(II)
Carmelo Arribas Pérez
Nos ha llegado, de la pluma del historiador griego Heródoto de Halicarnaso que vivió en el s. V a.C., uno de los relatos trágicos y épicos más vibrantes de todos los tiempos; el de Leónidas y sus trescientos espartanos contra el Persa Jerjes I y sus 2.080.000 soldados, en los que los cifra el historiador griego, cantidad que evidentemente es imposible y aunque los historiadores modernos los rebajen a algo más de 200.000, no deja de ser un número muy considerable para tan pocos, y que sin embargo no hubieran podido contra Leónidas y su gente de no haber sido traicionados por el griego Efialtes.
La lucha sobre todo cultural, de los católicos hispanorromanos, con los arrianos, tiene en el Duque Claudio (dux Emeritensis civitatis) duque de la ciudad de Mérida, un referente al que comparan con este Leónidas, y no lo hace sólo, el lusitano, nacido en Santarem en el 540, Juan Bíclaro, en su libro de historia , el “Chronicon” escrito entre los años 567 al 589, al que busca una semejanza con el Gedeón Bíblico, ( Bíclaro, no dejaba de ser clérigo) que con sólo 300 israelitas, venció al pueblo de los madianitas cuyo ejército era: (Jueces 7,12) “como muchedumbre de langostas y cuyos camellos eran sin número, como las arenas del mar”.[1] Y afirma que los visigodos que acompañaban al Duque Claudio, eran sólo 300, posiblemente lusitanos de Emerita, en donde residía Claudio, contra un numerosísimo ejército arriano, que superaba los sesenta mil soldados.
Gregorio de Tours, nacido en el 538, narra en sus “Decem libri historiarum”, (Diez libros de historia), más conocidos como; “Historia de los Francos”, la destreza del caudillo emeritense, que sorprendió a las tropas de Borgoña, al mando de Boso. Simuló una retirada cuando se dirigieron hacia él, como abrumado ante tan numeroso ejército para el escaso contingente de soldados, con que él había avanzado para hacerles frente, llevándolos hacia donde se encontraba el grueso de su tropa, de esta manera los cogió entre dos fuegos provocando el pánico entre los atacantes que huyeron en desbandada. En la batalla, que se dio junto al río Aude, en Carcasonne, murieron los duques Granista y Wildigemo, mientras que el obispo arriano Athaloc se salvó, aunque moriría poco después de muerte natural, y posiblemente, también caerían en la batalla, el propio Boso y otros dos importantes nobles francos, Austrovaldo y Antestis.
El ejército franco quedó destrozado, se citan cinco mil muertos y otros dos mil que fueron hechos prisioneros. San Isidoro, cronista de la época, habla, ante tal acontecimiento, de intervención divina.
La importancia de la batalla de Carcasone por las repercusiones que hubiera tenido, de haber sido vencidos, adquiere una gran importancia histórica, ya que con ella se detuvo el avance arriano y se produjo un inicio de estabilidad política, en el que el rey Recaredo, convertido al catolicismo, rompe la separación de hispanoromanos católicos y godos arrianos, y conjura los ataques exteriores a su reino.
Pero pese a esta importancia, y el prestigio alcanzado por la victoria, no ha corrido igual suerte la hazaña del Duque Claudio, que la del espartano Leónidas o la del israelita Gedeón, ya que su memoria se ha perdido, apenas recordada y casi eclipsada, por la relación con uno de los grandes personajes de su tiempo, el arzobispo Mausona, figura a su vez injustamente solapada por la de otros grandes personajes del momento, como Isidoro y sobre todo Leandro, pero del que cada vez, debido a los estudios realizados por historiadores, de la talla de José Luis de la Barrera y Antonio Mateos, conocemos más.
Queda pues en la historia de Mérida, por rescatar, este complejo personaje, el duque Claudio, para completar adecuadamente el puzzle histórico del momento y dar una cumplida imagen de la grandiosidad de la Mérida del s.VI, habitada por individuos que cambiaron el rumbo de nuestra propia historia hispana. Sin embargo pese a la importancia reconocida por los escritores de la época, poco o casi nada se ha escrito sobre él y los datos que se conocen, provienen todos de las mismas escasas fuentes; los relatos de Isidoro de Sevilla, de Juan Bíclaro y de Gregorio de Tours.
Pero poco a poco vamos aprendiendo algo más de nuestra historia y personajes.
Carmelo Arribas Pérez
[1] Orlandis, José. Semblanzas Visigodas. Un hispano Claudio de Lusitania, Pag.87. Ed.Rialp.