Asociación Amigos de Mérida


Cegados por el fulgor de lo cotidiano, los emeritenses no siempre reparamos en los destellos de belleza que nos otorga nuestra ciudad. Hemos de acompañarnos de un lego en nuestra villa para redescubrir rincones ninguneados por nuestra mente a fuerza de haber impresionado nuestras retinas miles de veces.

El visitante que accede a Mérida por la vía proveniente de Sevilla se encuentra de bruces con un conjunto escultórico monumental de bronce. Una Piedad sufriente que sostiene, grávido y etéreo, a un Cristo representante de todos los Emeritenses caídos en la guerra, cualquier guerra. Es el primer encuentro con la obra de un emeritense universal que poco a poco encuentra un hueco en el corazón de su tierra, Juan de Ávalos.

Volvemos a encontrar su obra en la Puerta de la Villa. Allí, oteando un inexistente horizonte, atravesando con la mirada cuantos edificios ciegan la visión de un mundo rescatado de las lejanas brumas de la historia, la musa afincada en Mérida, la Arqueología hace homenaje a quienes emplearon sus vidas en desenterrar los misterios ocultos bajo metros de tierra y de olvido.

No muchas más son las muestras de su obra visibles en su ciudad natal. La Piedad que llora en el camposanto sobre los fallecidos de su familia; el sobrio rostro de Augusto velado que aún recuerda quien le sacó a la luz tras siglos de oscuridad; Un beso traidor que la cofradía del Prendimiento de Jesús y Ntra. Sra. de la Paz procesionan en la semana de la primera luna llena de la primavera; el rostro diminuto del último dictador en una caja metálica que atesora los recuerdos de una juventud perdida.

A pesar de lo prolífica de su obra, no encontrará el visitante un museo dedicado a Juan de Ávalos en la ciudad que le vio nacer. Recientemente, en la televisión comarcal, tuvimos la fortuna de ver a Juan de Ávalos, hijo del ilustre artista emeritense (https://www.televisionextremeña.com/juan-de-avalos-hijo-del-insigne-artista-emeritense-solicita-que-la-coleccion-de-su-padre-se-exponga-en-merida-enlapicota). Además de destacar la extensa obra de su padre, una vez más, solicita en la entrevista que esta sea expuesta en un espacio digno para la importancia que dicha colección tiene dentro y fuera de nuestras fronteras. Los esfuerzos que su fundación está realizando para que un museo dedicado a Juan de Ávalos García-Taborda y a su obra quede en Extremadura, preferentemente en su ciudad natal, y no en alguno de los muchos países (sobre todo hispanoamericanos) que desean disponer de su obra, son ímprobos y, por ahora, no muy fructíferos.

Quizás sea hora de que su ciudad natal muestre un merecido homenaje a quien, habiendo llevado el nombre de Mérida con su obra por todo el mundo, yace, bajo su Piedad, con el corazón quebrado al ver gran parte de su obra oculta a los ojos del mundo.



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