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Carmelo Arribas Pérez
Recuerdo en mi viaje a los Santos Lugares, de Tierra Santa, que cuando visitaba el lugar en el que supuestamente se celebró la Santa Cena, me acordé de una de las reliquias más importantes, que posee Extremadura, la del mantel que cubrió la mesa, de Coria y me pareció interesante investigar sobre él.
Y cercanas las fechas de Semana Santa, creo que es un buen momento para publicar algunos de los hallazgos que encontré.
En febrero del 2021, el Cabildo de la Catedral de la Diócesis de Coria-Cáceres impulsaba un nuevo proyecto de difusión de la reliquia del Mantel Sagrado de Coria.
Y es que posiblemente, esta sea una de las reliquias más importantes, y desconocidas de las que se conservan en la Comunidad Extremeña, la del Mantel de la Santa Cena, que se encuentra en el Museo de la Catedral de Coria. La presencia de John Jackson, uno de los elegidos en su momento para estudiar la Sábana Santa, y que trabajó para la NASA, parece haberle dado un espaldarazo a una reliquia, cuya autenticidad, siempre se ha mirado con incredulidad. Los resultados del estudio fueron, cuando menos, llamativos, ya que establecían una relación entre la Sábana Santa y el Mantel de Coria, sosteniendo, que ambos estuvieron sobre la mesa en la Última Cena, lo que hace todavía más difícil la comprensión de la verosimilitud de este. ¿Hubo dos manteles? Uno de los argumentos aportados para demostrar su autenticidad es; que las medidas son muy similares y que en ambos, la trama de tela está torsionada en Z.
“La ciencia confirma que eso que dice la tradición tiene visos de ser cierto” y que el mantel es perfectamente coherente con el tipo de tejido, el tipo de textura y el tipo de lino usado en Palestina en el siglo I, lo que aporta certezas” sobre su antigüedad”. Afirmaba John Jackson.
La torsión consiste en reunir varias unidades de hilo y formar un conjunto semejante a las espiras de un tornillo. Lo que se pretende es dar una mayor resistencia al hilado. La torsión según el sentido adoptado recibe el nombre Z o S. La definición del sentido está dada por la forma que adopta la diagonal de la torsión, que la hace similar al de estas letras.
Es precisamente, esta forma de torsión la que ha creado polémica, pues mientras algunos afirman que la torsión característica en Oriente Medio era en S, otros sin embargo afirman que no siempre, ya que se han descubierto en una tumba Palestina, datada en el s.I, fragmentos de lino con torsión en Z.
El historiador judío Flavio Josefo, del s. I-II, autor de “La guerra de los judíos” nos habla de Masada, una fortaleza judía que era el Palacio de invierno de Herodes. En ella se produjo uno de los más sangrientos acontecimientos de la resistencia contra los romanos, y en sus restos, los arqueólogos han descubierto fragmentos de tela de este tipo, encontrados en las tumbas, fechadas de entre los años 40 a.C al 73 d.C, fecha esta, en la que los mismos judíos, que luchaban en la fortaleza, antes de caer en manos romanas, se mataron entre ellos y la destruyeron.
La iconografía medieval, coloca la sábana de Cristo rodeando su cuerpo, como habitualmente se acostumbraría en ese tiempo, y con las dimensiones que tendría una sábana habitual de una cama, pero sin embargo los pintores renacentistas, Giorgio Giulio Clovio (S,XVI) o Giovanni Battista della Rovere , (s.XVI-XVII), entre otros, ponen un largo lienzo, en el que tras estar depositado el cuerpo de Cristo, posteriormente lo doblan por la cabeza, para cubrirlo totalmente. Algo, que sí se asemeja, más, a lo que sería un mantel de una mesa, y que corresponde a la tela que conocemos como Sábana Santa.
¿Qué posibilidades hay pues, de que esta tela que se conserva en la Catedral de Coria sea auténtica? Uno de los primeros argumentos que se apuntan es el anteriormente citado; el tipo de tejido, y la forma de los hilos que lo componen, el lino y la torsión en z. En el 2001, el Centro Español de Sindonología ( estudio de la Sábana Santa) comprobó que el hilo y la trama de la tela son en ambos casos semejantes. El CSIC tras su análisis, llegó a la conclusión que la tintura azul que decora las bandas laterales del mantel, es «índigo natural», un colorante de uso común en la antigüedad, que llegó a Europa en el S. XVI, 200 años después de que fuera encontrada la reliquia de Coria. Pero hay quien opina, que Leonardo Da Vinci debió conocerlo, ya que el mantel de su famosa Santa Cena también tiene esta banda azul, lo que no sería fácil de imaginar, si no lo conociera. No era de extrañar pues, el que hubiera llegado a sus oídos la existencia de este Mantel de Coria, pero esto no bastaría, alguien debió de reproducirlo y haber visto los dibujos en la que aparecerían las franjas, y al darlo él por auténtico, lo reprodujo.
