Cristina Martín Sánchez

Concejala de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Mérida.


Llevamos ya cincuenta y tantos días confinados y esta pandemia, día tras día nos roba seres humanos, ilusiones y esperanzas.

Me gustaría pensar que realmente ya nada va a volver a ser lo de antes, y que hayamos aprendido algo, por eso prefiero pensar que todas esas frases bonitas y videos que ahora corren por las redes sociales, dando importancia a lo emocional, a nuestros seres queridos y no a lo material, no se van a olvidar cuando poco a poco vayamos recuperando la vida normal y podamos retomar todas las actividades anteriores a la crisis. Quiero pensar que los valores personales van a calar en nuestra sociedad y que después de este COVID-19, volveremos a priorizar los momentos con la familia y los amigos.

Es necesario creer que la esperanza de una vida mejor que la que teníamos, puede convertirse en una realidad, que los tiempos se pueden volver a controlar, que las personas pueden ayudar a otras independiente del beneficio económico que esto conlleva y que se valorará más a los maestros, a los médicos, al personal de los  supermercados, y a muchos otros, que diariamente han estado trabajando sin descanso para el bienestar de los demás.

Un mundo mejor es posible y tal vez el COVID-19 sea un aviso para poder volver a ver delfines en los canales de Venecia, para que “la madre naturaleza”, deje de gritarnos que necesita ser salvada y que las grandes multinacionales dejen de contaminar. Para que todos volvamos a utilizar los medios de transportes públicos, y así concienciarnos de que no hay un planeta B, y que es la tierra de lo que vivimos.

Que seamos conscientes que la igualdad como nos la han pintado no existe, sobre todo cuando la señora Montero, ministra de dicho ministerio se ha sometido sin problema a numerosas pruebas, mientras que sanitarios,  expuestos diariamente al enemigo, no han recibido ninguna.

Igualdad que tampoco reconocemos, cuando una persona de a pie tiene que estar en una UCI desbordaba mientras que muchos ministros que de boquilla defienden todo lo público, han estados en sus buenas clínicas privadas. La igualdad para ellos es un ‘’haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga’’.

Que la familia y mantener la unidad familiar como la pinta el gobierno, a cambio de dos duros en el bolsillo es mentira, ofreciendo ayudas escasas o que ni siquiera llegan, mientras que por otro lado siguen cobrando las cuotas de autónomos y demás seguros sociales. Es decir, lo poco que te dan por un lado te lo van a quitar por otro, y no entienden que hay familias que viven al día. Lo bueno de esto es que muchos niños han sonreído más que nunca en este encierro por tener a sus padres en casa, y han  dejado de ser para muchos ese desconocido que solo estaba en casa para comer y dormir.

Simplemente me gustaría creer que es posible una realidad distinta y que este COVID-19 puede abrir una ventana a la esperanza de un mundo nuevo. Una ventana a la esperanza de una realidad distintas de la que los gobiernos y la economía global nos dibujó. Quiero creer que los seres humanos vamos a tener la capacidad de ver más allá, de lo que hemos visto hasta ahora y vamos a ver la gran mentira en la que nos encontrábamos sumidos.

Me encantaría que otro mundo mejor fuera posible, que realmente dependiera solo de nosotros y no tanto de nuestros políticos mal preparados y sin visión, donde lo único que hacen es prometernos pan y circo

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