Marta Gervasia Garrido Moreno

Concejala  GM VOX

Ayuntamiento de Mérida


El Convento de las MM Concepcionistas fue fundado en 1588 por el emeritense Francisco Moreno de Almaraz, compañero de Francisco Pizarro en la evangelización e incorporación del Perú al Imperio Español. Desde entonces fue regentado por la Orden de la Inmaculada Concepción, Madres y Hermanas en régimen de clausura y dedicadas a la Advocación de la Inmaculada Concepción de María.

Desde 1620, todos los 8 de diciembre, los regentes municipales renovaban el voto de la ciudad a ese Dogma. Lamentablemente, la falta de vocaciones y las dificultades económicas de la Orden que impedían el mantenimiento del Convento y de su Iglesia, obligaron a su cierren allá por el año 2009. Mérida despedía con nostalgia y tristeza a “las encerradas” después de más de cuatro siglos.

En diciembre de 2019, el Ayuntamiento de Mérida, adquirió a la Congregación Religiosa de Madres Concepcionistas su enorme propiedad en el centro de Mérida, que conforma una manzana completa limitada por las calles Beatriz de Silva, Concepción, San Francisco y Plaza de la Constitución. Se desembolsaron 800.000 € en esa adquisición.

La Corporación Municipal Socialista, en lugar de demoler todos los edificios no protegidos, poner en valor los yacimientos arqueológicos que seguro ocultan para que incrementen aún más el inmenso Patrimonio Histórico de la ciudad e integrarlos en una plaza enorme diáfana y con espacios verdes, que junto a la Plaza de la Constitución y el Rincón de los Poetas, se hubiera convertido en un agradabilísimo ágora para el disfrute de los ciudadanos y turistas, eligió, en lugar de la anterior, más sencilla, pura y barata, dejar su impronta y huella en la ciudad.

Personalmente, me temí lo peor, recordando aquél búnker de hormigón en que Antonio Vélez convirtió el Parque de la Rambla durante años (que al final se demolió); la mole en la que se ha convertido el entorno del Templo de Diana, estupendo proyecto para los arquitectos, pero que lo ha convertido en un espacio árido, frío, sin vida y casi inútil para los fines secundarios de comercial y restauración, como el tiempo se ha encargado de demostrar. También recordé la actuación reciente en la rampa del Puente Romano, sustituyendo los tradicionales cantos rodados por una losa de cemento. ¡Qué fijación con el hormigón y el cemento!.

El Ayuntamiento convocó un concurso de ideas con una dotación económica de casi 120.000 €, al que se presentaron 19 proyectos, resultando vencedor el mismo arquitecto que diseñó la reforma del entorno del Templo de Diana, tan controvertida y tan polémica. Lo eligió un jurado de técnicos especialistas, en la que no tuvo cabida la opinión popular de la ciudadanía, que quizás hubiera podido tener algo que decir al respecto.

Mis temores se confirmaron, cuando pude observar el Proyecto Ganador, majestuosamente llamado “Impulvium”. No soy arquitecto, ni pongo en duda su calidad técnica, ni su vanguardismo, pero sólo fui capaz de ver de nuevo hormigón y más hormigón.

Gracias a la labor de nuestra compañera de oposición en la corporación municipal, la concejal de Unidas por Mérida, Monserrat Josefina Girón, Arqueóloga. (al César lo que es del César) descubrió y denunció que el Proyecto ganador no había tenido en cuenta lo dispuesto en el vigente Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y Plan de Especial del Conjunto Histórico-Artístico de la ciudad, que obliga a la excavación arqueológica de sobre la totalidad de la superficie afectada.

Habiendo verificado esta denuncia con un especialista en urbanismo, me confirma que la totalidad de la manzana donde se ubica el Convento de las Concepcionistas, se encuentra según el art. 9.15 de las Ordenanzas Municipales del PGOU en la Zona de Actuación Arqueológica I, denominada de Protección Especial, la máxima posible y que define el art. 9.16.1 de la Ordenanzas como “el asignado a las áreas urbanas de gran valor ecológico donde se tiene conocimiento fehaciente de la existencia de restos arqueológicos singulares o monumentales de alto nivel cultural. Coincide con los límites de los dos foros romanos de la ciudad de acuerdo con las hipótesis de trazado probable de ésta.”

El artículo 9.17 de las Ordenanzas se dedica a establecer las Condiciones Particulares de Protección de las parcelas, edificaciones y espacios públicos comprendidos en este nivel de protección, obligando a que cuando en esta zona se realicen demoliciones, obras de edificación que supongan remoción del subsuelo y obras de nueva planta y obras de urbanización e infraestructuras, como es el caso del Proyecto que se va a acometer, taxativamente impone “Excavación arqueológica sobre la totalidad de la parcela.”.

El Proyecto del arquitecto José María Sánchez, contempla el derribo de toda la manzana, excepto la iglesia, el campanario, una pintura de la virgen de Guadalupe y parte de las portadas en las esquinas con el Rincón de los Poetas y la calle Beatriz de Silva; por lo que en consecuencia, y tal y como hemos leído en el párrafo precedente ha de contemplar necesariamente la excavación arqueológica en todos los espacios objeto de demolición.

El Ayuntamiento ha hecho oídos sordos a esta obligación legal indiscutible, basándose en un informe del Consorcio de la Ciudad Monumental que limita la obligación de excavación arqueológica a únicamente donde haya remoción del subsuelo (hay que recordar, que el actual director del Consorcio desde el año 2017, D. Félix Palma García, licenciado en Geografía e Historia, especialidad de Prehistoria y Arqueología, fue también concejal del PSOE en Mérida hasta agosto de 2019), embistiendo contra todo aquél que se opone a sus planes.

En su soberbia y a pesar de las advertencias, adjudicó la obra la semana pasada por un importe de 2.200.000 €. Don Erre que Erre.
¿Por qué el Ayuntamiento no reflexiona y da cumplimiento a la obligación legal que, como hemos visto, le impone Plan de Especial del Conjunto Histórico-Artístico? ¿Por qué no aprovecha esta obra de especial magnitud para aflorar la totalidad del yacimiento arqueológico, de indudable valor que tiene que existir en la zona de actuación del Proyecto? Cualquier gobernante responsable y actuando con un mínimo de sentido común aprovecharía esta gran oportunidad.

Entonces ¿Qué interés le mueve para saltarse la ley y esta obligación moral para el regidor de una ciudad Patrimonio de la Humanidad? ¿Afán de protagonismo? ¿Urgencias por intereses electoralistas? No lo alcanzo a comprender.

Hacemos desde estas páginas un postrero llamamiento al Sr. Alcalde, a la Sra. Delegada de Urbanismo y al Director del Consorcio para que reconsideren su postura y den cumplimiento a la legalidad, modificando el Proyecto y la Adjudicación de las Obras para que se contemple la excavación arqueológica en la totalidad de la parcela objeto de demolición. ¿Qué supondrá eso? ¿Incremento del Presupuesto? ¿Algunos meses de retraso en el comienzo de las obras? Qué importancia tiene eso, estamos hablando de joyas del Patrimonio Histórico Arqueológico de la Ciudad de Mérida, que no pertenece a los regidores, sino a los emeritenses y a la Humanidad, y que llevan esperando ser afloradas desde 1588.

De continuar con su incomprensible cerrazón, ilógica e ilegal, nos veremos en la obligación de acudir a las instancias que consideremos más oportunas, (como ya ha anunciado Unidas Podemos), en salvaguarda del imperio de la ley y en protección y puesta en valor de nuestros invaluables yacimientos arqueológicos.

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