Asociación Amigos de Mérida


 

En 1539 reinaba Carlos V de Alemania en uno de los mayores imperios de la historia universal. Nacido en 1500 en la ciudad de Gante, en ese año tiene que hacer frente a la revuelta de sus paisanos. Los altos impuestos, en gran parte destinados a mantener el vasto imperio, indignan a los flamencos que se levantan contra el emperador nacido en el palacio Casa del Príncipe de Gante.

La respuesta del César es despiadada. Envía a su ejército a recuperar la ciudad y aplastar la rebelión. No contento con esto, humilla a los cabecillas de esta. El 3 de mayo de 1540, 25 de los líderes de la revuelta son ejecutados y el resto obligados a marchar desde el ayuntamiento hasta el palacio de Carlos I de España y V de Alemania. Los nobles de la ciudad y miembros de los diferentes gremios son vestidos solo con camisas y una soga al cuello. Descalzos deben hacer el recorrido e impelidos a pedir clemencia. Desde entonces a los ganteses adoptaron el apelativo de “portasogas” o “stroppendragers”.

Hoy en día guardan memoria de ese hecho traumático en su historia recreando aquella trágica marcha cada año y abucheando el nombre del emperador protagonista del evento.

La plaza Prinsenhofplein de la ciudad belga de Gante es un pequeño y simple rectángulo con césped, algunos bancos, algunos árboles y una estatua de bronce de Carlos V, que la ciudad de Toledo regaló a esta ciudad en 1966 y cuyo original, del siglo XVI, está en el Museo del Prado. En esta estatua, el emperador posa vencedor sobre la cabeza de uno de los rebeldes ajusticiados. Allí está, serena, recordando aquel momento de la historia del imperio y de la ciudad belga.

A 3600 km de distancia de la ciudad natal de Carlos I de España, en la avenida que bordea el puerto de Santa Cruz de Tenerife, se erige una escultura del emeritense Juan de Ávalos, el Ángel de la Paz. Esta escultura, conocida también como monumento a Franco, corre el riesgo de desaparecer debido a las leyes de memoria histórica. El proceso se encuentra en vilo dado que algunas asociaciones e instituciones como, por ejemplo, la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes han defendido el valor del conjunto escultórico por encima de su significación histórica. A favor y en contra de la “amnistía” se encuentran el Tribunal Supremo y el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

Evidentemente, siempre se pueden encontrar argumentos para ejercer una “damnatio memoriae”, una condena de la memoria, un olvido absoluto, a aquello que no nos agrade de nuestra Historia. Evidentemente, también se pueden encontrar argumentos para mantener la historia viva, alejada de intereses e ideologías espurios, en manos de los especialistas y aprender de ella, para, quizás, crecer como pueblo un poco más sabio, un tanto más libre de cargas pasadas.

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