Cristina Martín Sánchez

Concejala del grupo Municipal de  Ciudadanos en el Ayuntamiento de Mérida


Las Redes Sociales han ido adquirido un papel muy importante en nuestras vidas. Millones de personas las utilizan cada día para compartir noticias de actualidad, su vida personal o profesional, sus opiniones o sus ideas sin ser, en ocasiones, plenamente conscientes de las repercusiones que ello puede traer consigo. Pero ¿somos completamente libres a la hora de publicar lo que pensamos o sentimos que existen algunos límites?

Entonces, ¿tenemos derecho a publicar lo que queramos en cada momento en nuestros perfiles en las Redes Sociales o demás medios? ¿tenemos derecho a expresarnos libremente? Por supuesto que tenemos derecho a expresarnos libremente siempre y cuando nuestros pensamientos, ideas y opiniones no afecten a otros derechos igualmente protegidos en la ley. Es decir, la libertad de expresión prevalece sobre cualquier otro derecho siempre que no se vulnere el derecho al honor, intimidad personal y familiar o propia imagen de alguien y, siempre que no se caiga en el insulto o desprestigio gratuito, sucio y desleal.

En esta misma línea nos encontramos con el mediático caso del «rapero´´ ( por llamarlo de alguna manera ) Pablo Hasél, al que prefiero no dar ni un segundo más protagonismo del que se merece, es decir, ninguno.

Este individuo es un loco violento y un peligro, no un mártir ni un artista. La libertad de expresión no incluye el derecho a señalar objetivos e incitar a acabar con ellos violentamente, y que el PSOE y Podemos respalden a este delincuente, es cuanto menos, preocupante.

Vamos a dejar claro, que no está condenado ni en prisión por su mal gusto, sus torpes rimas faltas de cualquier atisbo de talento, ni sus desprecios infantiles a casi todo lo que le rodea, desde esa patética pose de antisistema que en realidad esconde un aparente problema de madurez y tal vez algún problema psicológico digno de terapia. Lo está por incitar a la violencia y al terrorismo, de manera explícita y clara contra personas e instituciones concretas, con nombres y apellidos. Que lo haga por escrito, de palabra o con rimas patéticas es irrelevante al lado de lo que incita a hacer, de manera expresa, reiterada y desde luego delictiva y violenta.

Pero si grave es que personajes tan siniestros como este existan, más grave es que haya centenares de personas que salgan a defenderlos agrediendo a las fuerzas y cuerpos de seguridad, destrozando todo el mobiliario que encuentran a su paso y demas negocios que ya bastante tienen con la crisis que soportan ahora mismo, como para que encima sufran el odio de cuatro radicales sin oficio ni beneficio aburridos en sus casas movilizados para destrozar, ya que lo de protestar por la causa, es lo de menos para ellos.

Muy triste también es que los partidos políticos de Gobierno les disculpen, como es el caso del PSOE, o directamente les apoyen, como Podemos, socio de Gobierno de los socialistas en España, que además ha oficializado la petición de indulto para Hasél, que suma ahora una nueva condena, de dos años y medio de cárcel, por amenazar e intentar agredir a un testigo en un juicio. Vamos, un lujo.

Curiosamente estos dos partidos son los mismos que más tiempo dedican a regular cómo tenemos que hablar, que se puede ver o leer, o en que medio de comunicación confiar, desde el puritanismo rancio, que más les caracteriza, aunque ellos no lo acepten.

En conclusión, antes de publicar contenidos en las Redes Sociales o demás medios públicos debemos ser escrupulosos en el cumplimiento de nuestros derechos y deberes. Pues, si bien el derecho a la libertad de expresión nos permite manifestar con total libertad nuestros pensamientos, ideas y opiniones, no incluye el derecho al insulto o al desprestigio gratuito, ni nos ampara para efectuar comentarios lesivos o vejatorios sobre otros.

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