Pedro Acedo


Se va el verano y hacemos balances, muchos balances, de cómo nos ha ido en la última y seca estación estival. Y, obviamente, a nuestro alrededor encontramos de todo. Pero salvo los que se nos han ido, este último verano es un poco como los demás, los más optimistas ven siempre la botella medio llena y los más pesimistas medio vacía, o sea más de lo mismo. Pero siempre hay matices. Y como es el caso, no menos importantes. A ellos quiero referirme. A esos que nos afectan directamente a todos los emeritenses.

El verano turístico de la capital extremeña ha sido bueno. No nos hacen falta balances ridículos de la concejal de festejos o de turismo, o del mismo Osuna recreándose en la cantidad de turistas que han llegado a la Ciudad. Es verdad que hemos visto mucha gente en las calles y a los negocios que viven del turismo, en general les ha ido mejor. Es cierto que nuestro Festival de Teatro clásico con un buen programa y dirección de Jesús Cimarro ha tirado del carro. Lo mismo que el Stone Music con la también buena dirección y programación de Carlos Lobo. Por cierto, el gobierno municipal podía ser más humilde y presumir menos de festivales que ya estaban ahí y otros iniciaron y promocionaron sin darse tanto boato . También el de música y con la misma dirección, aunque le hayan cambiado el nombre para parecer que lo han inventado ellos. De la misma manera Emérita Lvdica es cada año más atrayente y exitosa y ya es una explosión de popularidad. A ver si algunos no la manipulan ni la politizan y se lo cargan como hicieron con los carnavales.

Decía lo de la humildad municipal porque Mérida ya estaba ahí cuando llegaron ellos; ahí estaba nuestro Teatro Romano, nuestro Festival clásico y el de música; ahí estaban nuestros exuberantes monumentos y nuestro nombramiento de Patrimonio de la Humanidad en el 93 y del grupo selecto de Ciudades Patrimonio Mundial en 2006; ahí se han encontrado con una ciudad transformada y convertida de pueblo en una auténtica capital. Se han encontrado ni más ni menos con la Capital de Extremadura.

Así que menos presumir y menos propaganda infantil y más trabajar. Cuatro parches no definen un buen proyecto de ciudad. Mérida es más que derribar un edificio en la rotonda de las Abadías, mejorar tres calles o comprar el antiguo convento de las Concepcionistas. Mucho más.

Ya sabemos que el turismo ha funcionado en toda España, no solo en Mérida. Lo hemos visto con nuestros propios ojos y es hasta molesto que se lo apunten como éxito propio cuando la verdad es que después de la pandemia, todos estábamos locos por salir y viajar.

Por lo tanto, el turismo en Mérida, en Extremadura y en España,

bien en general y aunque nuestros dirigentes se hubieran esforzado en gestionar mal, el sector turístico hubiera funcionado igualmente. Y mal en el resto de las competencias municipales: gran lío con los veladores y persecución interesada a los no amigos, lentitud burocrática incomprensible , impuestos insoportables, suciedad evidente y más en Proserpina…y lo más importante, muchos inversores huyen de Mérida por terror al Consorcio. Se está limitando nuestro crecimiento por la dictadura del ente público. Tanto es así que se está formando una asociación para defenderse colegiadamente de dicho organismo. Alguien tiene que hacer algo para que estos señoritos no paren la Ciudad. Un detalle, no de menor importancia: Mientras Badajoz está llena de grúas construyendo edificios de todo tipo, en Mérida no se ve ni una. Menos mal que estos no pueden impedir que el turismo se mueva y visite nuestra ciudad. Por último: termina el plazo que dio Osuna a la invisible Azucarera. ¿Dónde está la promocionadísima Azucarera? me temo que sea como la Ciudad de los Mayores, la nueva Estación Intermodal del AVE, el Museo Visigodo o la Delegación del Gobierno. Adiós verano, adiós.




 

 

 

 

 



 

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