Marta Gervasia Garrido Moreno

Concejal del Grupo Municipal VOX en el Ayto de Mérida


Recuerdo que de niña, a veces, paseando por la Calle Santa Eulalia coincidiendo con mercadillos y ferias, te encontrabas con un barullo de gente agolpada alrededor de una mesa de camping. A un lado, un señor con acento de forastero, pero bien vestido y sin mal hablar, movía tres vasos de plástico de un lado a otro de la mesa una vez que bajo de uno de ellos había escondido una bolita. A veces con mucha parsimonia y otras veces con alta velocidad, realizaba sus malabarismos con los vasos. Siempre mientras entonaba una pegadiza cancioncilla “¿Dónde está la bolita? ¿Aquí o allí? ¿Dónde está la bolita? ¿Allí o Aquí? Pago Doble. Pago Doble.”

En la mesa había un billete de cien pesetas con la cara impresa de un personaje calvo y con gafas, y otras veces, incluso más dinero. Yo asistía maravillada, porque aquél señor me parecía lo más aproximado a un mago que yo había visto y encima, de vez en cuando, alguien acertaba y se llevaba el dinero, aunque las más veces el inocente peatón perdía una y otra vez lo apostado frente al prestidigitador, aunque yo hubiera jurado que la bolita tenía que estar donde el desafortunado incauto había dicho…

Pero no sufra el nostálgico ciudadano emeritense, el tradicional Trile no se ha perdido en su totalidad en la ciudad. Este tórrido verano lo ha traído de vuelta.

No sólo se siente el calor en la calle, también en los despachos y con él el retorno del juego de la bolita, que, como descubrí yo a los pocos años y sabe el avezado lector, no es más que una estafa callejera y además también sabe que el señor feo, calvo y con gafas del billete de veinte duros era el Maestro Manuel de Falla.

En los despachos hay sudores más allá del aire acondicionado, porque se acercan irremisiblemente las elecciones locales y autonómicas y ante el desastre económico generalizado muchos temen perder la poltrona que les ha permitido vivir de los dineros de los ciudadanos con mucha comodidad y poco esfuerzo en los últimos años.

El pistoletazo de salida ya se ha dado, y aquél señor bien vestido y sin mal hablar, nos va a desvelar pronto donde está la bolita. Tanto en enero de 2015, como en mayo de 2021, prometió que no permanecería más de dos legislaturas en el cargo de Alcalde. Dijo que en septiembre lo haría público, pero yo ya se lo adelanto: por supuesto que se presentará a una tercera reelección, y además se traerá desde la Asamblea a los dos cándidos que le apoyaron en su candidatura a presidir su partido en la provincia de Badajoz, cosechando una vergonzante derrota.

A mi personal y políticamente me da igual quien se presente por cualquier partido que no sea en el que milito, pero esta taumatúrgica postura me recuerda muchísimo a una conversación que mantuvieron Alejandro Sosa y Tony Montana en la película de 1983 “El Precio del Poder” (“Scarface” en su título original): en aquella memorable escena Tony le garantizaba al Capo Bolivariano que era de fiar con esta frase “Todo lo que tengo en esta vida son mis cojones y mi palabra y no los rompo por nadie.” El cinéfilo sabrá que pobre Montana traicionó su palabra, a Sosa y a todos los que en él confiaron antaño acabaron muertos y él mismo terminó sólo antes darse un chapuzón en una piscina llena de su propia sangre en la mansión dónde parpadeaba un neón que decía “The World is Yours”.

Lo que ante de ninguna manera puedo estar indiferente, ni como ciudadana emeritense ni como política, es que también se juegue al trile con los presupuestos de la ciudad (alimentados por lo que pagan en impuestos los ciudadanos, no como decía la hoy vicepresidenta y ministra Carmen Calvo que “El dinero público no es de nadie”) para realizar cambios caprichosos en lo ya aprobado y con fines claramente electoralistas.

