Rafa Ángulo
Periodista

Déjame que te cuente calabazona que los mirlos se te han comido todas las cerezitas. Digo yo que serán los mirlos porque son quienes revolotean cerneando por encima de los dos cerezos, aquellos que compraste hace años en el Jerte. Hubo una temporada que les puse un cd para deslumbrarlos y que las dejaran en paz pero se posaban encima del disco para comérselas, por lo visto lo puse al revés y sospecho que, también, los mirlos se ríen de mis cosas. Debe ser tradición en Poeta Marcial, 2. Ya puestos te voy a confesar, calabazona, que los pequeños limones se me están cayendo al suelo estrepitosamente. El limonero era originalmente naranjo bravío, con unas púas tremendas, de vía crucis. El bueno de Manolo, tú sabes, le injertó de limón y aunque sólo daba fruto una vez al año aquella cosecha era de esportón. Sí, cada vez que voy a San José y paso por la casa que era de los Contador veo aquel abandonado limonero que exuberante muestra sus frutos simultaneando limones maduros (y grandes) con pequeños (y verdes) apenas crecidos. ¿Por qué éste sin cuidado hace lo que tiene que hacer –dar limones- y el mío que mimo, hecho hierro y podo parece capado?. Miré “El Horticultor autosuficiente” para enterarme qué hacer con hojas, tallos y raíces y, ¿puedes creerlo calabazona?, me pasé de podada al quitarle todos los chupones. Por eso se me están cayendo los limoncitos. Y lo digo con pena. Se me estropean las plantas por los bichitos, mi torpeza y desaliento. Es curioso, vivimos junto a muchas plantas pero apenas las conocemos, apenas las veo, son como invisibles, pasan como relámpagos. Quizá suene melindroso pero yo era feliz viendo los limones, escuchando a los mirlos (uno suena estridente), oliendo las flores, observando cómo crecen los caquis y embargándome la añoranza de preguntas inútiles sobre jardinería. Ya, ya sé que aparento horticultor inútil y por eso lancé mensajes en botella pidiendo ayuda (más bien son señales de socorro) de los que recibí como respuesta: ¡Ay Jalisco no te rajes!. ¿Cuántas cosas así habré hecho mal en mi pequeño jardín? ¿Por qué no le puse amor al arbolito, cariño a los mirlos y ternura a los brotes?. ¿Y si empezamos otra vez, calabazona?. Volvamos a injertar el limonero, espantar mirlos, madurar caquis con aguardiente, oír como pían los pájaros, reír juntos, arreglar la tapia (fachada) de nuestro jardín. ¿Y si?

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