Fran Medina Cruz


         Según Noam Chomsky, “la educación que recibimos está basada en la política y en los intereses económicos, y es por ello que siendo así no conviene estimular potenciales como el pensamiento crítico, la creatividad o toda aquella cuestión que beneficie a los alumnos y los motive para desarrollar sus habilidades.”

         Actualmente, y en el complejo maniqueado por parte de las nuevas ideologías de propaganda política sobre la doctrina de la igualdad, en base a como se estimula equiparándola con las clases más bajas, económicas y culturalmente hablando, en contraposición de la buena garantía de contemplar la  equidad como contrato social entre ciudadanos, experimentamos un constante abandono por parte de la clase gobernante de los valores sociales fundamentales para el buen desarrollo de la propia sociedad. Valores como el esfuerzo, el trabajo, el talento, el compromiso, la constancia, etc, que añade un valor añadido a las personas que las diferencia y las dignifican por su aporte a la comunidad a la que pertenecen, desaparecen bajo la idea del objetivo conseguido a coste cero. Y me explico;

         El sistema educativo en un principio está aniquilando todo valor de esfuerzo, y lo está reemplazando por la idea de, la obligatoriedad del estudio se consagra con la obligatoriedad de un fin neutro, sin talento ni esfuerzo, puesto que el resultado será el mismo en cualquier caso, sea el estudiante trabajador o perezoso.

         Esta primera etapa en el niño ha sido y está siendo capada en valores, y sus resultados están llevando a la ciudadanía adulta a un comportamiento infantilizado mental y emocional, que se ve representado por una ignorancia de las realidades de su propio  entorno, careciendo de total capacidad de reflexión y análisis, que tanto hace falta dentro del modelo democrático para su buen uso.

         ¿Y esto a quien interesa? Simplemente tienen que mirar los  resultados en las sucesivas elecciones electorales donde, el desenlace es meramente un reflejo, no de la buena elección de programas y expectativas medidas y calculadas, sino de un acto reflejo de coraje y rabia. Y cuando esto sucede la democracia se convierte en el arma de los más indeseables, los menos empáticos con la sociedad a la que representan, y los más peligrosos para la misma por su enorme ego y ansias de poder.

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