Antonio Luís Vélez Saavedra


Se celebra este año el aniversario de uno de los grandes artistas que ha dado nuestra tierra. No muy conocido por el gran público si lo comparamos con Luis Chamizo o Gabriel y Galán, pero que formó parte de la santa triada de los escritores de la segunda mitad del siglo XX en Extremadura, junto a Manuel Pacheco y Jesús Delgado Valhondo, la denominada como ‘Generación del 50’.

Luis Álvarez Lencero nació en Badajoz en 1923, y murió en Mérida en 1983.

De origen muy humilde, de familia campesina, trabaja como mecánico durante algunos años y estudia en la Escuela de Artes y Oficios, dirige la revista literaria Gévora, ochenta y tres números con difusión en España e Iberoamérica, y se suceden en el tiempo sus libros de poemas. En 1965, durante un año, decide trabajar en Alemania como obrero especializado y contactar con el duro mundo de la emigración. Al final de la década de los sesenta expone en Madrid, con un gran éxito de crítica e incluso de ventas. Las enfermedades le aquejan desde 1980 y en 1982 se produce su ansiado regreso a Extremadura, con una activa participación en la vida cultural y comienza su residencia en Mérida; el Ayuntamiento de Mérida con Antonio Vélez Sánchez, mi padre, como alcalde le prepara un taller de forja en la calle Anas de la capital emeritense, aunque finalmente no pudo darle uso por su temprana muerte.

Muerte que le sobrevino un 10 de junio del año 1983, hace ya 40 años, pero su obra sigue viva en sus lectores, lo que viene a demostrar esa extraordinaria capacidad del arte de sobrevivir al tiempo.

Recuerdo que yo tenía sobre 12 o 13 años cuando lo conocí, como a Manuel Pacheco, en las primeras Ferias del Libro de la democracia, desde luego que yo no tenía en ese momento conocimiento de su dimensión como artista, pero de esas ferias empezaron a llegar a la librería de mi casa sus libros de poesía. Una poesía que me pareció muy diferente a la que leía normalmente, de la que nos hablaban en el colegio de esas generaciones del 98 y 27. La de Lencero tenía una sonoridad especial, y usaba un vocabulario diferente; sus constantes identificación de la tierra y de lo cotidiano con las personas con unas palabras que difícilmente parecían acompañarse, como esas Canciones en carne viva, Llanto por una alpargata muerta, Perrocristo, o Un niño mataba pájaros son algunas de sus composiciones. Parecía entregado a domar las palabras como si fueran el metal que moldeaba en su taller, a martillazos.

Lencero nos ha reunido 40 años después de su muerte en uno de los eventos por el centenario de su nacimiento, ha sido un acto literario y un itinerario poético por la barriada que lleva su nombre y donde el residió sus últimos años.

Dicho acto ha estado organizado en Mérida por la Asociación de Vecinos “Luis Álvarez Lencero” con José María del Álamo como coordinador del evento, y el Ayuntamiento de Mérida, que siempre ha mantenido muy buena relación con la figura de Lencero.

Una de las claves sin duda de esa relación fue la adquisición en vida del creador de la famosa escultura del Vietnam 1970, la que se encuentra en la rotonda que une la Avenida Eugenio Hermoso y el Paseo Rosales, al lado del paso bajo el puente Fernández Casado para ir a la zona comercial de la Heredad. Hasta llegar a su actual emplazamiento en 2002, la escultura tiene su historia, pues pudo ir a muchos museos diferentes, incluido el MOMA de Nueva York, pero en el año 1983 el Ayuntamiento de Mérida pagó dos millones setecientas cincuenta mil 2.750.000 pesetas de la época para hacerse con la que seguramente sea la más importante obra de arte que tenemos en la ciudad. Hemos aprovechado el centenario para sanear la placa que, con el paso del tiempo, se había deteriorado bastante con el óxido.

Pero no solo el Ayuntamiento está participando en el centenario de Lencero, muy destacable es la participación de muchas asociaciones culturales, así como los nombres propios del filólogo Antonio Viudas Camarasa y de Rosa Lencero, familia del autor. También muy destacable la aportación de la Fundación CB con la edición de un libro coordinado por Moises Cayetano Rosado, donde en formato colaborativo se revisa desde diferentes facetas la figura del escritor. Para los que estén interesados pueden hacerse con el libro en formato físico solicitándolo a la fundación, y tambien descargable en la web www.fundacioncb.es . Muy recomendable.

Un artista total, ya fuera con la palabra, el hierro o la pintura, Lencero es una figura muy destacada que debemos mantener con vida por su interés cultural. La siempre pendiente publicación de sus obras completas y la recuperación de su trabajo en las diferentes revistas literarias son objetivos que debemos dejar resueltos. La obsesión del autor al final de sus días era no dejar este mundo sin ver pagadas sus deudas. Él lo consiguió, y ahora nos toca durante su centenario pagar la deuda que desde el ámbito cultural tenemos con Lencero.



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