de un poderoso equipo pacense que dirigia tecnicamente el historico “Lito”. Los de Badajóz fueron ya adversarios habituales y buenos amigos, en las competiciones, por las geografias cercanas. El resto de las pruebas cortas tuvieron el maximo nivel, clamor familiar y trofeos para tocar la gloria, junto al rigor normativo de las medallas, oro, plata y bronce. Por la noche hubo una explendida fiesta, con megafonia, bebidas, picoteo a mogollón y buena musica, para mayores y chicos, por la que desfiló el “todo Proserpina”, con Lolino a la cabeza. El maximo trofeo decidimos que lo entregara Angel Gordillo, una vieja gloria de la natación emeritense y vecino de la “Colonia” que hizo un emotivo discurso.

El Club decidió federarse, firmando nuestros Estatutos, tras complicado proceso , nada menos que Joaquin Morera, el mitico nadador, Secretario entonces de la Española, de Natación, que tenia su sede oficial en Barcelona. Aquello nos dio autoestima y abrió muchas puertas. La primera, la del Concejal de Deportes, el bueno de Luis Donoso, para el que lo de estar federados, por su admiración hacia Perez Viñeta , Elola Olaso y Samaranch, le infundia mucho respeto. Así es le que pusimos en bandeja una prueba heroica : El “ Cross Natación Tres Puentes”. Consistia en salir corriendo desde la orillas del Guadiana, aguas arriba del “Puente Nuevo”, doblar una boya en la mitad del cauce, pasar bajo el atrevido puente de Fernandez Casado, llegando a las graveras pandas, donde pastaban las vacas, pudiendo los nadadores caminar sobre los rollos. Luego cruzaban bajo el Romano y nadaban hasta superar el puente de “Hierro” y llegar a la meta, en la orilla. Y lo hicimos con medio Mérida en el puente de piedra viendo la dura prueba. Ganó Agustin Mariño y detrás Luis Vélez y Carlos Doncel marcaron el orden de llegada y los trofeos se entregaron en el Salón Capitular del Ayuntamiento. La edición siguiente la conquistó Andrés Lopez, poderoso braceador cacereño, hijo del Presidente de la Extremeña que alucinaba con nuestro Club.

El Club Natación Proserpina fue actor privilegiado de muchas competiciones en distintos escenarios. Fue una ilusión colectiva, generosa, altruista. Un sueño. Luego sus actores se dispersaron por las rutas que marca la vida, aunque siguen en el corazón de esta discordante pero querida Ciudad.

Curiosamente ocurrió cuando en Mérida no había ninguna piscina pública con medidas oficiales para competir. Sorprendentemente.

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