Agustín Plaza Aguado


Me llega la noticia del fallecimiento de Enrique De Castro, este nombre a la mayoría de ustedes no les dirá nada, pero si me lo permiten, les diré que era conocido como” el cura rojo de Vallecas”, más allá de cualquier etiqueta, Enrique realmente fue uno de esos incansables luchadores por las personas más empobrecidas y excluidas de los últimos 50 años, lo que obviamente le llevó a chocar de plano con la jerarquía eclesiástica e incluso con muchos dogmas de la Iglesia.

Para muchos extremeños que tuvimos que emigrar en los años 60 a Madrid y recalamos en Vallecas y alrededores, era una persona muy conocida y reconocida, pues éramos aquella realidad social de miles de personas en pobreza y exclusión.

La primera vez que le conocí personalmente fue en el año 1980 cuando en plena movilización estudiantil nos abrió la puerta de la Iglesia para protegernos de la policía fascista y de los brutales antidisturbios de aquella época, a la que él personalmente sufrió en los temidos sótanos de la Dirección General de Seguridad y en la cárcel de Carabanchel.

Enrique se convirtió en el cura de aquella humilde iglesia de San Carlos Borromeo, en Entrevías, e hizo de ella una trinchera de resistencia y un refugio de almas perdidas, por ello , el purpurado fascista Rouco Varela quiso cerrarla, con la excusa de que la liturgia y la catequesis no se ajustaban a la doctrina oficial,(aquella que santificó a los genocidas franquistas y hoy tapa a los pederastas) y, pese a la oposición vecinal, rebajó su categoría a centro pastoral, aunque el lugar siguió siendo el mismo, lo que importaba eran las personas que la frecuentaban o a las que él defendía como las Madres contra la Droga, la Escuela sobre Marginación, los Traperos de Emaús, la , Coordinadora de Barrios o la Fundación Raíces.

Para muchos que no participamos del concepto de iglesia tradicional y menos aún de su identificación social y política, que rechazamos de plano su pompa, boato y jerarquía, veíamos cómo en la parroquia, y en torno a él, se congregaban personas de todas las religiones y clases sociales, cristianos, musulmanes y ateos, el juez y la madre contra la droga, el educador y el preso, el sin papeles y el fiscal… Cada persona tenía su espacio, respetada por ser persona y no por lo que tenía o por el dios en que creía o no creía. Enrique “detestaba todo lo que olía a iglesia institución, al clero y a su parafernalia, a las liturgias huecas y vacías de calor humano, donde no tenía cabida la risa, el brindis y el baile, tres sustantivos íntimamente ligados a su persona”

Su último libro “Dios es Ateo” Editorial Popular, cuya lectura recomiendo, insiste en su convicción en la persona, especialmente en las personas en las que muy pocos creían. Su fe era en: “Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada,” en palabras del poeta Galeano. “Su fe en ellos y en ellas le hizo perder el miedo. Se mimetizó y se hizo uno con ellos y aprendió de los que nada tienen que conservar porque lo perdieron todo”.

Y resumía su conciencia social cuando decía “para el rico siempre será peligroso que el pobre encuentre su fe porque entiende ésta como una amenaza contra sus seguridades y poderes adquiridos, por lo que ha decidido comprarla y devolverla como una moneda adulterada que sirve a sus propios intereses. Ya no será fe sino creencia, cuyo objeto es un dios garante del orden establecido impuesto por los poderosos, de la sumisión, la obediencia y la moral clasista. Un dios que garantizará los pactos de la religión con el poder de los Estados, las inquisiciones medievales y las de ahora, que impondrá dogmas oscurantistas, al igual que las sectas, sólo accesibles a teólogos y eclesiásticos , pero no al pueblo…”

Enrique no estaba en contra del uso del preservativo, los matrimonios homosexuales o el derecho al aborto. “En la parroquia siempre hemos recomendado el uso del preservativo. ¿Cómo no vas a hacerlo si hemos estado siempre rodeados de enfermedad y muerte? los gays son personas iguales que las demás. Y punto. ¿Qué más añadir? ¿Cómo va a ser el cristianismo incompatible con la homosexualidad? No existe ningún código de moral en el Evangelio y mucho menos de moral sexual”

Para él, “la Iglesia Vaticana es antievangélica porque el Vaticano es el mundo de la no fe. La mayoría de los obispos cree en su poder, pero no tienen fe en el Evangelio, que es lo mismo que tener fe en el ser humano. Para tener fe hay que ser un ser humano desnudo y por eso he dicho más de una vez, refiriéndome a los obispos: Quedaros desnudos, en pelotas, fuera ropajes y salid a la calle. Porque son incompatibles el poder y el dinero, con Dios”.

Tenía como lema un “nunca dejes a uno de los chavales en el camino”, pronunciado siempre desde el corazón y con los ojos humedecidos, vivió su aquí y ahora, y lo gozó plenamente. Fue feliz con su gente, con sus chavales, con las madres, con sus amigos y amigas, con su familia biológica y de corazón, y peleó hasta el final, por su conducta ejemplar se ganó el respeto de aquellos incluso que eran sus enemigos.

Ahora los oligarcas de la Iglesia estarán brindando y celebrando su muerte, pero parafraseando a los salvadoreños al referirse a Monseñor Romero, “En Enrique de Castro Dios pasó por Vallecas”.



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