Cristina Martín Sánchez

Concejala del grupo Municipal de  Ciudadanos en el Ayuntamiento de Mérida


Ya lo dice el refrán: “marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso”. Desde siempre, mayo ha sido el mes de las flores. El mes de mayo como símbolo de pureza y florecimiento viene existiendo desde tiempos inmemoriales. Ya los romanos celebraban las Floralias entre finales de abril y principios de mayo. Se trataba de unos festejos consagrados a Flora, la diosa de las flores, la vegetación y la fertilidad.

Este año, además del renacer de las nuevas flores, tenemos una novedad, el fin del estado de alarma. Este llegará el día 9 de mayo, poniendo fin a más de un año de toques de queda, cierres, aforos y horarios. Sin duda, los hosteleros y comerciantes han sido dos de los sectores más afectados por esta pandemia, por eso, con este toque de queda llega también ese «renacer’’ de estos sectores, que en principio verán ampliados sus servicios.

Hablando en términos generales, de las diecisiete comunidades que forman nuestro país, diez han clausurado bares y restaurantes durante el avance del coronavirus, mientras que todavía cuatrocientos mil trabajadores del sector aguardan en ERTE a que la situación mejore. Los datos en Extremadura, y en particular, Mérida, no mejoran con respecto a la media nacional, y solo hace falta echar una vistazo a nuestras calles, antes llenas de vida, para notar el azote que ha supuesto esta crisis para los negocios de todo tipo, que ahora cuelgan su cartel de cerrado.

Y es que después de todo lo vivido, estos sectores no se han visto respaldados ni por el gobierno autonómico ni por el gobierno local. Por un lado, viendo como sus aforos y horarios se reducían a más de la mitad, pero no así sus impuestos, los cuales seguían pagando religiosamente aun cuando era difícil llegar a fin de mes y pagar siquiera a sus empleados, de los cuales, la gran mayoría están como he dicho en ERTE, o directamente, en la calle.

Desde el gobierno del señor Osuna, no se ha escatimado en asfixiar continuamente a este sector, mareando con medidas y ordenanzas que lo único que han supuesto son desembolsos de dinero, que en los tiempos que corren, son imposible hacer frente.

Desembolso como el de las tasas de las terrazas, de las cuales han tenido que seguir pagando un 50 % por una terraza sin mesas. En este sentido, solo fue nuestra ciudad quien siguió haciendo caja de esta triste situación, mientras que, en Cáceres y Badajoz, se suprimió el pago durante el tiempo necesario que durase el confinamiento. A todo esto, se suma la imposibilidad de compatibilizar licencias para que un bar de copas pueda abrir como un bar normal, y así poder salvar algo del naufragio, cosa que también se ha llevado a cabo en nuestras ciudades vecinas, pero que aquí, en Mérida tampoco han estado por la labor.

Perece ser que desde el Ayuntamiento de Mérida no ha querido lanzar estos salvavidas a nuestros negocios locales cuando el agua llegaba al cuello.

Estos sectores no quieren ni más ni menos que otros, simplemente piden que se acabe con el agravio comparativo al que están expuestos, y que al menos se les escuche desde el gobierno local. Han sido muchas ya las vías que han intentado para hacerse oír de forma respetable y educada, y la única respuesta que han tenido por parte del equipo de gobierno han sido largas y negativas.

Espero de verdad que este nuevo tiempo, traiga a estos negocios la prosperidad que se merecen y que resurjan para poder contrarrestar todo el daño que han sufrido.

Entendamos que ayudar a las tiendas, comercios y bares locales animan la vida cotidiana, dan ambiente y personalidad a las calles, las llenan de gente convirtiéndolas en zonas transitadas. Pasear por un barrio con un comercio rico y una hostelería sana es ver escaparates, tránsito de personas, terrazas llenas de consumo siempre responsable, turistas, y, en definitiva, luz y felicidad para todos.

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