Pedro Acedo 


A quienes nos gusta la política, aparte de la obviedad del resultado electoral de la región más grande de España, que no es otro que la victoria del Partido Popular y la derrota del PSOE, también nos gusta analizar la situación y opinar al respecto, sin olvidarnos de la significación que puede tener para próximas elecciones y, permítanme, contar los éxitos y errores de los contendientes bajo mi punto de vista y mi experiencia de más de 30 años en la vida política local, regional y nacional. Desde Extremadura, desde Mérida, en tres puntos, lo veo así:

1- Por mucho que todos digan que han ganado, no es verdad, únicamente ha ganado uno, porque siempre gana solo uno y este ha sido el PP. Partido de derechas con dirigentes nacionales acomplejados. Por eso sube tanto Vox. Enhorabuena a Mañueco. Sinceramente.

2- Vox ha tenido un éxito estruendoso. Sin apenas cuadros, con casi todos los medios de comunicación en contra y casi exclusivamente con la marca Abascal, un ex del PP; pero su firmeza, carácter y claridad, consigue que lo voten cientos de miles que antes votaban al PP. Una sangría que ya se vio en Cataluña y se confirma en este feudo pepero. Si el PP siguen dirigiéndolo Pablo Casado y Teodoro Garcia Egea, Vox protagonizara el “sorpasso” en las próximas generales. Y si en Castilla y León, como dicen algunos, prefieren una abstención del PSOE que gobernar con Vox, la cosa no tendrá remedio. En estas elecciones no han podido hacerlo peor. Imposible. Nos hemos salvado por Mañueco, por Ayuso… y por la campana. Y la verdad es que todo es más fácil: ¡Sigan el ejemplo de Ayuso!

3- El PSOE ha sido el perdedor. En las anteriores elecciones ganó y ahora no. Simple. Sin embargo, ha disfrutado durante unos días del triunfo ficticio que le daba las encuestas manipuladas, pagadas por todos, de Tezanos. Pero se ilusionaron y han sido felices creyendo al cantamañanas adulador de Pedro Sánchez durante unos días. Después, como la vieja película, “más dura será la caída”. Ha perdido el PSOE y, sobre todo, Pedro Sánchez, “el mentiroso”. No hay debate. Son los números.

En estos tres puntos creo resumir lo más importante de las elecciones de Castilla y León, pero no puedo olvidarme de mi felicidad por el batacazo de los comunistas de Podemos, un escaño de ochenta y uno. No está mal. Y es que ya los han calado. Ya solo engañan a los tontos (con perdón).

De Ciudadanos qué se puede decir. Cuando alguien se pega tal batacazo sólo puede dar lo que da: pena. Y yo, que me siento liberal de derechas, me hubiera alegrado de que el Sr. Igea se hubiera ido a su casa o al paro. Patéticas sus declaraciones y las de su líder Arrimadas.

En cuanto a los partidos locales o provinciales, ¡chapeau!. En León, Soria y Ávila han obtenido varios escaños. Hay quien dice (sobre todos los que tienen cargos y sueldos políticos) que estos pequeños partidos perjudican y dividen. Falso. Los pequeños partidos tendrán sus intereses, como los tienen los grandes, pero están en su derecho y se someten a votación. A esto se le llama democracia. Son los ciudadanos los que deciden. Creo que la centralización excesiva del PP y del PSOE y su falta de democracia interna propician estas incursiones que, es más que probable, se expandirán por todas las regiones. No sé si será bueno o malo, pero así está siendo y así será. En Mérida y en Extremadura, también.

Y ahora los vientos soplan a favor, aunque las siglas, como creían Casado y Egea en Castilla y León, ya no ganan elecciones.

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