Pedro Acedo 

Portavoz PP  – Ayto de Mérida


   El 31 de mayo de 1987 obtuve mi primer Acta de concejal que me permitió acceder al Ayuntamiento de Mérida. Fui de número tres como edil independiente en las listas de Alianza Popular (AP). Obviamente, no ganamos, ya que por aquellas fechas el PSOE arrasaba en la mayoría de los municipios y en Mérida no fue distinto. Salió como alcalde Antonio Vélez y el portavoz de AP fue Pérez Garrido. Desde aquel día hasta y hasta hoy, han pasado casi 32 años. Una vida. 

   Elegida ya la candidata del Partido Popular para las elecciones municipales, que se celebrarán el próximo 26 de mayo, es el momento de anunciar mi renuncia a seguir en la Corporación Municipal a partir de esa fecha.

   Han sido 28 años (no me presenté en 2007) en los que lo he dado todo por Mérida. Que la Ciudad se ha convertido en una gran capital es tan evidente que hasta la mayoría de mis “enemigos” lo reconocen.

   En 1987 Mérida era un pueblo grande, hoy es una gran capital verde, deliciosa para pasear e ir en bicicleta, muy agradable de ver, de visitar y de vivir. Muchos hemos contribuido a que así sea. Yo también. Y me siento orgulloso de ello.

   Mi firma está ahí, en mil proyectos que se convirtieron en realidad. Me siento tranquilo y en paz por el deber  cumplido, por el resultado de tanto esfuerzo y por tanta gente buena que me he encontrado por el camino.

   Muchos me han pedido que les dijera lo más destacado o lo que a mí más me ha gustado de todas mis actuaciones como alcalde durante los 16 años que lo fui. También me han preguntado qué es lo mejor que le ha sucedido a Mérida en los últimos 40 años, desde la aprobación de la Constitución Española. Y no me es fácil responder porque la realidad es que son muchas y cada uno de los hechos que han ido sucediendo y realizándose tienen su propia historia, pero hay un acontecimiento trascendental que destaca, sin duda alguna, y fue el nombramiento de Mérida como Capital de Extremadura.  Fue posible por un gran consenso;  pero el alma de aquel nombramiento histórico fue Juan Carlos Rodríguez Ibarra.  Yo, nada tuve que ver, no estaba en política, pero me alegré igual.

   No obstante, mi gestión como alcalde ha tenido que ver con acontecimientos e infraestructuras claves para nuestra ciudad, y tampoco me gusta que me quiten ese reconocimiento. Recordaré siempre mi intervención decisiva para que se hicieran esos dos grandes proyectos que convirtieron a Mérida en una de las ciudades más verdes de España. Me refiero a las obras de los ríos Guadiana y Albarregas.

   Cuando salí elegido alcalde, mi primera obsesión fue nuestro río Guadiana. Yo era del Río, no en vano me crié junto a él: pesqué pardillas en la pesquera y bogas en el desembarcadero, me tiraba  de cabeza desde las pilastras del Puente de Hierro, cruzaba el Río a nado todos los días del verano, y viví allí, en el Molino de Pancaliente.

   En 1997, con José María Aznar de Presidente, se me presentó una ocasión de oro y la aproveché. Me llamó Vicente Sánchez Cuadrado, senador y portavoz del PP en la Asamblea de Extremadura, diciéndome que el director general de Presupuestos  le había hecho caso para invertir en Extremadura, que además había algunas bajas importantes, y que si tenía algún proyecto avanzado podría entrar. Al día siguiente estaba en su despacho del Senado con los proyectos del Río que en los años 80 habían redactado los ingenieros y arquitectos de Confederación Hidrográfica del Guadiana. Y logré que esos proyectos entraran en los Presupuestos de ese año. Y así salió esa gran obra.

   Hoy se vive de cara al Guadiana y, aunque ya nadie cruza el Río a nado, ni existe la Pesquera, ni hay pardillas ni bogas, ni están las barcas de Chiqui, sí se modernizó, embelleció y adaptó para el disfrute de todos.

   Algo parecido podría contar del río Albarregas, que el 6 de Noviembre de 1997 sufrió un terrible desbordamiento. Tras “mil reuniones”, y en 2003, con financiación del Estado y local concluyó esa magnífica obra, con un responsable  e inteligente encauzamiento, 5 nuevos puentes y otro corredor verde y pulmón para la ciudad de Mérida.

   Son muchos años de transformación para destacar todo lo que cambió nuestra ciudad, para describir detalladamente cómo pasó de ser un pueblo grande a una Gran Ciudad.

   Recuerdo también el espectacular cambio del scalextric por las actuales tres  fuentes, las profundas remodelaciones de la Avenida de Portugal, de la Plaza de España, de la barriada de Nuestra Señora de La Antigua y otras muchas barriadas, de plazas y calles en torno al Teatro Romano, de más de 40 calles que se peatonalizaron, de acerados amplios y con árboles, de mejora de toda la iluminación de la Ciudad, de innumerables rotondas, de limpieza, de autobuses urbanos… Convertimos a Mérida en una ciudad moderna.

   En estos momentos, no sé si plasmaré por escrito algún día las miles de anécdotas y hechos importantes para la Ciudad y para mí que he vivido en este largo  período de tiempo. Me siento también muy orgulloso de haber sido la persona que más tiempo ha estado como concejal en el Ayuntamiento de toda la historia conocida de la Ciudad y también el que más tiempo ha sido alcalde de Mérida en democracia, incluyendo todos los periodos democráticos.

   Os digo adiós con algo de pena por el fin de un largo ciclo, pero con mucha alegría por el futuro y por comenzar una nueva etapa ilusionante en todos los sentidos. Sólo me quedo con lo bueno, de lo demás ya no me acuerdo.

   Y un recuerdo especial, muy especial, hacia mi padre, que murió hace 33 años y que fue concejal de Hornachos. De alguna manera le copié su afición por la política. Y, por supuesto, un recuerdo para todos los concejales de mis diferentes Gobiernos, todos partícipes de la transformación de Mérida. Sin olvidarme de mis compañeros alcaldes y de todos los ediles de las diferentes corporaciones. Sin duda, entre todos hemos hecho, estamos haciendo, esta gran Ciudad.

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