Cristina Martín Sánchez

Concejal del GM Ciudadanos Ayto de Mérida



Tras dos veranos de mascarillas, restricciones y una pandemia que parece no tener fin, España se encamina hacia el primer verano relativamente normal desde que el coronavirus llegara a nuestras vidas en marzo de 2020.

Por lo general, desde que tenemos uso de razón, las personas nos pasamos todo el año deseando que llegue una estación: el Verano. Coger vacaciones, descansar, disfrutar del clima, la oportunidad de viajar, hacen que esta época del año se convierta en algo muy deseado. Y es que las vacaciones no solo son un paréntesis obligatorio y muy recomendable. Son esenciales para recuperar la productividad en nuestras actividades diarias y valorar correctamente la importancia del trabajo y de la rutina. También, por supuesto, la importancia del descanso y conectar con nuestra vida privada que tantas veces dejamos como algo secundario. Un período que yo definiría, no ya como obligatorio, sino como de una auténtica necesidad, tanto para nuestro cuerpo, como para nuestra cabeza. Unas semanas, unos días propicios para desconectar. Esto no implica olvidarse por completo del teléfono móvil o del ordenador, pero sí dar prioridad esa cerveza con los amigos o esos momentos de desconexión a la orilla del mar o en la montaña.

Debo decir que escribo también pensando en los que no tienen la suerte de disponer de estos días, porque no tienen trabajo. Tampoco me olvido de los autónomos que, sencillamente, no tienen vacaciones porque nadie se las paga, salvo que puedan permitírselas. Y no dejo de enviar mi comprensión a quienes les ha sido imposible, porque, en su empresa y en el ejercicio de su oficio, les era inviable abandonar su deber profesional. También habrá quien no pueda irse de vacaciones por los manotazos de la debacle económica, o quien haya estado teletrabajando durante los últimos meses, con los niños en casa y sin ningún tipo de ayuda.

Y no es por desanimar, pero tanto para uno como para otros, el recién estrenado verano de 2022 será el más caro de nuestras vidas, en el que gastarás más que nunca en comer, viajar y dormir mientras se multiplican las señales de alerta en la economía. Y es que cada vez son más las voces que alertan de que Europa está a las puertas de una recesión, golpeada por un lado por la amenaza de un corte de gas ruso y, al otro, por una inflación que desangra desde hace meses el bolsillo de los hogares españoles.

Aunque parece ser que esto tampoco frena las ansias de ir al chiringuito en la playa, o del chapuzón en la piscina. Podemos decir que en este país somos muy de Carpe Diem, y España encara un verano récord, a pesar de todo lo halagüeño que nos rodea.

En conclusión, el verano constituye para gran parte de la población una época asociada a la felicidad y el bienestar, ya que se asocia automáticamente con vacaciones, descanso, buen clima, viajes, tiempo libre y disfrute de la vida. Es esencial vivir el momento sin pensar en lo que nos espera una vez se acaben las vacaciones y ser capaces de desconectar de las rutinas y las obligaciones en la mayor medida posible, centrándonos simplemente en disfrutar y descansar, porque ello supone un enorme beneficio para nuestra salud física y mental.

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