Antonio Vélez Sánchez 

Ex – Alcalde de Mérida


No es un farol decir que para nosotros nada significaba ya el Dúo Dinámico por aquellos días finales de mil novecientos sesenta y tres . Lo poco que nos afectaban se reducía a alguna balada traducida del folk americano y a la imperecedera “Perdóname” . Los “Quince años” de una amor afectado y colegial estaban ya en la prehistoria y lo demás nos resultaba tan cursi que si , en “nuestros guateques” , a algún “descerebrado” se le ocurría pinchar a Manolo y Ramón , la pitada que recibía era de campeonato

Es lógico entender que esa empalagosa situación nos comiera la moral y que hasta el buenazo de Adamo nos pareciera un retablo cargante y dulzón , porque lo que ocurría es que Elvis se había enganchado ya en nuestras vidas , con su “King Creole” y las cazadoras de cuero con las que le imitábamos . Y eso que “el Rey” nos llegó tarde , porque a los que debería haber atrapado , por lógica generacional , se les había esfumado la juventud con Machin , Bonet de San Pedro y la Orquesta Topolino , sin enterarse de que la “rebeldía sin causa” de James Dean se había roto contra el asfalto , mediados los cincuenta . Nosotros por contra , quizás para compensar tanto déficit de libertad , secuestrada en la jaula nacional , cabalgábamos sobre otros novedosos panoramas musicales , en la presunción de que tras aquella enigmática “ Puerta verde” con la que nos martilleaban “Los Llopis “ tendría que haber algo mas que una vulgar , domestica y marujona “Marcianita” al modo de un tal Billy Caffaro .

Aquella tarde se intuía tan normal y anodina como cualquier tarde de Domingo . Iríamos al Liceo a marcarnos una partida de billar o de ajedrez . Tomaríamos café en aquel gran salón escaparate , viendo discurrir la calle Santa Eulalia . Luego nos descolgaríamos por el “Cha-Cha “ , oficialmente Salón Maravillas , en la Plaza de Santo Domingo , el santuario obligado en la liturgia del pavoneo y del “ligue” , dentro de un orden y al son de la “Orquesta Carmona”, con Luis Calderón a la batería .

Antes habríamos tomado un vermut en lo que quedaba del poderoso “Zeppelin” , para escuchar música en aquella disparatada maquina de discos donde convivían “La noche del hawayano” de Peret junto al poderoso Tom Jones , con “Un hombre llorará” que era la que nos gustaba a nosotros .

Al entrar en el “Chacha” investigaríamos a fondo el trajín de la pista y lo que se barajaba por las mesas , en el vanidoso juego de ver y ser vistos , que era lo que circulaba por el ambiente . Llegaríamos a la barra y pediríamos otro vermut antes de invitar a bailar a alguna chica conocida , acercándonos a su mesa en un ritual tantas veces repetido . Bailaríamos , con premeditada compostura , al arrullo envolvente de un afectado Pepe Carmona , el singular vocalista , interpretando “Ciudad solitaria” , esa melosa balada para corazones enamorados .

Sin duda , salvo algún derbi futbolístico , ese podría ser el guion de cualquier tarde de Domingo y que , inevitablemente , terminaríamos en “Los Gabrieles” , con unas cañas y sus tapas de calamares y ensaladilla rusa , que nos jugaríamos a los dados .
Pero aquella tarde , en la que supuestamente viviríamos las mismas secuencias repetidas de otros festivos ocurrió algo que nos causó una sensación irrepetible . Nos habíamos reunido , después de comer , en casa de uno de nosotros , para arrancar la andadura rutinaria . Estábamos sentados frente al televisor cuando aparecieron ellos . Habían surgido en Liverpool y , por lo que escuchábamos , ya impactaban poderosamente . El presentador de aquel programa musical les llamaba , reiterada y machaconamente , “Escarabajos”

Nosotros no dábamos crédito a lo que veíamos , pero intuimos desde aquel mismo momento que estábamos ante algo grandioso . No podíamos sustraernos de esas imágenes que tan insistentemente , después , nos desbordaron . Todo fue ya musicalmente distinto : Desde la trepidante “She loves you” hasta la apacible “Something” , junto a tantas baladas que supusieron algo mas , para cauterizar el desanimo en aquellos tiempos de deriva . El torbellino de “Help” , la suavidad sedosa de “Penny Lane” y “Hey Jude” . La arrulladora “Michelle” . Y sobre todo “Yesterday” , porque cada vez que la escuchamos caen , gota a gota , los recuerdos nostálgicos y húmedos de un tiempo irrecuperable , junto a la cruel evidencia de que no hay marcha atrás posible .

Aquella tarde constituye para mi , a la manera de un reflejo condicionado , el recuerdo mas nítido de toda la historia de los Beatles , a los que tanto intentó imitar una generación que había nacido con las alas cortadas .

Las imágenes de aquel televisor , en el salón de un piso alto , fueron emocionalmente tan influyentes que comenzaron a desplazar , sin darnos cuenta , la profunda amargura que aun guardábamos por la reciente e inesperada muerte del presidente Kennedy . Era aquel tiempo en el que la historia se contaba , todavía , en blanco y negro .

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