ENTREVISTA. Edición Impresa MeridaComarca Agosto2017


José María Álvarez Martínez

«30 años de la historia de Mérida»

en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida


José María Álvarez Martínez, es Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Sevilla y Doctorado en la misma materia, por la Universidad Complutense, con su Tesis sobre el Puente Romano de Mérida. Ha ejercido como funcionario del Estado, arqueólogo, historiador (que es lo que se siente, ante todo), y miembro del Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos. Del 74 al 85, ejerció como director del Museo de Badajoz y de 1985 a 2017, como Director del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. Tiene 4 libros como Cronista oficial de la Ciudad


¿Quién es José María Álvarez?
Un emeritense que siempre ha intentado hacer algo por su ciudad, que no tiene mala fama y que nunca ha intentado hacer daño a nadie.

¿Cómo se encontró la dirección del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida a su llegada y cómo la deja ahora?
No tiene nada que ver el Museo de ahora y el que yo me encontré. Yo sucedí a mi padre José Álvarez Sáenz de Buruaga y el museo era una labor que había realizado él sólo. Hasta el año 80, el museo era un director y un conserje.

¿De qué se siente más orgulloso?
De haber proyectado a la sociedad, un museo obra íntegra de mi padre, gracias a un excelente equipo y muy válidos, que se convirtieron en interlocutores de la comunidad científica internacional.

¿Qué ha dejado tras su paso por la dirección del museo?
Una instalación con mucho éxito, una muy buena biblioteca y un gran equipo, que han conseguido con su esfuerzo, llegar a ser punteros en la comunidad científica internacional. Hemos construido un gran programa de investigación con muy pocos medios y contra viento y marea.

En estos 32 años, ¿en cuántas piezas ha crecido la colección del museo?
Claro que ha crecido. Tenemos más de 40.000 piezas y las hemos podido estudiar, identificar, catalogar y ponerlas a disposición de cualquier investigador.

¿Con qué frase se queda que le dijesen a lo largo de su carrera profesional y con qué frase, resumiría la misma?
Una frase muy generosa por parte de la máxima autoridad de la arqueología romana, Paul Zanker, que dijo en el periódico de máxima difusión en Alemania, que el Museo de Mérida, era una perfecta simbiosis entre continente y contenido. Y la frase que yo he conducido siempre en el museo, ha sido: “Que no pase un día sin hacer algo”. Hay que moverse y conseguir las cosas. A Antonio Vélez, le debemos que Mérida sea Patrimonio de la Humanidad. Nosotros, Mérida, es, a veces, demasiada modesta. No nos creemos nuestras propias posibilidades que son muchas. Hay que ser un poquito ambicioso para conseguir las cosas.

¿Mérida y Extremadura quieren y valoran lo suficiente a su museo?
Mucho. Mérida está orgullosa de su museo. Pero es lamentable que tengamos personas en Mérida que aún no conozcan el Museo. Nosotros salimos a la calle, porque es el Museo el que tiene que buscar al público. A las exposiciones temporales que realizamos, me hubiera gustado que viniesen más personas. En 2004, se celebró el 17º Centenario del Martirio de Santa Eulalia, y tan sólo un 3% de los que visitaron la exposición que hicimos, era de Mérida.

En todos sus años al frente de la dirección del Museo, ¿cuál ha sido el momento más difícil?
Momentos difíciles mucho, como los protagonizados por la crisis. Me hubiera gustado mucho que la ampliación del Museo estuviera ya concluida. Otros momentos duros han sido cuándo no hemos podido equilibrar bien las plantillas. Aunque tengo que reconocer que el Ministerio nos ha mimado y el apoyo de todos los presidentes de la Junta de Extremadura.

¿Se va en el momento deseado o se encontraba con fuerzas para continuar?
Las instituciones quedan y las personas pasan. He tenido mi época y he sido un privilegiado. Me hubiera gustado terminar la ampliación y tener el Museo Visigodo abierto. Me voy oficialmente, pero seguiré trabajando por Mérida.

¿Qué no le ha dado tiempo hacer, que le hubiera gustado?
Escribir más libros. Si Dios me da fuerzas, ahora, podré realizarlos. Hasta ahora, de 8 a 16H. hacía administración del Museo y por la tarde, estudiaba y escribía. Me pagaban por conservar, investigar y enseñar.

¿A qué pieza del Museo le tiene más cariño?
La pieza más emblemática para mí y que la salvaría en un incendio, de mármol de Carrara, es la cabeza de Augusto.

¿Qué le gustaría que se descubriese en Mérida?
El llamado Pórtico del Foro, que se realizó en época de Nerón.

¿Qué importancia tiene el festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida para el Museo y el Museo, para el Festival?
El Festival tiene una importancia clave. Es un refuerzo importantísimo y fundamental y el Museo se ve beneficiado por el Festival. Nosotros concebimos una apertura extraordinaria del Museo, como son Las Noches Abiertas de los Jueves. También es la sede de las Conferencias con los Clásicos, del Festival.

Si algún día se pierde, ¿dónde podríamos encontrarle?
En Sorrento y Nápoles. Pero si de verdad me pierdo, buscarme en la primavera y la dehesa de Cornalvo.

¿Qué podría aportarnos de su sucesora?
No soy la persona más indicada, pero me alegro mucho por el Museo, de que Trini pueda dirigirlo. Es una persona muy batalladora, que sabe lo que quiere y el Museo, mejorará con ella.

Bajo su mandato, ¿cuántas visitas ha recibido el Museo?
Más de 6 millones de personas.

¿Cómo le gustaría ser recordado?
Como una persona que intentó hacer las cosas por su pueblo de la mejor manera posible. Un emeritense que quería a su ciudad y luchó por ella.

¿Algo que añadir?
Mérida merece la pena y hay que trabajar por ella. Si nosotros no luchamos por ella, otros no lo harán. La unión hace la fuerza. Dejemos el politiqueo inútil y de mirarnos el ombligo y trabajemos por un proyecto que se llama Mérida. Hay que conseguir una Facultad de Bellas Artes, que la necesitamos y merecemos. Y potenciar nuestro conjunto arqueológico.

 

 

 

 

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