Fran Medina Cruz


Son muchos los filósofos que a ella han dedicado su esfuerzo para tratar de definir su naturaleza, y su inherente relación a esta como gobierno, pero ¿qué es la política? La política se extiende a todos los aspectos de la vida en sociedad, tiene que ver con condiciones económicas, sociales, culturales de las personas. Blas Blanco Travieso llega un poco más lejos y dice; “la política es como una ética de la comunidad que busca la realización de los ciudadanos para llevarlos a la felicidad” … “La política tiene como finalidad la realización de la justicia en la vida de un pueblo”, entonces podemos deducir de esto, que la política es el arte de buen gobierno, ya que ésta busca la obtención de un bien común. ¿Y desde el punto del estudio del político que observa desde la bancada de enfrente, ese al que denominamos oposición? Dice Alberto Mansueti que siempre se habla de buen o mal gobierno; pero nunca de buena o mala oposición. Un mal gobierno no es tan terrible si es buena la oposición, porque le pone “contención” al mal gobierno, y porque la oposición de hoy será oficialismo mañana, si consigue crecer hasta alcanzar fuerza, peso y tamaño. Y según sea la oposición, será después el gobierno. Lo injusto de este sistema político es que también puede acontecer que a un mal gobierno se le añada una mala oposición.

Y es que no me imagino a Aristóteles abandonar un pleno. Él, que hablaba de la política como una forma de arte donde la palabra y la retorica emergían y fluían hacia lo más alto del parlamento. Ya habló de ello en su libro la «Ética a Nicómaco», fundamentalmente. Libro que recomiendo a los ediles populares y al propio señor Acedo Penco, que en un arrebato de, y pongamos “acción populista y de marketing” para espectadores populosos deseosos de disfrutes análogos de episodios nacionales del buen Benito Pérez Galdós, abandonaron el memorable Pleno de mérida.

Mérida no merece la acción por omisión de nuestros representantes políticos, y los emeritenses no merecemos ser victimas de sus rabietas y de sus desaires. Como podría decir Aristóteles pero es cosa mía; el buen político es aquel que hace de su ira emocional, virtud retorica, y de la posibilidad que le da un sistema democrático, que le permite representar y ser escuchado por todos, regalar saber con su arte político a todos los ciudadanos que representa, pero de esto ultimo se carece y mucho.

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