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Carmelo Arribas Pérez




.El pasado 27 de enero conocíamos que el Papa autorizaba la promulgación del decreto que reconoce el martirio de cinco frailes menores, asesinados en 1597 en Georgia, en Norteamérica. Entre ellos, hay dos extremeños, Fray Antonio de Badajoz,  nacido en la Albuera y  fray Blas Rodríguez, de Cuacos, y que nos muestran, una vez más, la gran importancia que tuvieron los personajes extremeños y sobre todo  España, en América, consiguiendo pacíficamente, sobre todo a través de las misiones, elevar los niveles económicos y sociales, de los indígenas.  La muerte de estos frailes fue precisamente debido a querer una igualdad y dignidad, para las mujeres indígenas, porque tras el bautizo no se permitía a los cristianos la poligamia. El sobrino del jefe de la tribu, y destinado a sucederle, en donde estaba la misión, llamado Juanillo, aunque bautizado estaba decidido a tomar otra esposa. Al indicarle el fraile Pedro que como cristiano, no debía hacerlo, se abalanzó sobre él, matándole de un hachazo. Otros indígenas, amigos de este, atacaron al resto de los frailes, matándolos.

Pero la imagen de bondad que habían extendido estos personajes,   debía de ser  muy grande entre las diversas tribus, porque tras su muerte fueron  considerados mártires, y reprobada la actitud de este grupo.

Quizás uno de los acontecimientos, que nunca se ha tomado en cuenta, fue la labor española en Hispanoamérica, que produjo un gran avance, en todos los sentidos, económico, de infraestructuras y cultural,  en Brasil, durante los sesenta años, que formó parte del Imperio español, desde el 1580 al 1640, fecha en la que el Duque de Braganza, se proclamó rey de Portugal como Juan IV, y tras la batalla, terrible para los españoles  de Villaviciosa o Montes Claros, en 1665, cercana a Badajoz, en la que un testigo de Badajoz, que la vivió, escribió que : “ . degolló [el enemigo] la mayor parte della [infantería] y de la que en los ataques y en el hospital que se perderían más de 6000 infantes y 16 piezas de artillería”. Esta batalla,   precipitó el que se hiciera el Tratado de Lisboa, reconociendo España la Independencia de Portugal. De esta batalla, pudo escapar con vida, el emeritense padre de Santa Catalina, pero fue tan grande el impacto que le produjo, que decidió retirarse, como ermitaño a una cueva, cercana la ciudad de Córdoba.

¿Y cómo Portugal, Brasil y otras posesiones portuguesas acabaron bajo la regencia de Felipe II?

El origen de todo ello, está en la monarquía del rey portugués,  Sebastián I, que quiso repetir las Cruzadas y se lanzó a conquistar el Norte de África, pese a la contraria opinión   de todos sus consejeros. Pero murió en la batalla de Mazalquivir, en el noroeste de Argelia. Su  sucesor, fue el cardenal Enrique, tío de Felipe II,  y el rey español, fue proclamado rey, en las cortes portuguesas de Tomar ( cerca de Fátima), pero manteniendo la autonomía y estructura existente en Portugal. Mientras en los lugares de América, en los que se encontraban los españoles, había una igualdad de derechos para todos, y se construían Universidades, catedrales, e iglesias, y en los Cabildos, y municipios las normas eran iguales para todos, en Portugal, como hacían los demás países europeos, sobre todo Inglaterra y Francia, realizaban el llamado  imperialismo  extractivo. Los nativos en los dominios españoles, estaban incluidos en leyes, como las que proclamó España en Burgos en 1512 o las  de 1542, por las que se consideraba a los indígenas, súbditos de la corona española.

Sin embargo una de las principales fuentes de recursos de la colonización portuguesa, era la trata de esclavos a través de las «bandeiras» o pequeñas expediciones militares o mercenarias para capturar indios, que eran luego vendidos como esclavos. En 1570, la carta regia portuguesa legaliza la esclavitud indígena, aunque impone, al menos, una cierta limitación. Que el indio sea capturado «en guerra justa», cosa que no se hacía.

Por la gran expansión de los cultivos de caña de azúcar, como tras las epidemias, se produjo una gran  escasez de mano de obra indígena, se acabaron cultivando,   mayoritariamente, con esclavos africanos, por obtener con estos un mayor rendimiento.

La corona, por los acuerdos de las Cortes de Tomar, no podía aplicar totalmente este derecho de igualdad, y por lo tanto los bandeirantes tratantes de esclavos siguieron, pero la Corona española, creó unas circunstancias, que les dificultaban su actuación, como fueron las misiones jesuitas, a las que  armaron y también a los indígenas para defenderse de  los asaltos.

Pero la esclavitud continuó en Portugal, y los que podían, se pasaban a España,  de ahí el origen de apellidos, como Moreno o Prieto, proveniente del portugués “preto” (negro) tan es así, que cuando en el s.XVIII, Antonio Ponz,  escribe su “Viaje por España”, describiendo las cosas peculiares de aquellas poblaciones por las que pasa,  cuando lo hace por Barcarrota, dice; “  Barcarrota…me pareció un pueblo de quinientos vecinos; …muchos de sus vecinos son negros y mulatos de los que se pasan de Portugal…de suerte que con el tiempo algunos pueblos parecerán Guinea.”.

Como se ve, cada vez más, la leyenda negra, va diluyéndose, y va surgiendo a la luz, ese colonialismo brutal que sí hicieron otros países europeos, frente a lo que realizó España. Pero para estar orgullosos de lo que hicimos, y negar las leyendas negras, hay que saberlo.

 

Carmelo Arribas Pérez 

 

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