Álvaro Vázquez Pinheiro y Montserrat Girón Abumalham

Unidas por Mérida (Izquierda Unida –Podemos)


El resultado de las obras del mercado de calatrava ha sido finalmente el que señalamos en estas mismas páginas, hace ya algún tiempo. Las obras no se han terminado y el proyecto ha terminado en un callejón sin salida. Los motivos ya los explicamos en estas páginas el pasado mes de octubre, más bien los anticipamos. Ahora vamos con el resumen de lo sucedido.

El ayuntamiento decidió llevar a cabo la rehabilitación del mercado de calatrava para recuperar su utilidad como mercado de abastos, con algunas variantes. ¿Qué ha ocurrido? Básicamente, el ayuntamiento ha escogido una fórmula de gestión que resulta inviable. Según la idea defendida por el gobierno municipal, la empresa tendría que gastarse unos tres millones de euros en rehabilitar el mercado y seguidamente gestionarlo durante cuarenta años. A ellos les parecía un buen negocio. A las empresas no.

Es difícil saber cuales son los motivos por los cuales el alcalde pensó que un proyecto definido en esos términos podría funcionar. Lo cierto es que en la primera licitación solo se presentó una empresa -creo que eso significa algo-, que seguidamente no puedo iniciar las obras debido a que ningún banco le concedió la financiación necesaria ni siquiera para firmar el contrato, segunda pista.

No contentos, en un segundo proceso de licitación, el ayuntamiento decidió conceder la obra a la misma empresa en la que los bancos no confiaban, y para que el asunto siguiera adelante relajaron los criterios de solvencia del contrato hasta el punto en el que una empresa insolvente, de repente pareciera lo contrario.

Tercera pista. ¿Qué puede ocurrir cuando a relajas los criterios que determinan los requisitos de solvencia financiera de una empresa para llevarse un contrato? Fácil, pues que una empresa insolvente se quede con el contrato, y finalmente el contrato no se lleve a cabo, por insolvente.

¿Por qué no se presentaron más empresas? La respuesta sigue siendo bastante fácil: las empresas se dedican a ganar dinero. Gastarte tres millones de euros en una rehabilitación, para luego amortizar el coste de la obra y obtener beneficios durante cuarenta años cobrando un canon a un frutero, a una carnicería, o una panedería, no es un buen negocio. Todo el mundo lo sabía, por eso no se presentó nadie., o casi. Por eso los bancos no confiaban en el proyecto.

Osuna se no se cansó de decir que no había otra posibilidad para financiar el nuevo mercado de calatrava. La razón era que el ayuntamiento no tenía el dinero necesario para pagar la obra. El ayuntamiento no tenía dinero, pero la Junta de Extremadura sí. Durante la legislatura anterior, los grupos municipales de Izquierda Unida y Mérida Participa propusieron una enmienda en los presupuestos generales de la Junta de Extremadura para que la administración regional pagase la obra. La enmienda se votó, pero el grupo parlamentario del PSOE en la Asamblea de Extremadura votó en contra, posiblemente bajo los auspicios de Osuna. Repetición: no había dinero porque Osuna lo rechazó.

Finalmente, el gobierno municipal lamenta lo ocurrido y descarga las culpas sobre la empresa. Si no fuera tan patético, tendría su gracia.

Las personas que formamos parte de Unidas por Mérida creemos que el uso del mercado de calatrava debe decidirse teniendo en consideración dos cuestiones: cubrir las necesidades de los vecinos y vecinas de nuestra ciudad, y estar fomentar la actividad económica y el empleo en Mérida. Un mercado de abastos cumple esos requisitos, la creación de un espacio multiusos que nadie ha pedido, no. Puede introducirse un tercer requisito: preguntar a la gente, tampoco pasa nada. Para terminar, ¿sabes quién va pagar el pato? Sí lo sabes: tú.

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