Rafael Angulo
Periodista
Cuando Miguel Alba, Antonio Artero y otros tantos eméritos empezaron hace 15 años a recrear la Mérida de entonces, siendo entonces hace XXI siglos de lunas, ni ellos mismos pensaban que me iban a cobrar por una cerveza 3,50 leuros convirtiendo el Arco Trajano en una especie de Puerto Banús sin yates. Que digo yo que algo tendrá que opinar ARO de esto, porque no es la primera vez que “alguna” parte de la hostelería no está a la altura de lo que la Bimilenaria demanda. Se aprovechan de lo que no han sembrado para recoger a espuertas.
Algo similar pasa en Semana Santa, en Romero Leal por no señalar, donde estorban las procesiones con ruidos y bandejas. Y eso que llovió este año. A la Emérita Lúdica del año que viene iré, si tengo vida, leuros y salud para ello, con mi neverita portátil y la litrona de los chinos, a los que no tengo nada que reprochar pues han demostrado ser más cívicos que algunos hosteleros (aunque hay dos cosas que detesto: comer de pie y comer de prisa).
Qué ¿de qué me quejo?, pues con tomar la cerveza en el Baltasar asunto solucionado, pues que el ambiente de Emérita Lúdica lo han generado los grupos recreacionistas, con esfuerzo y trabajo, aunque, bien mirado, añoro aquel año en el Circo Romano (también llamado Hipódromo, Tenis, Imperio con piedras de porterías) alrededor de Miguel Alba, alma, corazón y vida de Emérita Lúdica cuando aquellos pardillos Eméritos Romanos empezaron a gestar este magno acontecimiento emeritense, asesorados por Hispania Romana (previo pago). Digo lo de pardillos porque ellos lo hacen gratis et amore (mucho amore por la Bimilenaria).
No seré yo quien cuestione el éxito cívico de la Lúdica (tanto, que hasta me pareció ver a Félix Palma de romanito, únete) aunque -homenaje al doctor Artero- me recuerda al vino que en su liturgia conviene descorchar, decantar y dejar reposar…para que después se lo beban otros. Y esto lo digo porque in vino veritas, que una cosa es que vinum laetíficat cor hominis y otras que te soplen 3,50 leuros por una copa. Eso, no es ser de Mérida