Fran Medina Cruz


Recapitular una vez pasado el tiempo de un año es costumbre de todos aquellos que tienen como fin, el principio de gestionar algo, una comunidad, un ayuntamiento, una región o un país. Periódicos, y espacios de noticias televisivas dedicadas, por un lado al enaltecimiento del trabajo realizado, y por otro, y desde la bancada de enfrente, la critica más tirana posible, pero al fin y al cabo una entrega más en la serie de retoricas realizadas por nuestros queridos políticos. Y nadie se atreve a cuestionar y declarar, sin justificarse por ello, donde reside el verdadero fin de todo esto, que no es otro que darse cuenta de que la publicidad política y el marketing de partido es la referencia de todas estas declaraciones institucionales. Es muy fácil hablar para la gran comunidad, esa misma que solo entiende de estímulos propagandísticos, y carece de pensamiento propio y de lógica.

Como ya hemos leído por boca de nuestro alcalde, Mérida va por buen camino; se ha recortado la deuda, aunque sigamos debiendo una barbaridad. Una central hortofrutícola, una planta fotovoltaica, la esperadísima azucarera nos espera con apreciable interés, aunque sigamos con sueldos y contratos de subsistencia, muy por debajo en muchas ocasiones del sueldo mínimo interprofesional, y una tasa de paro muy superior al del resto de países de nuestro entorno. Un súper cargador Tesla, para quien lo pueda utilizar. La esperanza de que por fin se empiece la rehabilitación del teatro-cine María Luisa, de que algo se pueda hacer con el mercado de Calatrava, con el tren de alta velocidad, con la universidad… Un sin fin de bienes que junto con el turismo hace de Mérida una “ciudad moderna, accesible, dinámica, y segura”.

Pero ¿y si preguntamos a cada uno de los habitantes de nuestra ciudad? ¿y si analizamos sus verdaderos problemas? ¿Es verdad todo esté cambiando a mejor? Aquí reside el verdadero relato, la recapitulación que hay que hacer está escondido en el seno de cada familia. Y yo no lo veo que la historia esté cambiando a mejor para muchas de ellas. Los mismos problemas de siempre, las mismas angustias y desigualdades, las mismas carencias. Por eso que cada cual haga su resumen anual y establezca, si le es posible, un paralelismo con el resumen que nos cuentan desde nuestro ayuntamiento, verá que no es más que un regalo para la esperanza, adornado con toda la propaganda que pueden aplicar.

Yo por mi parte os deseo lo mejor para este año 2018.

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