Margarita Inmaculada López de Ayala
Concejal Vox Ayuntamiento de Mérida
¡Que satisfacción más grande cuando luchamos por algo, nos esforzamos por algo y finalmente lo logramos!
Cuántas veces le hemos dicho a nuestros hijos; “Venga que lo tienes que conseguir, que tienes que esforzarte, que tienes que aplicarte, ¡Tú puedes”! Y qué alegría más grande cuando al final lo consiguen ellos solos, se sienten realizados habiendo alcanzado el logro, el objetivo, que se han marcado en cada momento y etapa de sus vidas.
Pero qué importante es tener paz, tener guía, recibir un buen consejo, para ellos, para nosotros, para cualquier persona, todos necesitamos una guía un buen consejo, un ¡“Venga tú puedes, un esfuerzo más y llegas a la meta”! Y qué alegría cuando uno ve que ha llegado al final de sus proyectos. Esto es así.
El hombre está hecho de tal naturaleza que debe esforzarse, seguir un camino recto y correcto con el que llegar a realizarse, esto es la satisfacción y el ánimo que alimenta el siguiente tramo de nuestro trayecto. Para cada etapa de la vida, la felicidad de haberlo logrado por uno mismo y la felicidad de que te lo reconozcan tus seres más próximos, tus familiares y amigos, te empuja a seguir.
Pero hoy en día, en esta sociedad en la que vivimos, en estos países viejos, sí, en estos viejos países de Europa en los que creemos que lo sabemos todo, que lo tenemos todo, en los que creemos que somos los más inteligentes, los más desarrollados en técnicas, en comodidades, en confort, en sanidad, en otras competencias y en otras áreas. Creemos que llevamos las riendas de nuestra vida, pero no, algo falla, la sociedad está teledirigida, en manos de unas monitorizaciones, modas, imposiciones, estamos normatizados, llevándonos hacia nuevas formas de vida más esclavas, creando vanas necesidades, unas ideologías que nos confunden y aborregan.
Se nos trata de implantar un pensamiento único y de anular por completo nuestra capacidad crítica. Incluso en cosas tan básicas, como que los seres humanos fueron creados varón y hembra desde el principio de los tiempos. Se nos intenta imponer la idea de que todo eso, que hemos sabido y dado por cierto durante muchos siglos, es falso, y la realidad es muy diferente. Se imponen las ideas sin dejar margen para disentir. Ideas, dicho sea de paso, que son o pueden llegar a ser completamente antinatura.
Hoy en día todo trata de exaltar el individualismo, y los deseos del individuo, abandonando la común unión o la idea de comunidad y los beneficios de esforzarse en pro de esa comunidad a la que pertenecemos. Por ello, algunos términos como “sacrificio” o “servicio”, o “Patria” van quedando en desuso.
Se legisla de acuerdo a los deseos del individuo, continuando con esa exaltación del ego: “Ahora me apetece tener un hijo y lo intento conseguir por cualquier medio, sin pensar en lo que sería mejor para esa nueva criatura; o no me apetece y por tanto lo elimino, después de concebido y de estar latiendo su corazón”
La sociedad se atrapa en todo esto, y se confunde, se amarra dónde puede, y se va quedando sin voluntad, sin esperanza, nos lo regalan todo y nada. A medida que disminuye el esfuerzo, también disminuyen nuestros talentos y los recursos, no nos dejan salidas para la creatividad, la innovación, el uso de la razón, nos controlan el ocio, la diversión, la paguita, nos planifican el tiempo, nos “regalan un montón de cosas” o al menos eso creemos, y nos metemos en esa rueda pegajosa difícil de salir. Nos hacen vagos, perezosos, perdiendo el sentido de lo que es el deber y el esfuerzo, lograr la meta nosotros mismos, o al menos intentarlo, tratan de ir quitándonos los valores que nos hacen libres y por ende, felices.
Todos los avances pueden ser muy buenos si se utilizan debidamente. Las tecnologías informáticas nos facilitan mucha información útil y rapidez en el trabajo, y nos aportan buenas experiencias si se saben usar bien, pero si se usan mal nos pueden destruir, banalizar, quitarnos las fuerzas y nuestra voluntad. La sanidad ha prosperado, con las investigaciones y experiencias en el campo de la salud, pero tenemos enfermedades crónicas propias de estos tiempos, por lo que hay que sopesar hacia donde vamos y hacia donde tenemos que dirigir nuestros esfuerzos.
Hoy en día, en la sociedad camina cada individuo solo, estamos todos juntos pero solos, vivimos en solitario, con nuestras pantallas, nuestro mundo, sin hacer comunidad, es por ello que debemos aunar nuestras fuerzas y cuando unos tiramos de los otros para llegar a la meta y estamos unos pendientes de los demás es más fácil, llevadero y satisfactorio llegar a los objetivos, además del efecto multiplicador que se produce al trabajar juntos. El hacer comunidad nos hace más felices, el esfuerzo y la voluntad cobran más sentido.
Esto sigue siendo la vida misma, la vida que todos queremos, la vida que deseamos y que se nos está escapando de las manos. Vemos cómo a nuestros hijos y a la gente de nuestro alrededor, se les está escapando la vida de sus manos, por eso tenemos que pararnos y reflexionar qué es lo que está pasando, qué es lo que yo estoy haciendo, qué es lo que puedo hacer que no hago.
Para lograr nuestros objetivos tenemos que tener una meta, voluntad de quererlo desearlo y tener a gente alrededor que nos anime, nos empuje, nos aplauda cuando lo logramos, y nos lo reconozca, siempre con sencillez con humildad, sin vanagloriarse por ello. Siempre necesitamos a alguien al lado que nos reconozca el logro, como tus padres, tu marido, tus hijos, tu equipo de trabajo, tus amigos. Si no tenemos el apoyo de la comunidad a la que pertenecemos, es más difícil lograrlo. Cuando estamos solos en estas circunstancias, sabemos que hay siempre alguien que nos apoya, que tenemos a alguien detrás, y los que somos creyentes sabemos que Dios siempre está ahí, aunque nos sintamos solos no estamos solos!!
Por otro lado, el afán de poder y de gloria constituye el modo más común de comportarse de quienes no terminan de sanar la memoria de su historia, y entonces se discute sobre quién brilló más en el pasado, quién es el que tiene más derecho por ello y quieren borrarla una parte, no la aceptan y hacen por destruir nuestro pasado, nuestras raíces, por tanto nuestra identidad y sentido de pertenencia, desvalorizando la patria y familia en donde hemos nacido y la que pertenecemos. Y esto es inmutable aunque nos empeñemos en lo contrario.
Todo esto quita fuerzas a nuestras vidas, nos distrae de lo esencial y lo importante, nos hace perder el tiempo y nos impide alcanzar nuestros logros personales haciéndonos más vulnerables, menos recios y poniéndonos al servicio de los ideologías ficticias y demoledoras elaboradas por aquellos que se creen con potestad infinita, cuando solo tienen la fuerza del hombre, que tiene poco recorrido.
Por tanto, hay que esforzarse en los quehaceres diarios, cada día tiene su afán, el esfuerzo es lo que nos hace crecer como personas, y no hay que olvidar que hay que cultivar tanto el cuerpo como el alma.