Para empezar, y ahondando más si cabe en la ilegalidad, en este ejercicio 2022 la Ciudad de Mérida no tendrá Presupuestos (el del 2021 se aprobó en más de medio año de retraso según marca la normativa). El Sr. Alcalde ha decidido que no es necesario aprobar la principal norma municipal anual en la que se decide dónde se invierten y gastan los recursos con los que los emeritenses nutren las arcas municipales, y que, ya sí eso, empezarán en octubre a preparar el del 2023. Ya lo denunciamos el año pasado en estas mismas páginas en un artículo que titulaba “Presupuestos, ¿Para qué?” Este año se confirma nuestra acusación, y ni siquiera se debatirá ante los Grupos Políticos y la ciudadanía, ni siquiera se mostrará que la bolita existe efectivamente debajo de alguno de los cubiletes. ¿Para qué? Esa norma de carácter obligatorio no es necesaria cuando está al mando el omnisciente líder. Si no hay presupuestos, pues no hay control presupuestario por la oposición. Sencillo, ¿no?

Sin embargo, en abril de este año, el prestidigitador de las cuentas, el mago de los cubiletes, el ilusionista de la bolita, se sacó de su propio bolsillo (bueno, no, era de los ahorros municipales, pero tal y como lo anunció, parecía que él abría su cartera, y tras quitar la goma, ponía encima de la mesa de camping más de 16 millones de euros destinado a cuarenta proyectos diferentes. (Para el lector más veterano, un montón enorme de billetes de veinte duros con la Efigie de Manuel de Falla).

Desde cuñas en radio, hasta un “Museo de aire libre de arte urbano”, pasando por pintar los ya inexistentes pasos de peatones y asfaltar las calles, repartir ayudas a diversos colectivos de la ciudad,… En esos cuarenta “Proyectos” todo cabía, reparaciones y remodelaciones que lleva esperando la ciudad años vendidas como ideas vanguardistas e innovadoras, fruto de genios de la política y visionarios de las finanzas. (Bueno, lo de repintar los pasos de cebra y asfaltar las calles con más baches que Berlín en mayo de 1945, justo antes de las elecciones, es más viejo que el hilo negro…)

Pero, hete aquí qué, algunos de los proyectos, por su magnitud no estarían a tiempo para antes de las próximas elecciones municipales, por lo que su utilidad para la ciudadanía ha dejado sorpresivamente de ser relevante. Así que, de nuevo, ¿Dónde está la bolita? ¿Aquí o allí? ¿Dónde está la bolita?

3 de las inversiones de más calado, tras sólo tres meses de anunciarlas a bombo y platillo, se han sustituido bajo la falsa excusa de que no pueden finalizar la ejecución este año, como ha afirmado Carmen Yañez. Una puntualización, Sra. Delegada de Hacienda, a lo que obliga la norma para invertir los excedentes de tesorería es a licitarlas y adjudicarlas, no a tenerlas finalizadas en el ejercicio. Pero seguro que Vd. lo sabía ya, ¿verdad?

Bueno, pues por arte del supremo malabarista, estos 3 proyectos (Mejora del Parque López de Ayala, adecuación de un solar en la Zona Sur y Sustitución y reposición de arbolado viario y arreglo de acerados levantados), se aparcan y de 3 proyectos, por arte de birlibirloque pasan a ser 7 (repartidos por las distintas barriadas de la ciudad, que todos los votos cuentan), además se incrementa un 2% el salario de los trabajadores municipales y se sube su complemento de destino (dame pan y llámame tonto).

¡¡¡Tachán!!! Bajo la amañada excusa de unas prisas normativas inexistentes, y en un tiempo record desde su aprobación, ya sea por imprevisión, por incompetencia o por lo que a más huele, por rancio electoralismo para rascar más votos,… nuestro particular Juan Tamariz ha logrado el milagro ante nuestros ojos de incautos ciudadanos de multiplicar los premios del Perrito Piloto y la Muñeca Chochona, (“Siempre toca, siempre toca,…”), sacar de su chistera veinticinco palomas, cuarenta conejos y seis elefantes y acertar el número de la Lotería de Navidad del Año Pasado.

Mientras tanto, a todos los que nos acercamos cándidamente a la mesa del prestidigitador, del señor que magistralmente mueve los cubiletes y la bolita con su famosa cancioncilla, volvemos a casa con veinte duros menos en el bolsillo, pero con la inocente satisfacción de haber conocido a un auténtico mago del Trile. ¿Dónde está la bolita? ¿Aquí o allí?

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