Fran Medina Cruz


          Ladies and gentlemen, niños y niñas, y todos los presentes en este gran teatro de absurdos, les traemos el show más esperado, ¡El Circo del Dinero Público! Un espectáculo donde los trucos de magia son reemplazados por trucos contables y donde los aplausos se convierten en críticas mordaces.

        Hablemos de esos políticos que, con la misma facilidad con la que cambian de chaqueta, cambian de discurso sobre la gestión política. Algunos de ellos parecen creer que el dinero público es como un cajero automático del que pueden sacar billetes cada vez que lo necesiten para sus caprichos personales. ¡Alerta! ¡Esa máquina tiene límites y nosotros estamos observando cada movimiento! ¿Y qué me dicen de esos políticos que presumen de tener una cartera abultada, de Ministerio o cargo pero que, en realidad, es más falsa que un billete de tres euros? Esos mismos que adornan sus currículum como si fueran piezas de arte, pero cuando las analizas con detalle, descubres que tienen más agujeros que un queso gruyere. ¡Ay, políticos! ¿Por qué no nos sorprenden con acciones valiosas en lugar de adornar sus currículums con logros imaginarios?

          Pero no todo es drama y frustración en este gran circo. También tenemos a los equilibristas, aquellos que caminan por la cuerda floja entre la legalidad y la ilegalidad, haciendo piruetas con contratos, licitaciones y fondos públicos. ¡Vaya destreza! Pero, ¿qué tal si este año, en lugar de equilibrarse en la delgada línea de la ética, deciden caminar con los pies firmemente plantados en el suelo? Y no olvidemos a los leones, aquellos ciudadanos que rugen de indignación ante cada nuevo escándalo de corrupción, esperando que algún día, esos leones de la justicia, despierten y hagan valer la ley como debe ser. Pero que se tapan la nariz a la hora de realizar su voto.

          Así que, queridos espectadores, mientras disfrutan de este gran show, recuerden que el verdadero poder no está en manos de los magos que hacen desaparecer nuestro dinero, sino en cada uno de nosotros, en nuestra capacidad para exigir transparencia, responsabilidad y honestidad. Por eso, alzamos nuestras voces y nuestros deseos para el próximo año: ¡Menos trucos y más acción! ¡Que la conciencia social deje de ser una moda pasajera y se convierta en el motor que impulse un cambio real y significativo en la gestión pública!

          En conclusión, ¡feliz año nuevo! Que este próximo ciclo nos encuentre más unidos, más informados y más decididos que nunca a construir un futuro donde la honestidad y la justicia no sean actos de magia, sino realidades palpables para todos. ¡Salud!

          Y recuerden, si nos les gusta lo que ven, es que no fueron hábiles a la hora de buscar.



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