Pedro Acedo 


Dejando a un lado la Pandemia, que obviamente también influye, la verdad es que nuestra Feria Grande, languidece. Y no quiero caer en la tentación de realzar ferias pasadas para criticar la actual; tampoco quiero ser pesimista y que, como dijo el poeta del siglo XV, Jorge Manrique, “…como a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor”. No, no es eso. La verdad es clara: la feria de Mérida, que fue la mejor de Extremadura sin duda alguna, es hoy, una mini feria, una feria abandonada por las actuales gobernantes, más propia de un pueblo que de la auténtica capital autonómica.

Si recordáramos la reciente historia de nuestras ferias, llegaríamos a la conclusión que la de los últimos años han sido las peores. Y eso que anteriores gobiernos municipales se lo dejamos todo preparado.

Recordar como la de los años 80 se celebraron en el actual parque de las Siete Sillas; antes pasaron por La Rambla, varios años en la Argentina, pasando por una esperpéntica en el Polígono Industrial de el Prado, y, finalmente a finales de los 90, el gobierno que entonces presidía apostó por el lugar actual e invertimos en una adecuada red de servicios y saneamientos, ni que decir tiene que la cercanía con el centro de la Ciudad, le proporcionaba la mejor ubicación como así lo reconocieron la mayoría de los emeritenses. Ahí sigue. Pero mortecina.

Pero veamos los motivos, por los que nuestra Feria no es la que fue. Y eso, bajo cualquier punto de vista, es una evidencia poco discutible. Y creo que no es suficiente justificación, -desde hace más de 40 años siempre fue así- que un número grande de emeritenses aproveche para irse a la playa y más desde que se celebra como festivo el ocho de septiembre, Día de Extremadura; y sin olvidarnos tampoco, que muchas empresas dan vacaciones la primera semana de este mes. Vale. Pero hace ya muchos años que esto fue así y sin embargo se consiguió una buena Feria.

Una de las razones principales es el poco interés del gobierno de Osuna por ayudar y potenciar estos festejos. Lo demostró cuando suprimió el día festivo que, tradicionalmente, siempre se intentó que fuera el día tres. Todos los alcaldes de la democracia , Martín López Heras, Vélez – excepto un año- , Calle y yo mismo, respetamos la tradición y siempre decidimos que nuestra principal fiesta popular, tuviera un día festivo. No hay ni una sola ciudad en todo el territorio español que no tenga un día festivo en su feria. Ni una. Sin duda esta decisión ha sido un golpe mortal para el decaimiento de nuestros festejos de septiembre.

Y que no me digan que los emeritenses prefieren los carnavales porque no es verdad. Esta fiesta se debe celebrar siempre y la deben disfrutar los carnavaleros y todos aquellos que les guste el carnaval. Ambos festejos son compatibles. Lo que este gobierno no ha visto es que nuestra Feria estaba antes y le gusta a todos; la verdad es que le han robado su festividad, para apostar por un interés particular que casi todo el mundo dice: “al Osuna le gustan más los carnavales”. Lamentablemente esa puede ser la clave para que, del uno al cinco de septiembre, ya casi nadie siente que vive la Feria ni que Mérida esté de fiesta. Una pena.

Lo que sí no cambia, haga frío o calor, es una tradición muy emeritense: el final de la feria pone fin al verano. Y la esperanza de que todo puede cambiar para bien. También nuestra Feria Grande. En nuestras manos está.

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