Pedro Acedo Penco


El pasado 23 de febrero se nombró un nuevo hijo predilecto de la capital de Extremadura. El nombramiento es oportuno y justo. No todas las ciudades pueden presumir de tener un vecino que haya ostentado la presidencia del Senado de España. En Extremadura, ninguna. El emeritense Juan Ignacio Barrero Valverde ha sido el único extremeño Presidente del Senado en toda su historia. Desde luego no es un mérito menor, pero Juan Ignacio reúne también otras muchas cualidades para ser merecedor del distinguido galardón.

Y aunque no voy a relatar todos sus méritos a lo largo de su vida, para ello se ha elaborado un amplio expediente por el instructor municipal- en el que consta su brillante trayectoria humana, privada y política por la que ha sido merecedor del nombramiento, sí quiero realzar algunos hechos relevantes que merecen la pena complementar a toda esa trayectoria, de sobra conocida.

Juan Ignacio, siendo Presidente del Senado, paseó el nombre de Mérida por todo el mundo, para él lo primero era siempre su ciudad. Renunció a vivir en un palacete en Madrid como hicieron todos los presidentes de la Cámara Alta, al que tenía derecho, por vivir en Mérida durante el tiempo que le permitían sus obligaciones institucionales.

Barrero, que fue también presidente regional del Partido Popular, se trajo la sede autonómica a nuestra capital; yo estoy seguro que, de no haberlo hecho él, todavía estaría en Badajoz.

El partido que presidió, que sigue siendo su partido, poco tiene que ver con el actual. Él dialogaba, consensuaba, obligaba a que se cumplieran los Estatutos y eran los comités locales los que decidían a sus candidatos. Poco que ver con la “next gen”que preside ahora. Juan Ignacio arreglaba los conflictos que surgían y había un partido unido. Ahora se cortan cabezas. Un dato de su talante: yo me enfrenté a él en un Congreso Regional celebrado en Cáceres en 1.999, ganó y a pesar de lo que ello significa, seguimos siendo amigos y seguimos cazando juntos y jugando al tenis.

Otro dato de su implicación con Mérida: en 1.995, fue candidato a presidir la Junta de Extremadura, no ganó pero Ibarra perdió por primera vez la mayoría absoluta. Yo salí también elegido diputado regional y alcalde, y me encargó junto a Vicente Sánchez Cuadrado , Mariano Gallego y Pepe Vázquez, negociar inversiones que pedía el grupo popular en la Asamblea de Extremadura para facilitar la aprobación de los presupuestos, ya que los socialistas no tenían la mayoría. Pues bien, me llamó Juan Ignacio y me preguntó que le dijera un proyecto importante para Mérida, que había llegado a un acuerdo con Ibarra para aprobar los presupuestos y aceptaban inversiones nuestras. Entre los dos elegimos el Centro Cultural Alcazaba que estaba parado hacía muchos años por carecer de fondos municipales. Así era y es Juan Ignacio. Lo primero, siempre Mérida.



 

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