Mª Antonia Sanmartín

Concejala Independiente Ayto de Mérida


El mes de febrero, es el mes de la tragicomedia por excelencia. Digamos que, febrero, se asemeja bastante, a lo que es el devenir de la vida política, durante una legislatura: comienza con la alegría y algarabía del Carnaval y termina, con la palidez y tragedia de la Cuaresma. Y tiene pinta, de que, al gobierno municipal emeritense, le queda más de cuaresma que de carnaval, hasta finalizar su penosa etapa, en la poltrona del poder autoritario. Que tiene enjundia, que, siendo un gobierno en minoría, ordenen, manden, hagan y deshagan a su antojo, como si del cortijo del tío Paco se tratase.

Pero es que, si miras a la bancada del bando contrario, la de los teóricos líderes de la oposición y la revolución, que viene a traer la salvación a Mérida y a los emeritenses, y pronto, van a tener que hacer una cárcel, en azul, para todos ellos; la esperanza se desvanece y la ilusión se disipa.

Y es que son los mismos perros, con distintos collares. Ahora, se escupen y luego, se besan. Son los políticos del engaño, tanto PSOE como PP. Públicamente se escupen y en privado, acuerdan y negocian, para que ni se les toque el sagrado sueldo, ni se les acabe el chollo. Políticos, camaleónicos, que se adaptan a lo que la ciudad quiere oír.

Y yo, me pregunto, ¿qué sería de esta casta de trepas y estómagos agradecidos, sí se les tocase el sueldo? ¿Por qué, ninguno de ellos, renuncia a su sueldo y lo ceden al presupuesto municipal? No hago demagogia, ni escribo frases baladíes. Y es que estamos cansados de ver cómo, los políticos, se arriman a la Política, para vivir y servirse de ella, y no para que viva el pueblo y le sirvan en la solución de problemas y en las carencias de las necesidades. Aunque no me guste ni el personaje, ni la manera de gobernar, ¿cuándo veremos en Mérida a un político, como Trump, que no necesite la política para vivir y que vengan con verdadero espíritu y énfasis de vocación pública? ¿Por qué no ha habido nunca un alcalde, en Mérida, que se dedique a su ciudad y no, a servirse de ella?

Por otra parte, ¿dónde está el negocio de Mérida? ¿En abrir locales y traer famosos y concierto? Mucho humo, mucha puesta en escena y al final, agua de borrajas y espuma de mar.

Se les acaba el plazo, al señor Osuna y su cuadrilla, para tomar decisiones con la azucarera. Dicen que son necesarias 35.000 toneladas de remolacha, anualmente. Pero ¿han hablado ya con los agricultores? ¿El 3 per cent’, dónde y para quién irá a parar? ¿Y cuándo finalice febrero, qué pasará? Pues que nos despertaremos de golpe y porrazo, de las buenas intenciones y cantos de sirenas y otro fracaso sonado más. Estamos hartos de flautistas de Hamelin. De mucha puesta en escena, para entretener, con pan y circo a la ciudad.

Y si una humilde servidora, que, contando con el respaldo de un joven, sano y fuerte partido político, CONTIGO, intenta hacer su trabajo y aportar su granito de arena, se la vapulea, aniquila y amordaza. Es indecente que, en el robusto Ayuntamiento de Mérida, lleno de pasillos, despachos, salas, antesalas, cuartos oscuros, patios y cientos de dependencias, no pueda haber un par de metros cuadrados, para poder atender a los ciudadanos dignamente y en igualdad de oportunidad, que el resto de las fuerzas con representación, en el Pleno Municipal.

Y la carpa monstruosa de la Plaza de España, para los Carnavales, ¿quién la paga? Lo veremos en próximas entregas.

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