Agustín Plaza Aguado


El ministro de consumo, Alberto Garzón, concedió una entrevista a un diario británico, tras circular por las redes sociales una versión manipulada, basada en una frase suelta, se decía que el ministro afirmaba que desde España se exporta carne «de mala calidad» y que las macrogranjas del país contaminan «el suelo y el agua».

Ante esta situación los “patriotas del qué hay de lo mío” han salido de toriles al grito de: “otro ataque a ganaderos y agricultores y a la imagen de nuestro país.” pidiendo, como no, la dimisión del ministro de Consumo: dando otra muestra más del bochornoso espectáculo político español del todo vale.

Además de la ultraderecha y los fascistas habituales, se han pronunciado en contra de Garzón otros presidentes regionales, y no solo del PP. en el PSOE, el de Castilla-La Mancha, y, también el presidente de Aragón, han entrado, como es habitual en ellos, al trapo de la crítica fácil e irresponsable, en una nueva actuación para un supuesto electorado de derechas del PSOE o, quizá para sentirse a gusto consigo mismos y manifestar su desubicación ideológica.

Desde estas líneas invito a todos los lectores a que lean las declaraciones completas, en la transcripción que hay de ellas y a las que se puede acceder en internet

A pesar de que en las críticas han denunciado que el ministro se refería a «la ganadería», leyendo la entrevista, se comprueba la burda manipulación de las declaraciones, pues lo hacían basándose sólo en un párrafo en el que Garzón denunciaba la situación de las macrogranjas, sin embargo, en el párrafo inmediatamente anterior, el titular de consumo alababa la ganadería extensiva, defendiendo que es «ambientalmente sostenible»

Para que se pueda entender el bajo nivel ético y moral de los dirigentes del PP, es suficiente con ver cómo el propio PP ha apoyado iniciativas contra las macrogranjas en casi 40 municipios la mayoría se encuentran en Castilla y León, cuyo presidente, el impresentable Alfonso Fernández Mañueco, ha arremetido contra el ministro de consumo, en un nuevo acto de incoherencia y actuación neofascista a la que tan acostumbrados nos tiene, pues no hay que olvidar que fueron ellos mismos los que firmaron una declaración institucional hace poco más de un año en la Diputación Provincial de Palencia —en la que gobiernan— donde expresaron que “no apoyaban” la implantación de 14 grandes granjas ganaderas.
El PP también ha apoyado normas municipales que han limitado la proliferación de este tipo de granjas en Cieza (Murcia), Pozuelo y Alpera (Albacete) o Albendera y Arguisuelas (Cuenca).

Los propios ganaderos, en su gran mayoría, están en contra de las macrogranjas, pues aunque existan muchas explotaciones intensivas, estas son medianas , regentadas por un ganadero y con una base importante de gestión familiar, pues más allá del número de animales , la diferencia básica es la propiedad de la granja, no olvidemos que la mayoría de las macrogranjas son propiedad de empresas del sector cárnico o de piensos, no de ganaderos, son empresas que apenas generan riqueza para el entorno, sin apego al territorio, basadas en el capital puro, buscando grandes subvenciones y sin problema en cerrar si su estrategia nacional o internacional se lo aconseja.

Jane Goodal, fundadora del Instituto que lleva su nombre, y una de las personas que más ha hecho y sabe sobre bienestar animal, decía recientemente que las macrogranjas de animales también suponen una «amenaza a los medios de subsistencia en las zonas rurales, ya que las grandes granjas industriales desplazan a las pequeñas granjas de ganadería extensiva, y como gran parte de las empresas están automatizadas y compiten para producir alimentos baratos utilizando pocos trabajadores mal pagados, generan menos puestos de trabajo en general».

Goodall también avisa de las amenazas para la salud humana por «el uso de antibióticos en las granjas industriales, lo que permite que las bacterias desarrollen cada vez más resistencia y muchos antibióticos ya no son útiles para tratar enfermedades humanas

Apoyar hoy a la ganadería y al mundo rural es ponerse de parte de la transición hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental, defender la ganadería extensiva frente a las macrogranjas NO es criticar a las ganaderías, es criticar a las malas ganaderías, pues necesitamos que se siga incentivado un modelo de economía familiar, pegado al territorio, ya sea intensiva o extensiva.

Una acción importante de cara a la solución de este problema será controlar la obligatoriedad de tener “un etiquetado de procedencia de agricultura y ganadería familiar”, pues en las etiquetas como mucho aparece la procedencia de la carne, pero nunca el tipo de explotación del ganado, necesitamos saber lo que comemos y consumir con responsabilidad. Saber de qué tipo de explotación viene la carne que comemos, ya que la ganadería intensiva, tal y como muestran informes de organizaciones y expertos, y como han constatado ganaderos que practican la ganadería extensiva en España, es de una calidad inferior.

Otra cuestión que este suceso ha puesto de manifiesto, por enésima vez, es el tratamiento de la mayoría de los medios de comunicación, de este país, que han sido los grandes animadores de esta manipulación, defendiendo los intereses de los partidos de la derecha y de las multinacionales que se benefician de las macrogranjas.

Para paliar esta situación, el propio sector debe comunicar mejor a la sociedad y a los consumidores, pues así evitarán manipulaciones políticas como ha sucedido en este caso, que ha confirmado aquello que Robin William comediante y actor norteamericano afirmaba: “en un mundo lleno de mentiras, la boca que se atreve a decir verdades se convierte en el arma más perseguida “

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