Félix Pinero

Periodista y escritor

Es Académico Correspondiente de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes


Andrés Valverde López (Mérida, 19/04/1911; 27/08/1993), ginecólogo de profesión, fue nombrado Hijo Predilecto de Mérida por el Pleno Municipal el 30 de mayo de 1981, que además le concedió la Medalla de Oro de la misma, “en mérito a su labor de entrega total a su profesión, con especial dedicación a la clase trabajadora y admirable espíritu de sacrificio, extendiendo su labor no solo a Mérida, sino también a su cargo y Tierra de Barros”, a propuesta del alcalde accidental, señor Calle Grajera, en la sesión celebrada por la Comisión Permanente de fecha 30/03/1981.

El Dr. Valverde López cursó los estudios primarios en el antiguo Colegio de las Josefinas, en la calle Obispo y Arco, y en el colegio de Santa Ana. Cursó la carrera de Medicina y Cirugía en la Universidad de Sevilla. Al finalizarla, el 29 de mayo de 1934, fue médico interno de la Facultad de Medicina, en la cátedra de Ginecología del doctor Recasens (1934). Ejerció como ginecólogo en Mérida desde 1936. Se incorporó al Colegio de Médicos de Badajoz el 27 de febrero de 1936. Fue tocólogo y director de la Casa de la Madre desde el 16 de diciembre de 1937 hasta su desaparición. Ingresa en el Seguro Obligatorio de Enfermedad el 5 de noviembre de 1943. Dirigió el Hospital San Juan de Dios durante más de treinta años con una entrega absoluta, hecho más destacado de su vida profesional. El 10 de octubre de 1956, el Colegio Provincial de Médicos de Badajoz le impone la Medalla al Mérito Colegial. Durante la Guerra Civil fue teniente médico en el Batallón de Infantería de Montaña Simancas-40 (Gijón), en el que permaneció hasta 1940. Estaba en posesión de la Cruz del Mérito Militar.

Andrés Valverde López pertenece a la quinta generación de una dinastía de ocho generaciones ininterrumpidas de médicos. Dos de sus hijos fueron médicos también: Andrés, director y jefe del Servicio de Traumatología del actual Hospital de Mérida, y José, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del mismo centro desde su apertura hasta su jubilación. Asimismo, sus dos hijas, Matilde y Joaquina, han pertenecido al ámbito sanitario como ATS.

En una entrevista realizada por un cronista oficial de la ciudad, recordaba su vida y momentos principales. Desde 1934, en que terminó la carrera, iba con frecuencia por el hospital a ayudar a mi padre y mi abuelo, decía… Tras el fin de la contienda, llevó la Casa de la Madre, fundada por Alfredo García de Vinuesa. Allí creó una de las primeras escuelas de España de diplomados en Enfermería, Matronas y Practicantes. Ejerció la Medicina durante cuarenta y siete años. “Al principio iba a atender el hospital, algunas consultas particulares, después beneficencia, ya que mi padre tenía muchísimo trabajo, y ayudando a mi padre en ginecología”. Estimaba que, a lo largo de su vida profesional, habría atendido a unas cincuenta mil pacientes, parturientas y enfermas. “Mi mayor amargura, confesaba, fue el cierre de la Casa de la Madre y ahora, el Hospital. Era mi vida.”

En 1941 contrajo matrimonio con Matilde Alarcón Sánchez, enfermera voluntaria de Cruz Roja de soltera. De este matrimonio nacen cinco hijos; Andrés (1942), José (1944), Matilde (1947), Juan Carlos (1953) y Joaquina (1957), que le dieron diecinueve nietos.

El viernes 27 de agosto, a los 82 años de edad, tras pasar tres meses de decadencia física, falleció al mediodía. Cientos de personas acudieron a su funeral, celebrado en la basílica de santa Eulalia, al día siguiente. Entre los asistentes se encontraban el alcalde de la ciudad, Antonio Vélez, que dejó sus vacaciones en Nerja para acudir al acto .

El homenaje y la entrega del título y la medalla tuvieron lugar el día de la festividad de la patrona de Mérida (10 de diciembre de 1981), según una información publicada en el mismo periódico, que recogía de esta manera el acto: “Quinientas personas acudieron a una cena que se le ofreció en el polideportivo del Instituto, en la que el ginecólogo hizo un recorrido por sus cuarenta y siete años de profesión, que llevaba a sus espaldas en aquel momento. Dio gracias a las numerosas personas que le habían ayudado y pidió perdón para los que de él tuvieran alguna queja.”

En su discurso de agradecimiento dijo: “Hoy es para mí uno de esos días que quedan marcados a fuego en la memoria de cualquier persona, porque esta avalancha de intensas emociones lo harán indeleble al paso del tiempo… Por una parte, digo en estos días el adiós definitivo a la profesión que tanto he amado y que ha sido durante más de cuarenta y siete años la trama, el objetivo y la justificación de toda mi existencia. Por otra parte, recibo hoy el don más preciado a que puede aspirar un hombre: el cariño manifiesto y el respeto de su pueblo… Ni quiero ni puedo en estos momentos arrojar de mi memoria a tantos compañeros que durante mi vida profesional me han dado el ejemplo constante de eficacia y pundonor…A tantas matronas y enfermeras que han colaborado conmigo y de las que he recibido auténticas lecciones de entrega y sacrificio cerca del dolor ajeno. No puedo, si me lo permitís, dejar de evocar la memoria de mi padre, de quien aprendí la manera de amar el oficio y a mi pueblo, con el mismo afán que yo he pretendido enseñarlo a mis hijos. A todos les ofrezco en vuestro nombre este homenaje.”

Tras el acto se descubrió una plaza en la calle dedicada a su abuelo Félix Valverde Lillo.

En un artículo publicado en el mismo diario, el ginecólogo emeritense Francisco R. Blanco decía de su “admirado maestro, amigo y hombre ejemplar, el doctor Andrés Valverde López” quien, tras ejercer la Medicina durante 47 años, fue “continuador de una saga de buenos médicos extremeños que durante generaciones ejercieron con reconocimiento general su profesión”.




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