Luis Manuel Sánchez González

Arqueólogo


Aunque este “fenómeno” no es nuevo, con la evolución turística de los últimos años se ha producido un aumento del número de publicaciones turísticas, llámese dípticos, trípticos o guías, que intentan adentrar al interesado turista en la historia y costumbres de una población o región determinada y en la que los ayuntamientos u otras administraciones suelen invertir en ocasiones importantes cantidades de dinero.

Estas publicaciones, como podemos ver en numerosas ocasiones, suelen tener un diseño atractivo, con una lectura clara y breve, con una información concisa, amena y ágil. E incluso con una traducción al inglés y algún otro idioma para los turistas internacionales.

Hasta aquí está todo bien, y es algo de lo que nos tenemos que alegrar e incluso enorgullecer. Sin embargo, si nos adentramos en el texto propiamente dicho y la información que aporta, nos damos cuenta de que en demasiadas ocasiones nos encontramos con información errónea plagadas de incongruencias, falsos históricos, anacronismos muy alejados de un absoluto rigor histórico que es el que debe seguir y regir este tipo de publicaciones. También debo decir que, según mi experiencia, este tipo de publicaciones están más presentes en poblaciones y regiones menos turísticas. Aunque esto no debe ser una excusa.

¿A qué se puede deber esto? Pues sencillamente a que en este tipo de actividades, al igual que sucede en la mayoría de cosas que nos rodean, lo que más importa es el dinero. Así, para elaborar estas publicaciones, se suele contratar a personas que, o no le interesa lo más mínimo la historia o incluso el turismo, o no poseen ni la más mínima preparación académica relacionada con la Historia o la Historia del Arte que es un tipo de disciplina que te enseña, o eso pretende, a buscar información e investigar sobre procesos históricos, historia de monumentos, o acontecimientos destacados que son la información más atractiva para este tipo de turistas.

¿A qué conduce esto? A una desinformación que, aunque no sea muy grave, denota una falta de interés y calidad turística por parte de las administraciones que la costean y que sin lugar a dudas conducen a una mala imagen preocupante.

Lo correcto sería contar, a la hora de realizar estos dípticos, trípticos o guías turísticas, y aunque en ocasiones tampoco sea la solución, con profesionales preparados en alguna de las ramas relacionadas con la Historia, Historia del Arte o Turismo que, con casi total seguridad, realizaran trabajos más exhaustivo, más reales, con información más veraz y contrastada,y que aumentarán la calidad turística de la zona. Aunque claro, contratar a profesionales seguramente aumentará el coste de estas publicaciones.

También a ello podría ayudar que las administraciones que financian este tipo de publicaciones pusieran más interés en la información que recogen, ya que, en cierta manera, también con ellas va la imagen de estas administraciones.

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