Álvaro Vázquez

Portavoz IU Mérida


Pocos son los momentos en los que los tópicos y los lugares comunes se repiten con mayor intensidad que en las fechas que ahora se aproximan. Cuando el año llega a su término se multiplican sin piedad los mismos mensajes: los balances, la listas de los mejores libros, los mejores deseos, las mejores películas, los personajes más notables o los propósitos más recurrentes, incluido el dichoso componente humano tan en boga por estas fechas. Por supuesto, los partidos políticos y las organizaciones no son ajenos a este tipo de vicios malsanos.

Debe ser por ello que al albur del solsticio de invierno, o el final del año, o la cercanía de los reyes o por la cosa esa de la cercanía de las rebajas (vaya usted a saber), el equipo de gobierno ha decidido terminar bien, o empezar mejor que en otras ocasiones, y se ha puesto sus mejores galas para comunicarnos que la administración municipal nos cuida como nadie. Según el gobierno, el ayuntamiento –que no es lo mismo- gasta alrededor de 62 euros al año en cada emeritense. Una pena, porque empujado quizás por el mismo ánimo, la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de España ha señalado que el gasto medio del ayuntamiento de Mérida en servicios sociales no es de 62 euros por habitante, sino de 22 euros por habitante. Vaya por dios. El componente humano del presupuesto municipal parece que se desinfla por momentos.

Lo peor no es eso. Lo peor es que estoy completamente seguro de que la portavoz municipal podría esbozar elaborados argumentos para demostrar que el dato cierto es precisamente el que arroja el gobierno al que ella representa; y del mismo modo, la mencionada asociación podría estamparnos en la cara un sesudo informe por el cual los datos que ha difundido el gobierno municipal son fruto de la fantasía o del fino arte de la manipulación del que gozan los responsables municipales, si fuese el caso. La pregunta es: ¿cómo es posible?

Pues bien sencillo, existen veinticinco millones de formas de mostrarnos la misma realidad. En este caso bastaría preguntarse qué es lo que podríamos considerar como “gasto social”. Para muestra un botón. Según el gobierno municipal el gasto asociado al Centro Especial de Empleo “La Encina” es un gasto social, cuando es bien sabido que en términos presupuestarios es un gasto dedicado a la promoción del empleo, por lo tanto no puede contabilizarse como gasto social. Y eso el gobierno lo sabe, por eso nosotros también sabemos que lo único que pretenden es manipularnos.

Con las mismas, podría ponerse en tela de juicio el estudio de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de España ¿por qué no?, pero aún así debemos contemplar el que el verdadero valor del estudio de esta asociación es su utilidad como instrumento de comparación entre los ayuntamientos de más de 20.000 habitantes de nuestro país. Al fin y al cabo, en el supuesto de que el método de cálculo fuera erróneo, lo sería igualmente para toda la muestra, por lo que su valor comparativo estaría intacto.

De poco me sirve que un estudio me cuantifique un dato aislado sobre un ayuntamiento cuya realidad desconozco y que difícilmente puedo poner en relación con el resto de variables que sí me dan el tono de lo que está ocurriendo; y es aquí donde el ayuntamiento de Mérida vuelve a darse de bruces

Según este estudio, el ayuntamiento que dispone de un gasto social más elevado por habitante es Rentería con una cifra 277 euros. La excelencia en gasto social la sitúan los promotores del estudio en los 100 euros, mientras que el Ayuntamiento de nuestra ciudad apenas llega a los 22 euros. La mediana está en unos 66 euros. Vamos, que el asunto pinta bastante mal para los gestores emeritenses.

Poco debe importarnos que el dato de unos o otros sea tan diferente, ya que la disparidad surge del método que se haya empleado para calcularlo, lo que sí tiene que preocuparnos es que exista una asociación de profesionales del sector que ha constatado que, sea cual fuere el método utilizado, nuestro ayuntamiento está a la cola en lo que a gasto social se refiere cuando se le compara con el resto de los ayuntamientos de nuestro país.

Podría argumentarse que la responsabilidad del ayuntamiento es limitada y que en ningún caso es el único responsable de esta situación, (la crisis, la ley de estabilidad presupuestaria…, en fin), pero tengamos una cosa bien presente: ese argumento sólo se puede emplear cuando el gobierno no se echa flores así mismo por lo mucho que gasta en servicios sociales. Para esto, mejor se hubieran quedado callados, al menos hasta que terminase el año.

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One Comment on “OTRO MALDITO BALANCE”

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