Margarita Inmaculada López de Ayala
Concejal Vox Ayuntamiento de Mérida
Nacimientos vivos de una población, influye en la demografía de una sociedad implicados en el campo cultural, económico y político.
La natalidad es el número de vidas que se producen en un periodo de tiempo.
El ser humano, como cualquier ser vivo, tiende a procrear y continuar su especie de forma natural y a conservar la vida. Es un instinto muy humano, querer protegerse y proteger la vida de uno y de los demás y siempre así lo ha sido.
Es por ello que debemos procurar el cuidado de la vida. Cada vida es un reto en nuestra sociedad, cada vida importa, cada individuo es importante. Por ello hay que saber esperar y recibirlo al ritmo de la naturaleza.
Desde principio a fin tenemos que dar paso a la naturaleza, ser pacientes y ver con gusto y alegría el suceder del tiempo natural, por lo que tampoco debemos programar la natalidad por los distintos factores que nos acechan. Debemos ir con el curso de la naturaleza y sus tiempos, de espera, de gestación, de ser madre y padre. No querer tener todos los proyectos preconcebidos, queriendo programar toda nuestra vida, que es a lo que esta sociedad de hoy en día está tendiendo, a la inmediatez y la programación. Si bien hay que actuar con compromiso y responsabilidad.
La batalla cultural es un factor a tener en cuenta en la natalidad. Entre otras cosas, ocurre que queremos romper la línea entre seres humanos y animales y estamos dando prioridad a animales, cuando esto nunca ha sido así de forma natural. Y lo natural es la Ley de Dios que es el Creador del mundo, y no la de los hombres.
En la creación, tal y como viene narrada en el libro del Génesis, Dios crea al ser humano a su imagen y semejanza y lo coloca en un lugar superior a los animales en la Tierra. El Génesis dice así (Gen 1-26): “Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que domine sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, sobre todos los animales salvajes, y todos los reptiles que se mueven por la tierra”. Si vamos en contra de lo que el Dios Creador dispuso cuando creó el mundo y todos sus seres vivos, comenzamos una andadura que no puede conducir más que a la destrucción.
Las personas tienen su sitio y los animales el suyo, que está por debajo de las personas. En los países desarrollados se tiende a sustituir a los hijos por animales, y así el hombre, la sociedad, los países no avanzan, ni prosperan, esto es un desprecio a la vida humana.
En España se está produciendo un cambio demográfico desde el Baby Boom de los 60, hasta el envejecimiento progresivo, que influye en la familia, la sociedad, la economía, etc.
Se dan distintos fenómenos y circunstancias, entre ellos se tiende a tener el primer hijo en edades más tardías de la mujer, la madre suele tener hoy en día el primer hijo a partir de los 32 años, si no más.
En muchos aspectos, la natalidad está relacionada con las nuevas ideologías, el confort, el desarrollo, el estilo de vida , el cambio cultural e intereses políticos. El cambio de objetivos que se está produciendo en nuestra sociedad, responde a los planes de reeducación y mensajes que se lanzan a la sociedad por parte de las políticas públicas. Esto produce distracciones a lo que es esencial e intrínseco del ser humano, que es procrear, formar familias y tener hijos y por ende, esto afecta a la natalidad de cada pueblo y nación. Sin perjuicio de otras misiones y funciones que tenga cada uno en la vida, para mantener toda la sociedad.
En los países desarrollados se está perdiendo el número de nacimientos, disminuyendo drásticamente y esto va en contra de la riqueza de la nación. También la baja natalidad se debe al retraso de la edad del primer embarazo de la mujer, a la dificultad de compaginar la vida laboral de la mujer con la maternidad y al elevado coste de la manutención de sus hijos.
Una nación necesita de sus hijos para prosperar y estos hijos necesitan de sus familias, para crecer sanos y enriquecerse para luego dar a la sociedad lo que se ha recibido.
Es por ello que para el bien de la sociedad, de la nación, debe haber políticas adaptadas a la preservación de la vida en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, deben existir políticas de ayuda a las familias e impulsar su crecimiento y desarrollo para que puedan tener hijos, educarlos y mantenerlos, para así esto también se traduzca en el aumento de la natalidad de un país. La natalidad es prosperidad para un país, y esto incide positivamente en los factores socioeconómicos, culturales y políticos del mismo.
Así como por ejemplo, cuando hay accidentes, estudiamos los fenómenos que los producen y hacemos campañas para disminuir el número de fallecidos en accidentes varios, véase las campañas de tráfico o implantación de normativas de prevención de riesgos laborales en los trabajos. Así mismo se debería proteger la vida en todos sus aspectos, desde la concepción hasta la muerte natural, y no avocar a la cultura de la muerte, promoviendo planificaciones que conlleven a interrupciones definitivas del embarazo, eutanasias, etc. y haciendo que haya que recurrir a campañas, de SI A LA VIDA, para proteger la VIDA, cuando lo natural es dejar vivir.
Por lo tanto los gobiernos deberían tomar más y mejores medidas para impulsar la natalidad de su país, porque procura entre otras cosas riqueza, cultura, e políticas constructivas, con subsidios para familias, permisos parenterales más largos, disminución o eliminación de las cargas de fiscalidad para las familias, servicios y cuidados infantiles gratuitos durante al menos los primeros años del niño, créditos jóvenes de estudios y residencias universitarias, con pagos aplazados.
Hagamos más prósperos nuestros pueblos, con nuestro relevo generacional, con nuestros hijos, mediante el aumento de la natalidad de nuestro país, que es prosperidad.