Antonio Vélez Sánchez

Ex-alcalde de Mérida


ESTAMPAS EMERITENSES


Estamos asistiendo, en Extremadura, a un duro pasaje de frustración social a cuenta del corto alcance operativo del tren en el territorio. Ocurre, ahora, cuando se intenta redefinir un sistema de transporte ferroviario para salir de un lamentable estado de abandono, con la consiguiente pérdida de la logística, operativa y de prestaciones, que tuvo en otros tiempos.

Es evidente que esta cuestión no puede dilucidarse y debatirse, solo al compás de la crispación y la desesperanza. Más bien hay que analizar las razones que históricamente nos llevaron a esta situación y, siempre, planteando y forzando soluciones definitivas en beneficio del interés general. Un ferrocarril articula territorios y enlaza núcleos de población. Por ello, en nuestro caso no puede servir, solo, para enlazar Badajoz con Madrid, como parece ser el monocorde sonsonete de algunos para justificar una funcionalidad de intención corta en el operativo ferrocarrilero. Europa considera, con firme decisión, día a día, que los trenes han de servir para la comunicación puntual de todos los núcleos de población y no solo la de las grandes poblaciones en las largas distancias.

Hubo un momento que, desafortunadamente, Extremadura no aprovechó. Fue cuando el Gobierno de España, presidido por Felipe González, antes de comenzar las obras del AVE que uniría Sevilla con Madrid, para los fastos del 92, ofreció la opción de enlazar Badajoz con Brazatortas con la misma Alta Velocidad. No prosperó y aquel error aun lo estamos pagando. Pudo ocurrir, entonces, que las autovías ganaran la partida, como gran apuesta al transporte viario, junto al auge del automóvil y aquello hizo perder protagonismo al ferrocarril, en Extremadura y en otros territorios. Incluso, sin apenas contestación social, se cerró el Vía de la Plata, un histórico servicio, liquidando el tramo Plasencia – Astorga, una renuncia injustificable a la que hay que dar la vuelta en su recuperación funcional.

Teníamos una malla de railes muy importante: Madrid-Badajoz, por Ciudad Real, la Serena. Mérida –Sevilla. Zafra-Huelva. Almorchón – Córdoba. Lusitania Expreso entre Lisboa y Madrid, por Valencia de Alcántara – Cáceres. El Madrid-Plasencia-Cáceres-Mérida. En fin, toda una malla de gran funcionalidad y empleo que hoy no existe y que hay que reivindicar con exigencia y como un derecho irrenunciable. Muy singularmente interesa a España el “gran eje diametral peninsular Atlántico – Mediterráneo”, es decir el Lisboa- Valencia por Badajoz-Mérida-La Serena-Ciudad Real – Alcázar de San Juan, conectando con el eje Mediterráneo Europeo Perpiñán – Cádiz , trayecto perimetral cuajado de futuro. Debe tenerse constancia clara que Extremadura – casi la décima parte del territorio `peninsular español – larguísima frontera con Portugal – tiene unos derechos potentes como espacio de cruce de itinerarios, con Castilla/Mancha, Castilla León, Andalucía, Regiones con las que no hay comunicaciones o son muy deficientes, algo difícil de entender. Y sin embargo se fuerza, casi en exclusiva, el enlace con Madrid, como exponente de un sistema ferroviario radial, un tanto periclitado respecto del futuro que exige este medio de transporte.

Por lo tanto resulta imperioso, como demanda firme y contundente, basada en ese derecho, como territorio de interrelación, en un nuevo modelo que ya no debe ser solo “radial”, sino también diametral y de largos trayectos, que a los itinerarios que se están modernizando se incorpore, con la mejor definición – Alta Velocidad – la línea de Badajoz a Ciudad Real, conexión histórica con Madrid por La Serena y con Valencia, por Alcázar de San Juan, una línea por la que se ha ido a Barcelona, desde tiempo inmemorial. Y, por supuesto, al Eje Mediterráneo que nos encaja con Europa. El Eje Lisboa-Valencia – hay que incidir fuertemente en ello – es el gran eje diametral peninsular, en el que se encajan multitud de itinerarios, incluyendo el de Madrid, por Brazatortas. También los de Sevilla y Huelva, desde Zafra. O el obligado a Córdoba, desde Almorchón. Ese gran Eje Diametral Peninsular es el que quisieron y conviene a los portugueses, por todas las conexiones e hijuelas que propicia. Por razones inexplicables, tal vez excesivamente “aldeanas” no se vertebró funcionalmente, en su momento, cuando pudo hacerse. Aun así, intentando recuperar el tiempo perdido, y apostando por el futuro, ese debe ser nuestro mejor empeño ferroviario. Sin la menor duda. Y por supuesto, la recuperación de la Vía de la Plata , el otro gran eje vertical peninsular, tan “pegado” a la frontera portuguesa, la que comparte con Extremadura más de trescientos kilómetros. Basta con reconstruir el tramo Plasencia-Astorga, porque ese trazado articularia, revitalizandolo, un espacio inmenso de la España “vaciada” que afecta a Castilla/León, Extremadura y Andalucía.

Es necesario entender que el Ferrocarril debe ser, sin duda, el medio adecuado de comunicación, de personas y mercancías, en las estrategias imperativas contra el calentamiento global (mas transporte publico/colectivo). Es imperativo, por tanto, hacer ver, desde Extremadura, al resto de los territorios y al propio Gobierno del Estado, de cara a ese proceso futuro, su realidad física como espacio intermedio en las comunicaciones globales de la Península Ibérica.



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