Antonio L. Vélez Saavedra



MÉRIDA UNIVERSAL



Decir Medea es decir Nuria Espert. La que, seguramente, sea la más importante tragedia del teatro griego, el personaje mitológico que Eurípides convirtió en una mujer abandonada y humillada, sentimientos que terminan convirtiéndose en despecho y odio hacia su antaño amado Jasón, tales que la llevan a cometer  terrible venganza hacia todos los que son para él seres queridos, por encima incluso de su condición de madre. 

Ese personaje como ella misma reconoce ha marcado ya no su extensa carrera, sino su vida, la de la actriz más destacada de este país, galardonada con más de 170 premios de teatro y dirección en España y en el mundo entero entre los que cabe destacar la medalla de oro al Mérito de las Bellas Artes. La Medea, o como no, Yerma de Lorca, el que más veces interpretó, son personajes como ella misma cita ‘más grandes que la vida’.

Y si fue la también catalana y barcelonesa Margarita Xirgú, la primera en interpretar Medea en la escena del Teatro, es la Espert la que más veces lo ha hecho en Mérida. Desde la primera en 1959,  con solo 24 años y de ahí veinte años despues, en 1979 con Tamayo,  luego se hizo esperar hasta 2001 con dirección de Michael Cacoyanis, y ya la última en 2008 con los monólogos de la obra a partir de la versión de Juan Germán Schroeder. Esas fueron solamente las Medeas, con las que se consagró en nuestro teatro, pero fueron en total hasta ochos ocasiones en las que actuó para las milenarias gradas del Teatro Romano.

Una de ellas fue en 1988 en un Homenaje a Rafael Alberti, al que unía una gran amistad, y con esos recitales triunfaron por nuestro país, y también en Europa y América, reivindicando la figura del poeta tras su vuelta del exilio, y en esos viajes el poeta le hablaba de su amistad con el autor fetiche de la actriz, Federico García Lorca. Nuria Espert en el libro de sus memorias ‘De Aire y Fuego’ cuenta una simpática anécdota con Alberti en el Parador de Mérida, dice la actriz:
En lo de comer como un jabato yo le ganaba por la mano. Cuando vino a Mérida, donde yo estaba haciendo Medea, me encontró en el Parador, dos horas antes de la función, trasegando un platazo de lentejas con chorizo, que rematé con un carajillo.

– ¿Pero tú vas a hacer la Medea esta noche después de meterte eso?

– Necesito reponer fuerzas, Rafael, que la Medea es mucha Medea

– Tu no eres una primera actriz, Nuria. ¡Tú eres un albañil de la CNT!

Pero para mí el gran momento de la actriz en el Teatro Romano, de los que he presenciado no ha sido con ninguna Medea, fue en 1985 con un Salomé, en la primera edición como director del Festival de José Monleón, que le encargó a la actriz un espectáculo para inaugurar la edición. Y ella tiró para la dirección de un no muy conocido aun Mario Gas, y de su amistad con Terenci Moix, al que pidio una adaptación de la obra de Oscar Wilde, ese fue el comienzo de la relación de Terenci con Mérida, a la que también reservó un lugar especial en sus memorias.

Destaca en las suyas Nuria Espert de entre todas su actuaciones en Mérida este montaje de la Salomé, del que dice desbordó todas sus previsiones. Contó con uno de los más reconocidos escenógrafos de la época que montó una gran estructura de hierro, y otra estructura circular en el suelo, con una piscina en su centro, muchos miles de litros que habían de rellenarse por los bomberos diariamente, y que cuando salpicaban fuera provocaban unos ‘resbalones letales’, y que daban muy mala vida a los actores, ya que la famosa danza de los siete velos se realizaba en la piscina y tras ella a la función aun le quedaba su buena media hora, con el cuerpo empapado, y una melenaza que no dejaba de chorrear: “Había noches que decíamos el texto con los dientes castañateando”, pero el texto de Terenci volaba por entre las piedras del teatro y la obra fue todo un éxito. Y ese espectáculo que se estrenó en Mérida, recorrió otros teatros de España y también a Roma y Atenas.

Y fue tras una representación de esa Salomé, cuando Alberti le escribió este delicado poema:
A la más gentil, mas airosa

actriz de España, a la mas esbelta

sirena azul, jazmín y rosa

Cielo, mar, luna, sol, clavel,

Venus naciente, única estrella.

Rendidamente, Rafael.

Nuria Espert, esa Medea de Hospitalet de Llobregat, se crió curiosamente en el barrio de Santa Eulalia, un vínculo que pareciera el de los personajes de las obras que ha interpretado. Como un destino inevitable similar a los trágicos de Salomé o Medea, que le llevo a venir una y otra vez a Mérida, ya fuera a maldecir a Jason, o a danzar entre velos, pero siempre a prender las noches veraniegas con la ensoñación del teatro, que en definitiva, es lo que mejor hacen las musas..

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