ANTONIO-LUIS VÉLEZ SAAVEDRA


No hace mucho echaban por la tele la película ‘Esperando al Rey’ en la que el protagonista es el actor Tom Hanks. En resumen, el personaje se pasa la película esperando al rey de Arabia para cerrar un importante negocio, y comentábamos en casa que hay que ver este actor la cantidad de películas, además de la anterior, en las que lo que principalmente hace es esperar: en la de Náufrago a que lo rescaten, en la de La Terminal a que le den el visado para salir del aeropuerto, o en la de Forrest Gump esperar sentado en un banco a que llegue el autobús.

Y el papel que parece ser el más frecuente en las películas de este actor, tiene una gran similitud con lo que pasa en nuestra ciudad, y es que Mérida también se pasa los años esperando: al Museo Visigodo, a la apertura de la Casa del Anfiteatro, a la ampliación del MNAR, a la reforma del Teatro/Cine M.ª Luisa o a la facultad de Bellas Artes como alguno de los ejemplos más importantes y recurrentes, con la diferencia de que lo que para Tom Hanks es su mejor papel, para Mérida es un papelón.

Y no quiero cargar a los diferentes políticos locales la responsabilidad de las históricas esperas de esta ciudad, ya que en la mayoría de estos casos las competencias no son exclusivamente municipales y es compartida con otras administraciones, llámense el Ministerio o la Consejería correspondiente, pero lo sí que depende de ellos tener claro cuáles son las principales prioridades de esta ciudad, y pelear con decisión por ellas. Porque por el parón en el que se encuentran la mayoría de estos proyectos parece claro que Mérida se encuentra en una encrucijada, principalmente porque no llegan las inversiones públicas en la misma proporción que llegan a otras importantes ciudades extremeñas, ni muchísimo menos.

Es por esto que la ciudad no avanza al ritmo que debiera, como sería lo lógico por su condición de Capital de Extremadura, una capitalidad que no está siendo en ningún caso asumida por las diferentes administraciones, baste referirse a los temas logísticos o universitarios, y por los que Mérida tiene totalmente limitado su avance y crecimiento. Más aun, nos encontramos constantemente en medio de la guerra entre las capitales provinciales de Cáceres y Badajoz, que año tras año acaparan totalmente los presupuestos para infraestructuras públicas y dotaciones universitarias de nuestra Comunidad Autónoma.

Ahora además se propone desde el Consejo Económico y Social de la Junta de Extremadura un nuevo concepto, el de Multicapitalidad, cuyo desarrollo supondría arrinconar aún más si cabe las legítimas aspiraciones capitalinas de Mérida, imponiendo aún más el viejo modelo de división provincial por encima del unificador autonómico. Siendo esto así, y ante anuncios como este, Mérida debe pues dejar de esperar y exigir sus derechos como Capital de Extremadura, para ejercer como tal con las garantías y recursos necesarios, y para despegar de una vez como eje central de un territorio, el extremeño y con la vocación universal que le concede la historia, de una forma decidida, con una visión que debe estar por encima de localismos egoístas.

De otra forma, si seguimos en esta dinámica estamos destinados continuamente al fracaso con el mismo papel que tantos éxitos ha dado a Tom Hanks, simplemente el no hacer nada y esperar que algo llegue, aunque en mi opinión esta ciudad ya ha tenido demasiada paciencia.

 

 

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