Antonio Vélez Sánchez
Ex-alcalde de Mérida

Nuestro tiempo rezumaba una agobiante lentitud , propia de secuestrados , en un mundo sin opciones de crecer. Podria decirse que no habiamos madurado como los jovenes de otros paises , en los que la libertad parecia moneda corriente. Eso nos postraba en un rol de crisalidas , en la creencia de que nunca evolucionariamos a mariposas y volar.

Arrastrabamos el cuerpo con la dignidad que podiamos , en ese incomodo papel de los estudiantes desencuadrados y los opositores de convocatorias varias , con la obsesión de solventar un porvenir que nos ordenara el futuro , diera tranquilidad a los mayores y aportara recursos a la flacidez cronica de una economia cuartelera.

Los guateques se habian convertido en refugios temporales que , de manera efimera , ponian a salvo nuestras vidas de aquella intemperie hosca que nos acorralaba. Así es que incorporamos a nuestro vocabulario cotidiano la palabra que nominaba la arrolladora moda , sin importarnos su origen. A fin de cuentas nacia con nuestra generación y se convertia en el escape deseado , contra lo que nos parecia una realidad demasiado vulgar para unos sueños mimetizados en los paraisos del celuloide.

La ciudad era un puro guateque y cualquier espacio valia para abrir en canal aquel tocadiscos “dual” , “conver” o “phillips”, para girar los “singles” de actualidad , bien sabido que los lentos , dos pasos a la izquierda y uno a la derecha , trazaban la mejor metodologia para iniciados. La Cinquetti acababa de ganar el festival de Eurovisión y venia al pelo para arrancar cualquier tarde de Domingo , con su “No tengo edad …”, aunque Adamo encogia mucho mas el corazón cuando , con “ Un mechón de sus cabellos” , nos obligaba a enamorarnos todos los fines de semana.

La casa , donde mas felices fuimos , rozaba los peldaños de la gran escalera de piedra , que enlazaba dos calles , en la que fumamos los primeros cigarrillos , leyendo “tebeos” o cambiando cromos. Estaba vacia y el hijo de los dueños era un singular personaje de nuestra pandilla. El patio tenia una parra bajo la que preparabamos unos brebajes , con gaseosa , vino tinto y algo mas espirituoso , que sudabamos con los Twits de moda y todo el Rock mundial. Luego , en los brazos de un fox lento , dabamos carpetazo a las derivas , en la mas clasica terapia del abandono.

Había otros guateques mas organizados , con clubs , cuotas y carnets para “fardar”. El problema era que empachaban , con tanto Duo Dinamico , Raphael y un José Guardiola que , dale que te pego , no paraba con “ Tus ojos grises” , una cancion que en griego era “Tagrisamatakia” y con la que un tal Aleko Pandas habia ganado un festival. Así es que preferiamos el desorden de aquella vieja casa , el tocadiscos de maleta y los temas de otros mundos , menos secuestrados que el nuestro , que imitabamos en un inglés a nuestra medida.

Y fué hasta aquella casa , junto a las escaleras de piedra , donde alguien , cercano a la pandilla , llegó una tarde desesperado. Lo habian despedido del trabajo , por la historia de una bronca con el encargado de la tienda , y todo su mundo se venia abajo precipitadamente. Estaba pagando , a plazos , una Vespa y habia visto una cazadora de cuero que deslumbraba en un escaparate , sobre un maniquí con camisa de cuadros y un pañuelo al cuello. Le traia loco esa cazadora y pensar que la perderia le robaba la vida. Así es que comulgamos con su tragedia , viendo como uno de los pocos que trabajaba , en aquel mundo de desheredados , estrujaba contra el corazón de su novia la amargura que le aplastaba. Cantaba Tom Jones.

Recuerdo ahora , con la distancia de tantos años , retazos de vivencias que fluyen , con una nitidez preocupante , evidenciando lo implacable que es el tiempo , cuando mantiene fresca la memoria , pero desgasta nuestros fragiles envoltorios. ¿ Será en clave de Otoño como se mide el sentimiento y otras ternuras?.

El trajín de cada uno nos dispersó por mil roles , burlandose de cualquier proyecto preconcebido. Aquel amigo , que abrazaba contra el corazón de su novia la amargura de un despido , siguió trabajando en aquel sitio , hasta que un expediente de cierre lo estrelló contra la desesperanza. Ni siquiera se casó con aquella novia , que terminó en Barcelona , enganchandose a otros genes imprevistos.

El carrusel que es la vida hizo girones , en clave de diaspora , con todas las ilusiones que quisieron forjar nuestro proyecto de patria cercana. Nunca supimos porqué ocurrió. Acaso el viejo tocadiscos podría albergar , grabado y bien escondido en sus circuitos , algun registro como respuesta. Pero cualquiera sabe en que rincón duerme aquel anacrónico cacharro que a fuerza de girar terminó mareando a todos los divos del pop , en su obligado intento por hacernos mas felices , entre parentesis.

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