Felix Pinero

Periodista y escritor


Poco le faltó al Imperio Romano para que el signifer (soldado que portaba el signum, estandarte de la centuria) anunciara –como hoy lo hacen los altavoces de los trenes– que la próxima estación a la que habrían de llegar las legiones no era otra que Augusta Emerita, a orillas del Anas (Guadiana), la ciudad fundada en el año 25 a. C. por el legado Publio Carisio, por orden del emperador Augusto, para asentar en ella a los soldados licenciados (eméritos) de las legiones X Gemina y V Alaudae, tras finalizar las guerras contra los cántabros y astures.

El Imperio construyó en sus territorios una serie de calzadas o vías para comunicar ciudades importantes, al objeto de asegurar los movimientos de tropas y el cobro de impuestos, entre otras funciones. La red constituye, de este modo, una especie de mapa de carreteras, anticipo de los que, en el futuro, se publicarían para guía de carreteros y automovilistas para circular por el territorio.

El geólogo cacereño Juan Gil Montes presentó una comunicación al II Congreso Europeo de las Obras Públicas Romanas, celebrado en Tarragona en 2004 en la que afirmaba que «las calzadas empedradas (viae delapidae) eran las vías públicas principales del Imperio» y sostenía que «la Vía de la Plata, verdadera carretera de su tiempo por las excelentes características técnicas que muestra su trazado», se ajustaba a una tipología de la infraestructura, planificada y construida para permitir el tráfico rodado «que asegurasen recorridos rápidos, cómodos, seguros y duraderos, especialmente adaptados para el tránsito rodado de carros y caballerías de carga y tiro».

La capital de la Lusitania romana –una de las tres provincias de Hispania, junto a la Betica y la Tarraconensis– estaba unida al resto de las ciudades de la península por dos vías principales: la Vía de la Plata y el Itinerario Antonino A-25, que la unía con Caesaraugusta (Zaragoza).

La Vía de la Plata, llamada Iber ab Emerita Asturicam (camino desde Mérida a Astorga, antigua Augusta Asturica) comenzó a construirse en el 39 a. C. por orden de Augusto, según el profesor Montero Barrado . La calzada de Mérida a Astorga tenía una longitud, según el citado estudio, de 313 millas; es decir, unos 463 kilómetros, y su anchura oscilaba de cuatro metros y medio a seis metros. La duración total del tránsito estaba calculada en unas quince jornadas. Su trazado ha sido utilizado hasta el pasado siglo XIX, en que se empezaron a construir las carreteras. La medición de las distancias se basaba en la llamada milla romana, 5.000 pies, equivalentes a 1.000 pasos militares. Teniendo en cuenta que a cada pie se le daba una media de 28,6 centímetros, una milla romana serían 1.479 metros y 23 centímetros. Añade el citado estudio que, para conocer las distancias se colocaban los miliaria, conocidos como miliarios, columnas cilíndricas de piedra hechas de una sola pieza, de 2 metros de altura y de 40 a 60 centímetros de diámetro. En la parte superior se escribía el nombre del emperador que hizo la obra y, en la inferior, el número que le correspondiese por la distancia. En la calzada de Augusta Emerita hasta Augusta Asturica había entre 180 y 183 miliarios.

La otra gran vía de comunicación que unía a Augusta Emerita era la conocida como la Iter ab Emerita Caesaraugustam (camino de Mérida a Zaragoza), pasando por Toletum y siguiendo por el Valle del Jalón. Salía de Augusta Emerita con dirección a la antigua N-V, a la que acompañaba durante un trayecto, pasando por Trujillanos, San Pedro de Mérida, Venta de la Guía, Miajadas, Escurial, Villamesías, Puerto la Cruz, Turgalium (Trujillo) y, probablemente, Augustobriga (Talavera la Vieja). Conocida como el Itinerario Antonino A-25, o Ítem 25, era una calzada romana de la época de Augusto, que unía la meseta y el Valle del Ebro a través del camino natural que discurre por los valles del río Henares y del Jalón.

Hasta el siglo XX, las carreteras nacionales no sustituyeron los mapas romanos y hasta el XXI no hemos tenido las grandes calzadas conocidas como autovías. El tren continúa siendo el primero construido, de finales del XIX; pero los puentes romanos de Mérida y Alcántara continúan ahí, desafiando al tiempo, mudos testigos de la historia del Imperio… Próxima estación: Augusta Emerita. ¿Cuándo lo oiremos en el AVE prometido para 2010? Los romanos ya lo habría terminado…

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