Álvaro Vázquez Pinheiro

Portavoz IU – Ayto de Mérida


 Una de las acusaciones más recurrentes por parte de los detractores de cualquier gobierno es la práctica del favoritismo. En España ha sido una constante histórica desde los tiempos del caciquismo sobre el que se asentaba el gobierno de turnos instaurados desde el último tercio del siglo XIX. Extremadura nunca ha sido ajena a esta realidad, y Mérida, por supuesto, tampoco.

La receta habitual para terminar con este problema parece sencilla: cambiar el gobierno, desalojar del gobierno a los que utilizan los recursos y las facultades públicas para beneficiar a los suyos, o incluso así mismos ¿pero que ocurre cuando tras el cambio el favoritismo persiste?

Durante la legislatura pasada algunas de las actuaciones del gobierno anterior mostraban evidencias palpables sobre la presencia de este problema en las decisiones municipales, basta con mencionar la política de personal, el nombramiento de determinados funcionarios, o más de un proceso de adjudicación para constatar el peso de los favores prestados o debidos en muchas de las cosas que terminaron por pasar para darse cuenta de todo ello.

Y eso no es lo peor, lo peor es que el gobierno actual continúa con las mismas. Y para muestra un botón. Según declaraciones de los responsables municipales la concesión de ciertas licencias y permisos para la apertura de un hostel en nuestra ciudad se realizó en contra del dictado de la ley, y claro el empresario -emprendedores lo llaman ahora-  es una persona vinculada al PSOE. Que extraño, ¿no?. El delegado de urbanismo explicó esta situación a la decisión tomada desde el Ayuntamiento de mostrarse permisivo con el propósito de no entorpecer la viabilidad de un nuevo proyecto empresarial. Claro, ahora lo entiendo todo.

Esa es justo la razón por la que el Ayuntamiento miró para otro lado a la hora de otorgar una licencia urbanística ilegal que se concedió en agosto de 2018, a pesar de que el hostel se inauguró a bombo y platillo en junio de 2017,se  permitió además la realización de obras ilegales, y se concedieron a este hostel dos plazas de aparcamiento para su uso exclusivo, que tampoco podía conceder. El asunto alcanza su punto de comedia justo en el momento en el que uno averigua que incluso la placa de autorización de vado tampoco es legal, debido a que nunca se concedió. Es decir que el vado es por la cara. Ahí queda eso.

No es favoritismo, es permisividad, compasión, una expresión como otra cualquiera de buenas intenciones y sentimientos tan dulces como el merengue o la trufa de limón y coco, como la piña colada, así es nuestro querido gobierno municipal. Dulce como el arrope con miel.

Pregunta: ¿es justamente esa definición de permisividad la que explica el desarrollo de los procesos selectivos en el Ayuntamiento de Mérida? ¿es esa muestra de generosidad la que se pone de manifiesto cuando la policía local vigila constantemente el horario de cierre de unos locales, pero no tanto la de otros? ¿es por ello que las empresas privadas que gestionan los servicios públicos privatizados hacen lo que les da la gana? Haberlo dicho antes, yo pensaba que se trataba de clientelismo, incompetencia, falta de organización de los servicios municipales, amiguismos, en fin…, ese tipo de cosas. Ahora ya me quedo más tranquilo.

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