Zalo Alesón Vian


Los que tenemos la suerte de vivir en una ciudad patrimonio de la humanidad como es Mérida, rodeados de monumentos que forman parte de la historia, y que han sobrevivido a años de guerras y conflictos de todo tipo, nos vemos ahora salpicados por una nueva amenaza, el odio y el vandalismo.

Pintadas sin sentido alguno en los principales monumentos de nuestro patrimonio, bancos y farolas que son arrancados sin piedad, basura que se deja depositada en los lugares más turísticos sin usar las papeleras o contenedores que existen en los mismos…y lo último, ataque homofóbico a un monumento recién inaugurado dedicado a la diversidad LGBTI en el parque de las Siete Sillas.

Vivimos rodeados de algunas personas incívicas, que no respetan a nadie ni a nada, y que me imagino que no tendrán ninguna educación. Personas que no merecen vivir en nuestra sociedad, personas que se amparan en un vacio legal, en una leyes que son muy flojas para atacar sin piedad a nuestro patrimonio, un légado que debemos dejar en las mejores condiciones posibles a los que vienen detrás nuestro.

Esos destrozos que causan, sin ninguna justificación posible, cuestan miles de euros a las arcas públicas. Soy de los que piensan que estos destrozos deberían pagarlos quienes los cometen, cuándo son pillados in fraganti. Cuando a uno le tocan su bolsillo es cuando duele de verdad.

No entiendo a quién realiza este tipo de atentados contra el patrimonio. Un patrimonio único, que debería ser la envidia de muchos, y el orgullo de todos los que vivimos en esta ciudad histórica. Duele ver una pintada en el Arco de Trajano, o en el Templo de Diana, duele ver cuando se deja basura cerca de la Alcazaba, o cuando vas a una representación al Teatro Romano y ves como los incívicos tiran las pipas al suelo, mientras ven una obra de teatro (sigo sin entender por qué no se prohíbe el acceso al Teatro Romano con comida durante las representaciones).

Sobre el ataque al monumento a la diversidad LGBTI, creo que es algo de suma gravedad, en unos momentos en los que los ataques homofóbicos en nuestro país se han incrementado mucho. Quién o quienes hayan realizado este atentado a este monumento, son seres malvados, que merecen ser perseguidos y una vez localizados, juzgados y condenados a conocer la historia de las personas que luchan a diario por conseguir la libertad y la diversidad y a reponer con su dinero y sus propias manos esos destrozos que han causado a un monumento, que significa más de lo que parece para muchas personas.

Debemos ser más cívicos, denunciar aquellos ataques al patrimonio que veamos y ser implacables con estas personas, que la justicia caiga con todo su peso sobre estos malditos, que se empeñan en destruir lo que la historia no ha conseguido destruir. Mérida no merece tener entre sus vecinos a estos indeseables, nuestra ciudad merece ser respetada y tener el futuro que la historia ha decidido para la misma. Somos una ciudad única, con una gran historia, y es historia no puede ser borrada por la actuación cobarde de unos indeseables.

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