Pedro Acedo


Si se lo preguntamos a los grandes partidos o al forofismo militante responderán que no con rotundidad, sobre todo si el nuevo partido puede captar votos de su ideología. Sin embargo yo creo que sí, tanto en Mérida como en cualquier otro lugar de España. Si no fuera así y cuando los partidos demuestran su falta de democracia interna o traicionan sus compromisos con los electores, estos no tendrían otra opción que no votar. Y, por supuesto, no reconocer el derecho constitucional de cualquier español a fundar un partido y optar libremente a unas elecciones, siempre que cumpla con los requisitos legales, es interesado o retrógrado.

No es necesario recordar casos de promesas incumplidas y escándalos nacionales que, efectivamente, propiciaron la aparición de nuevas formaciones políticas. Los más recientes son Podemos y Vox, aunque han sido muchos los que se fundaron y después fueron engullidos por la maquinaria de poder de los poderosos. Siempre con el mismo argumento de PP y PSOE, muy convincente por cierto si nos atenemos a los resultados: “vota al PSOE si eres de izquierda , de lo contrario tu voto no servirá de nada por la Ley D’Hondt”, misma frase del PP para convencer a los votantes de derechas.

Hasta que el personal se cansó y se dio cuenta del truco del almendruco. Así se colaron con bastante éxito Ciudadanos, Podemos y Vox. Fracasarán o triunfarán pero se ha demostrado que no hay que tragar con lo que digan los partidos al que un día votaron. Fidelidad sí, pero no cheques en blanco.

Siendo todo esto de una obviedad aplastante, no todo el mundo lo comprende, es como si los grandes partidos tuvieran un derecho de pernada consentido y muy arraigado entre los propios ciudadanos. Pero la realidad está en nuestra Ley de leyes, en nuestra Constitución. Es un derecho de los españoles asociarse si así lo desean y presentarse a las elecciones que les apetezcan. De perogrullo.

Y está demostrado que cuando los votantes se cansan que les mientan o los inflen a impuestos con malos servicios públicos, o cambien leyes por exclusivo interés electoral, buscan otras opciones. Por otra parte los partidos clásicos tienden al abuso y al dedazo de su líder de turno en la confección de candidatos para elegir a su “compañero de pupitre” en lugar de respetar sus estatutos, (obligatoriamente democráticos por exigencias de la Ley de Partidos) y elegir a los mejores candidatos propuestos por las bases. Esto que, más o menos, se cumplía antes, ya no existe. Y me llama la atención que muchos medios de comunicación den por buena esta práctica. En la actualidad nadie se pregunta cuando y cómo se elige a un candidato a alcalde. Todo el mundo acepta que sea designado por el líder de turno. A las bases que le den. Como no tiene desgaste, la forma dictatorial se va imponiendo.

En Mérida, por ejemplo, se está gobernando mal y engañando permanentemente a los vecinos. La crítica de la oposición es de una calidad más que discutible salvo alguna excepción y los partidos que podían hacer frente a tanto abuso municipal están asustados o pasan directamente de su obligación de fiscalización y oposición a la que están obligados. Y cuando esto se palpa, los vecinos que creen que efectivamente se están haciendo las cosas mal y en lugar de tener un gobierno serio, lo que tenemos realmente es un alcalde de “pan y circo”, se quedan sin opciones reales de cambiar las cosas en el mes de Mayo que se nos hecha encima.

No se trata de “salvapatrias” si no de arrimar el hombro por tu ciudad, que en mi opinión debe estar siempre por encima de siglas políticas, y si a esto añadimos que el partido al que votaste siempre, te desprecia y no te hace ni caso, no creo que lo más digno sea callarse, quedarse en casa y tragar.

Es verdad que fuera del cobijo de los grandes partidos hace mucho frío, pero no es menos cierto que hay gente todavía que se revela y que no se conforma con los abusos de los “grandes”. Hay ciudadanos que no quieren “salvar” nada, que lo que quieren es contribuir a mejorar la Ciudad y, visto lo visto, las opciones que nos ofrecen son bastante mejorables. Quizás haya gente, con un proyecto de ciudad mucho mejor que el que ofrecen los de siempre. Quizás haya gente que quiera jugar el partido del 28 de Mayo.

Es un derecho. No lo olviden.

¡Claro que cabe un nuevo partido para las próximas elecciones!

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