Juan Barquilla

Portavoz Ciudadanos Mérida


Un decreto del Departamento de París, en 1793 solicitaba a los parisinos plasmar la siguiente frase en las fachadas de sus casas: «Unité, Indivisibilité de la République; Liberté, Égalité, Fraternité, ou la Mort» el extremismo de la última parte del texto choca con la idealización que tenemos del eslogan usado en la revolución francesa en el año 89 del s.XVIII que rezaba “Libertad, igualdad y fraternidad”

Los tiempos cambian, pero ¿qué son poco más de 200 años en nuestra evolución? Los ideales y sus causas también cambian. Actualmente podemos observar la apropiación que hacen diferentes colectivos de “banderas” amoldándolas a su favor y en contra de otros, según estimen oportuno, desde un prisma subjetivo y en numerosas ocasiones carentes de rigor histórico, de concepto y contexto.

En la actualidad, la libertad también se logra reconociendo y venciendo a la mentira repetida de los políticos que padecemos, con las armas democráticas que poseemos y son de sobra conocidas por todos.

Casos  que leemos a diario producen nuestra indignación y agotamiento. Incluso a veces sorpresa, con alguna declaración hipócrita y cínica de algún mandatario, como si la música no fuese con ellos.

Si, esa música si va con vosotros, son vuestros partidos los que os han puesto ahí y ejercéis de faraones durante hace mucho tiempo en vuestros chiringuitos políticos.

Poniendo de ejemplo un tema a los extremeños nos toca la fibra, que es el caso del tren indigno y la infinidad de incidencias y vejaciones que han sufrido de forma individual los usuarios, y de forma colectiva el pueblo extremeño.

¿Cómo explicar el comportamiento de esos políticos, que prometieron dar lo mejor de sí mismos para la ciudadanía y no solo que no lo hacen, si no que toman actitudes difícilmente defendibles?

Es necesario entender que las personas en general, vivimos en consonancia entre nuestro pensar y actuar. Tenemos una necesidad interior que empuja a asegurarnos de que nuestras creencias, actitudes y conducta son coherentes entre sí.

Si por algún motivo no podemos ser congruentes, la incomodidad, y la ansiedad aumentan cuando estas creencias o actitudes entran en conflicto, pasamos a la autojustificación incluso llegando al autoengaño.

Según diferentes estudios y teorías, Festinger et alii, la mente de los embusteros resuelve este conflicto de una forma radical, y es “aceptando la mentira como una verdad”. Pues eso.

Esas «verdades políticas» que son mentiras para el resto de los mortales, son las que hemos soportado los extremeños, durante tantos años con un alto coste, siempre siendo fieles a España, cumpliendo la Constitución, y haciendo fuertes a otras comunidades con nuestro trabajo y acogiendo a todo el que venía compartiendo lo que tenemos. Es imposible no comparar como estamos y como están otros.

Este desprecio histórico hacia los extremeños, me trae a la memoria, otra de las mayores injusticias en trato, engaños y desaires que sufre unos de los colectivos más importantes de nuestro país.

No podía dejar pasar la oportunidad que me brinda este medio para escribir sobre la denostación y el olvido histórico de los gobiernos del PP y del PSOE, con el que han sufrido y sufren nuestra Guardia Civil y Policía Nacional.

Se han aprovechado de la lealtad y el honor que llevan por bandera, conocedores de que nunca faltarían a su juramento, con unos sueldos y condiciones nefastas.

Su lucha por la igualdad con las policías autonómicas, es de justicia, y obtener la equiparación en salarios, jubilaciones, segunda actividad, medios de trabajo, seguridad jurídica y  equipamiento profesional, entre otros, se debería haber zanjado hace décadas a la voz de “ya”.

Son a día de hoy las instituciones mejor valoradas por los españoles. Por el contrario sindicatos, partidos, congreso y Gobierno suspenden con notas muy bajas que tienden a cero. Es para hacérselo mirar.

Paradójicamente diferentes asociaciones y sindicatos policiales denuncian una progresiva indefensión jurídica de los garantes de nuestras libertades y cumplimientos constitucionales. Ellos responden que acatan y respetan las decisiones judiciales. Fidelidad y profesionalidad.

Solidaridad, empatía, afinidad, comprensión, cercanía, identificación y tener la capacidad para ponerse en el lugar del otro, solucionará muchos problemas.

Me pregunto qué está pasando en la actualidad, cuando recientemente se ataca a personas por su orientación política. En territorios como Cataluña con una violencia política amparada y jaleada en muchos casos desde multitud de sectores, incluso desde instituciones, es una triste realidad. Incomprensible en un país como el nuestro, certificado por multitud de estamentos como una de las mejores democracias del mundo.

No podemos permitir más agresiones políticas, nuestra obligación moral es la de condenarlas y apoyar a las víctimas. Ya conocemos bastante acerca de las consecuencias de no resistir las tiranías en los primeros intentos de su establecimiento.

Debemos apostar y luchar por una sociedad de todos y para todos. Si no plantamos cara desde el minuto uno, se extenderá, tendremos radicales de todos y cada uno de los signos políticos conocidos o por conocer.

El debate político debe ser el de las ideas, los argumentos, las propuestas y el respeto.

Prohibido rendirnos.

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