Luis Cuervo Maldonado
Hoy al salir de casa me he encontrado con un amigo de la infancia, se fue hace sesenta años a Panamá y desde entonces no había vuelto a Mérida. Me dice ¿Recuerdas cuando antes de irnos al cole (Ginés de los Ríos en la Argentina) ,a media mañana D. José, el director, llamaba a “filete” el ordenanza, para en el recreo darnos el vasito de leche en polvo? Al salir de clase y antes de irnos a casa, pasábamos por la fábrica de hielo de nuestro vecino Zacarías Silva, ¡que magnifica persona!.Zacarías nos daba un polo para el camino, tanto de ida como de vuelta al colegio, y le ayudábamos a hacer los polos. Sabrosos refrigerios de fresa o de coco que eran, para mí, los más ricos. El mientras tanto colocaba las cajas de gaseosa y los sifones Zasil, y las de cervezas El Gavilán.
Este amigo se quedo sorprendido al pasar por la Puerta de la Villa. Me comentaba que no había nada de lo “antiguo” ¡“todo es nuevo, pive”!, solo Cascón Chito.
¿Dónde está el Metropolitano?Donde el futbol era ley y el “gran Pedrito” nos hablaba de su Atleti de Madrid , y el “duende del estadio” nos contaba los fichajes del Mérida. El “duende del estadio” era un periodista que cubría los deportes de Merida en la Hoja del Lunes y nos comentaba sobre las grandes paradas de Galisteo o lo bien que habían jugado Merino, Macías, Quintanilla o Boby.
¿Dónde está Casa Peña? Esta era la pastelería por excelencia de Merida y en el otro lado del local tenía una zona de degustación de ibéricos para gourmet.
También en la Puerta de la Villa, pastelería y heladería Gutiérrez, sabrosos merengues, quesitos o sultanas, joyería y regalos de Doblas, con el amigo Zama , la espartería que había donde hoy está el restaurante Delicias del Ibérico, frente la peluquería Pevi.
Entrando en la calle Berzocana, la sastrería de Siso “manos mágicas” de la costura. La exquisita carta de raciones del bar La Peña. Y los zapatos Gorila de Manchón, frente al Liceo. Gran cafetería la del Liceo, allí sentados tras las cristaleras, donde veiamos pasar a todo el mundo, porque por la calle Santa Eulalia, los fines de semana, pasaba todo el mundo.
(Continuará.)
