Álvaro Vázquez Piñero

Portavoz IU Mérida


El fiasco de la privatización del servicio de autobuses urbanos en Mérida ya no es secreto, el que lo ha probado, lo sabe. Es al gobierno municipal a quien a resultas de unos hechos consumados le va a tocar intentar sortear los escollos de una privatización digna de canallas, un tumulto de vecinos malhumorado a causa del entuerto y una legislación –la que regula las privatizaciones de los servicios públicos- pensada, reglada y concebida prácticamente con el único propósito de proteger no a las empresas, sino lo que es todavía mejor, a sus propietarios. Mientras tanto, el alcalde y todo su equipo claman al cielo por el desaguisado y  las elecciones a la vuelta de la esquina. Este es el panorama.

Sea cual fuere la cuestión, lo que verdaderamente  importante sería encontrar una solución que nos permitiera salir lo más airosos posibles de un entuerto que pone en tela de juicio,  tanto las sacrosantas privatizaciones que de forma tan contundente ha elevado a los altares el PP y el PSOE, como la solvencia técnica y profesional de la empresa concesionaria. Sí, la concesionaria, la misma que presentó una oferta que reducía a la mitad los kilómetros que deberían hacer los autobuses en nuestra ciudad. No creo que fuera el  interés general lo que les rondase por la cabeza aquellos momentos.

El alcalde y sus alrededores se pasan el día degustando los sinsabores de un sapo que no es suyo, la gente clama y él tiene prisa ante el acelerón del reloj electoral, es por ello que la prioridad, su prioridad es la de solventar la cuestión de las forma más rápida y aséptica posible. Motivo por el cual, pese a las declaraciones que haya podido realizar en otro momento, la fórmula que muy probablemente escoja el equipo de gobierno sea la negociación con la empresa (sí, esa a la que tú le importas un carajo) con la finalidad de modificar el contrato y asunto resuelto.

En realidad nada de esto es nuevo, y así está reflejado en las actas de la Junta de Gobierno Local del pasado 12 de julio. Ya  se produjo un primer intento en estos primeros términos, pero el asunto terminó por estrellarse contra las rocas.

El intento de negociar y modificar el contrato, resolvería el problema del alcalde, lo que ya no tenemos tan claro es si  sería la forma más adecuada de superar los problemas a los que con toda probabilidad tendrá que seguir enfrentándose el servicio de autobuses, y esto porque la continuidad del contrato supone la continuidad de la empresa que lo gestiona. Y eso –créanme- está muy lejos de ser bueno.

Hasta ahora a la empresa concesionaria, junto con el anterior gobierno del PP, le debemos el honor de haber arruinado el servicio, fulminar la grúa municipal, determinar libremente qué zonas están sujetas a zona azul y cuales no,  sin encomendarse a los pliegos, a los santos, o al diablo y empeorar de una forma sustancial las condiciones de trabajo de las personas que se gana el salario en cualquiera de los servicios que se encuentran bajo su mandato. Como puede apreciarse el listado agravios es notable.

Visto lo visto, ¿parece una buena idea continuar en tratos con los que responsables de una gestión tan lamentable. Yo creo que no. Yo creo que los actuales responsables de este servicio no son dignos de confianza-de hecho no existe manera humana de saber cuanto recaudan-pese a que el ayuntamiento debe compensarles las (supuestas)  pérdidas(¿?); yo creo que no existen elementos de juicio que nos permitan avalar la gestión de aquellos que proponen una oferta cuyo único propósito es el de llenarse los bolsillos, aunque para ello tú ya no puedas de un servicio digno de autobuses; creo, en definitiva, que la solución solo puede pasar por la recuperación del servicio y la gestión municipal del mismo. Compárese pues el resultado de la (mejorable) gestión municipal anterior, con el de la (lamentable) gestión que se lleva a cabo hoy en día.

En definitiva, del mismo modo que el PP es el responsable directo del naufragio, el alcalde actual será el responsable de las consecuencias de la decisión que adopte, y en estos términos procurar una continuidad matizada del problema no parece que sea la solución. Y finalmente, mucho se ha hablado de la empresa, del servicio, del PP, del PSOE, pero…¿y qué pasa con los funcionarios que tramitaron un contrato que hace aguas allá por donde mires?¿Ellos no tienen ninguna responsabilidad? Yo creo que sí, y quizás algunos tengan que pagar por e

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