Fran Medina Cruz


El término «trampantojo» se refiere a una técnica artística que consiste en crear ilusiones ópticas en una pintura, escultura o cualquier otro tipo de representación visual, que busca engañar al espectador haciéndole creer que lo que está viendo es real, cuando en realidad es una representación artística. Los trampantojos suelen ser utilizados en la pintura mural para crear efectos tridimensionales o para simular objetos o espacios que no están presentes físicamente. Por ejemplo, se puede pintar una ventana en una pared plana para dar la impresión de que hay una vista real de naturaleza detrás de ella. La cuestión es que deja de ser un mero recurso artístico cuando donde se aplica es dentro del ámbito de la política.

Siendo la política un campo de estudio y una actividad que se ocupa de la toma de decisiones, la formulación de políticas y la gestión de asuntos públicos, sin la acción de factores que atraviesen ideales o promesas, se me antoja curioso, como la misma acción política puede ser removida por asuntos tan poco dignos, como la venta de ideas por la toma del poder. Ya se, que estamos acostumbrados a que, de lo que se promete a lo que se hace diste tanto como de la mentira al cambio de criterio. En cuestiones de calado moralista, como las de nuestra ahora Presidenta Guardiola, el uso de la técnica Sanchez para alcanzar sus objetivos, hacen de su persona política un trampantojo de la realidad que se atisbaba antes de las elecciones. Donde de unas ilusiones creadas a base de promesas y negaciones pasamos al acuerdo que entienden todos los ciudadanos. -Todos menos bastantes más de la mitad de ellos-.

Establecido este paralelismo entre la realidad y la ficción, ¿qué se puede esperar de un mural donde, lo que se pinta no es más que la fotografía de una mala interpretación política. Y es que, nuestra Presidenta quedó retratada desde el mismo momento en que, en el reflejo de su retina solo se dibujaba el sillón presidencial.

El trampantojo Guardiola presentó una situación y una imagen distorsionada de la realidad que antes defendía. Anticipo propuestas y conceptos que luego quedaron en disculpas. Se fotografió con el carácter de Díaz Ayuso, mientras ejercía de izquierdista renegada. Condicionó su pensamiento crítico al voto de lo que ella denominaba machista, negacionista y racista. En definitiva, poniendo una muestra de trampantojo sobre este artículo, negó como Pedro a Jesús antes de ser crucificado, las monedas que luego tomó como Judas por haberlo vendido.



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