La primera noticia que se tiene de su existencia es de 1404, cuando Benedicto XIII, llamado el Papa Luna, publica una Bula por la que reconoce su autenticidad, y permite su culto y su veneración, cada 3 de mayo. Ese día se exponía en un balcón de la Catedral, y llegaban miles de personas a contemplarlo, y debido a los milagros que se le atribuían, intentaban tocarlo. Para evitar el deterioro que se estaba produciendo, el obispo Juan Álvarez de Castro en el S.XIX prohibió las exhibiciones y tras su cuidadosa guarda, cayó en el olvido.
¿Qué historia hay detrás de la reliquia? Los orígenes son desconocidos. Parece ser, que la arqueta de plata, en la que se encuentra, data de 1678, y es de procedencia americana. ¿Y cómo llegó a Coria? No se sabe, pero el lienzo, fue localizado bajo el presbiterio de la antigua Catedral, aproximadamente, entre el 1380 y el 1400.
Dentro de las curiosidades referentes al mismo, hay algunas realmente llamativas, como la existencia de trece lentejas, que conjuntamente con restos de pan, se conservan en el Sancta Santorum del Museo de Historia Contemporánea de Roma y que se encontraron, dicen, sobre el Mantel de la Última Cena, de Coria.
¿Hubo lentejas en la Última Cena ? Ciertamente no. El número, trece, ya sugiere una cifra simbólica, como el de las personas que participaron en la Santa Cena. Es posible, además, que alguien pensara en esta legumbre, que hace presente en la Cena, con un sentido trascendente, la Biblia nos relata el episodio de la venta de la primogenitura de Esaú a Jacob por un plato de lentejas. Y esta circunstancia permitiría elucubrar unas reflexiones místicas, que poco tendrían que ver con la realidad histórica.
El Menú de la Santa Cena, ha sido uno de los asuntos sobre el que los estudiosos más han especulado. Desde los que suponían que tomaron el habitual en la Celebración de la Pascua judía, y que aparece reflejado en el Éxodo (12, 1-12); Cordero asado, hierbas amargas, vino y pan ácimo, preparado sin levadura. Hasta los que creen, que según el evangelio de S. Juan, la Cena se realizó el día anterior a la Pascua, con lo que podrían haber comido pescado, como aparece reflejado en diversas representaciones antiguas, aunque la simbología de los elementos que pintan o esculpen los artistas, al representar la Santa Cena, está más cargada de segundas lecturas, que de su intención de ser el reflejo de una realidad histórica. Así, sobre la Mesa podemos encontrar todo tipo de alimentos y objetos. Desde, el ya citado pez, que nos recordaría la personificación de Cristo, simbolizado por los primeros cristianos, en la palabra griega Ixzys, “Pez” ( Jesús, Xristós, zeu, u(ypsilon griega) ios, soter) “Jesucristo hijo de Dios, salvador”. Pasando por unos elementos simbólicos, que se encuentran frecuentemente en muchos de los cuadros, de pintores como; Tiziano, Jacobo Bassano, El Greco, Vasari o Luis Tristán, como por ejemplo el cuchillo, que colocado casi fuera de la mesa, a punto de caerse, ofrece un elemento de tensión al espectador, ante su inminente caída. El cuchillo simboliza la agresión, la tragedia, la violencia, y nos advierte sobre los acontecimientos trágicos pendientes de producirse. Alguno, como Luis Tristán, incluso va más allá, y envuelve la escena en una tonalidad rojiza, que nos muestra los acontecimientos sangrientos que se producirán, tras esta. No suele faltar la presencia de un perro y un gato, no sólo por aportar un tono costumbrista, sino porque el perro es símbolo de fidelidad, y en el cuadro de Luis Tristán está mirando a Judas, mientras que el gato, con frecuencia agazapado junto a él, es la personificación de la maldad y las fuerzas ocultas.
El lienzo, que se conserva en Coria, puede ser, o no, auténtico, pero sin duda, es uno más, de esos tesoros ocultos que posee, esta Extremadura nuestra, tan desconocida para sus propios habitantes, y que nos permite, asomarnos a través de él, a los Misterios y acontecimientos que se rememoran en la cristiandad, durante estos días de Semana Santa.
Carmelo Arribas Pérez