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Carmelo Arribas Pérez




EL FONDO ARTÍSTICO DEL AYUNTAMIENTO.

I-EL CUADRO DE FERNANDO VII



Hace ya bastantes años, se pensaba hacer una exposición con los fondos artísticos del Ayuntamiento, y se me pidió ( por amor al arte, nunca mejor dicho) realizar una especie de catálogo de las piezas que había. Esto me permitió   hacer un pequeño inventario y poder estudiarlas, para convertirlas en algo entrañable, porque tras de cada una, siempre se oculta una historia.

Al final, esa exposición no se realizó, pero quedó ese estudio, resumido. Cierto que no había piezas de gran importancia, y en aquel momento, no muy bien conservadas, y puede que no alcanzaran un gran valor económico en una sala de subastas, pero forman parte de nuestra historia y tienen tras de sí, unos elementos que nos recuerdan circunstancias de otras épocas y eso no tiene precio.

Un 21 de junio de 1813, se acabó, con la batalla de Vitoria la presencia de los franceses en España. El 13 de marzo, de 1814, comienza la vuelta de Fernando VII.  Es evidente que quiere ser popular y para ello su    retrato debería encontrarse presidiendo los más posibles Ayuntamientos. En aquel momento, el pintor de Corte, era Vicente López. Al que Fernando VII había nombrado primer pintor de Corte en 1815.

En esta búsqueda, para saber más de este cuadro, encontré en el libro de Acuerdos de 1817, y firmado por el mismo Vicente López, un recibo por el pago de 4000 reales de vellón por este retrato, que con algún cambio, es una copia del que existe en el Museo del Prado, posiblemente realizado en su taller y rematado por el mismo Vicente López, que como era habitual en él no firma.

Hacía poco tiempo que se había acabado la Guerra de la Independencia y por los relatos de los que visitaron la ciudad de Mérida, a esta la dejaron los franceses totalmente destruida, así es que no deja de ser llamativo el que pudiera hacerse este gasto, importante, como era la adquisición del retrato.

Pero a la adquisición, según parece se le dio una gran importancia, porque: “la colocación y presentación del mismo, se realizó el martes 14 de Octubre del 1817, cumpleaños del rey, celebrándose esta con festejos populares”

Mérida según el trabajo de José Montero Omenat durante siglos, estuvo inmersa en una situación de parálisis demográfica, en el sentido de que sus dimensiones, y su peso en la región, se mantuvieron más o menos constantes a lo largo de buena parte de la etapa medieval y moderna. Y básicamente así se va a continuar en los dos primeros tercios del siglo XIX, sobre todo si lo comparamos con lo que ocurrirá después. Y es que la importancia demográfica de Mérida era muy escasa en el conjunto provincial: diecinueve poblaciones la superaban en número de habitantes en 1857.

Sin embargo se nota un cambio importante, pues ya en 1842, tiene 3780 habitantes. Pero no en 1811, cuando está sufriendo todavía las consecuencias de la Guerra de la Independencia y se instalan en la ciudad y alrededores, nada menos que: ¡14000 soldados¡, lo que produce un agotamiento de los recursos,  pero para alivio de la población,  estuvieron poco, aunque poco después, el 21 de mayo se comunica  a la población de Mérida, el triunfo de los ejércitos españoles, portugueses e ingleses, en la batalla de la Albuera, pero juntamente con esta noticia venía una petición para que proporcionara urgentemente, toda clase de suministros para los ejércitos. Todo esto nos muestra el estado en el que quedó Mérida ciudad y sus habitantes tras el final de la Guerra, arruinada. De ahí que el hecho de comprar el cuadro de Fernando VII, nada menos que realizado por el pintor de Corte,   mostraba dos aspectos, por una parte el deseo de tener un retrato del Rey español, cuya imagen recordaría el final de los tiempos de la presencia francesa  y el hecho de poder pagar 4000 reales de vellón, indicaba que la economía había mejorado, lo que se puede apreciar en el crecimiento demográfico, ya que en 1857, tenía 5605 habitantes.

En el cuadro, posiblemente una “copia”, del retrato oficial que realizó en 1814/5, hay algunas cosas distintas, porque cuando pinta el original el Rey tenía 30 años, y en el que realizó en 1817, eran 33. En el retrato, va de uniforme de Capitán general, con la Banda de Carlos III con la placa de la misma y las de Isabel la Católica y S. Fernando, y al cuello lleva el Toisón de Oro.

No hay duda de su paternidad, cuya existencia consigna D. José Ramón Mélida en su “Catálogo Monumental de España” en donde también documenta sus medidas. Pero el tiempo hizo estragos en él y por hallarse en lamentable estado se envió en 1975, a Madrid, cuya restauración hizo D. Manuel Gumucio.

No parece que esta restauración fuera muy respetuosa con la pintura original, porque el 13 de marzo del 2019, se entregaba, en el Ayuntamiento, la realizada por el Centro de Conservación y Restauración de los Bienes Culturales de Extremadura y Marián González, la restauradora, destacaba que por  “ el proceso que se ha seguido con la obra que luce ahora sus colores originales en todo su esplendor, “que ha habido que restaurar una anterior restauración que se le había realizado”.

Sin duda es el cuadro que más valor posee el Ayuntamiento, pero también hay otros que se encuentran el edificio y que tienen tras de sí, unos períodos de la Historia de Mérida, muy interesantes y que siempre es importante conocer,  para apreciar lo que en la actualidad se tiene.

 

Carmelo Arribas Pérez

 

 

 

 

 

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