Fran Medina Cruz
Se dice que un estado avanza cuando se eleva el nivel de cultura de sus ciudadanos, y, ya que la economía está directamente relacionada a la cultura, haremos caso a esta definición en el contexto global de las cosas del bienestar de la ciudadanía. Ahora bien, en un contexto donde la revolución tecnológica pasa por su ecuador, mostrando a la inteligencia artificial como eje de toda ésta. ¿Por qué nos empeñamos en definirnos políticamente bajo los parámetros ideológicos del siglo XIX, y de su ya sobrepasada revolución industrial? Hablamos de todas esas patrañas ideológicas que merman y mermarán la política de la razón, con el único fin de que, el patrimonio del intelecto y de la filosofía que lo cuestiona todo quede relegado al olvido. El fin único de una ideología, ya sea de derechas o de izquierdas, es que permanezcan en el estancamiento cultural y financiero la población a la que gobiernan. Aniquilando ideas por ideales, sustituyendo la filosofía del pensamiento por ideología política de estado.
Sus instrumentos, y como se identifican son varios, sobre todo porque no camuflan su verdadera identidad, utilizando la parte emocional como arma de sometimiento, y por ende a su fin último.
La ideología de género, que utiliza la diversidad del gusto y comportamiento sexual como premisa a la identidad de una persona. Estableciendo patrones diferenciales a la vez que habla de inclusión, torpe forma de incluir si empiezas separando a las personas por su forma de estar en la cama.
La verdadera Inclusión debe tratar de mejorar la convivencia de las personas, de aquellas que muestran una desventaja evaluable dentro del conjunto de la sociedad, ya sea física o dineraria.
Y la mal diseñada estructura de bloque entre machismo y feminismo, porque parte de la premisa de que el feminismo y machismo son polos opuestos de un mismo sistema, y no es así, porque reniegan de conceptos como el hembrismo y el masculinismo, verdaderos protagonistas de esos sistemas antagónicos. El masculinismo, el gran olvidado y que identifica la verdadera razón del hombre, con los mismos buenos valores de que el feminismo, por lo tanto, compatible y del mismo lado de la balanza, pero sin dejar atrás la identidad del hombre. Quizás haya que empezar a utilizar más el masculinismo para erradicar el machismo, y menos el feminismo en algunos aspectos de la vida social.
La ideología de lucha obrera, o como se define ella misma, “la dictadura del proletariado” (palabra horrible). Pienso que en un mundo tecnológico y sobre todo con una sociedad culturalmente elevada, la relación “trabajo-calidad de empleo” quedaría expuesta a la nada, puesto que sería el trabajador el que pondría las condiciones. No pasa lo mismo en sociedades culturalmente pobres y sometidas al estado.
¡¡Piénsenlo!! y después voten en consecuencia.