Fran Medina Cruz


Desde el 8 de septiembre del año 1985, según ley 4/1985 de 3 de junio, se viene celebrando, en diferentes ciudades extremeñas como Guadalupe, Trujillo o Mérida y en menor medida a nivel local, en todas las demás poblaciones de ésta tierra, lo que se viene definiendo como una festividad de carácter religioso y festivo, con motivo del patronazgo regional de la Virgen de Guadalupe, y que encumbra el sentido de unidad patria, una entidad poco definida como identitaria, pues desde siempre éste pueblo se vio sometido a los vaivenes de monarquías de un reino lejano y gobiernos tan distintos como distantes del sentido autóctono, de una región que nunca fue ni reino, ni país, ni tan siquiera un territorio con bandera propia. Lo que nadie nos va a quitar, es pertenecer a una comunidad de ciudadanos con un sentimiento extremeño, que no sé de donde procede, si de un castúo y estremeñu, que muy pocos conocen y en las escuelas de esquiva, o de una historia de personajes como Pizarro, Zurbaran o el Brocense entre muchísimos más, o simplemente de una consciencia colectiva generada de generaciones en generaciones.

Lo que no encuentro es motivo de celebración de este sentimiento si nunca hemos sabido defenderlo o exportarlo fuera de nuestras fronteras. Lamentablemente fuimos, somos y si nadie lo remedia, seremos un trozo de tierra sin peso específico considerable ante el resto de las comunidades que nos rodea, ni una identidad propia que se pueda vender como tal. De lo que si estoy seguro y orgulloso es de pertenecer a una comunidad de gentes aguerridas y valientes, de pertenecer a una tierra extrema, de gentes trabajadoras y honradas, esa es nuestra herencia. Gentes con talento pero que carecen de talentos dinerarios.

Lo que si hay que celebrar es de habitar una tierra de características únicas, con una naturaleza rica, verde y fértil, con agua, sol, de ser descendientes de una historia heredada de nuestros invasores, y de una cultura de tradiciones propias nacidas del campo, de barrios humildes y pueblos ricos de vida.

Pienso que ésta tierra tiene de todo, pero echó en falta un Napoleón conquistador, un Julio Cesar líder político y militar, un George Washington padre de la patria,… en definitiva un líder capaz de generar patria, convirtiendo el sentimiento extremeño en unidad de valor y país, que lo demás ya lo ponemos nosotros.

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